El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), entregó hoy el Reconocimiento por la Igualdad y la No Discriminación 2015, a activistas por los derechos humanos, entre ellos Abel Barrera Hernández, fundador de El Centro de Derechos Humanos de la Montaña “Tlachinollan”, y a Emily Arnold, de Asylum Access, así como la organización México Negro.
Esther Chávez Cano, quien luchó contra los feminicidios de ciudad Juárez, Chihuahua, y documentó los casos de violencia en la zona fronteriza, Chihuahua, también fue reconocida de forma póstuma con el galardón que otorga el Conapred.
“A nadie escapa que el trabajo que hemos hecho en Tlachinollan. Sobre todo por el caso Ayotzinapa es objeto de múltiples denostaciones”, señaló Abel Barrera cuando le fue cedida la palabra a los miembros del presidium, entre quienes se encontraba Roberto Campa Cifrián, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación (Segob).
El fundador de Tlachinollan narró la manera en la que han conocido la discriminación: con la lucha de las indígenas Valentina Rosendo e Inés Fernández al denunciar la tortura y violación que sufrieron por parte de militares, con los opositores a la presa La Parota a “quienes nadie les preguntó” si estaban de acuerdo con esa construcción, o con los niños na savi y su derecho a la salud.
Barrera Hernández fundó el Centro de Derechos Humanos en el Municipio guerrerense de Tlapa de Comonfort, en el año de 1994, desde donde apoyó a los pueblos nahuas, me’phaa, na savi, amuzgos y mestizos la zona de la Montaña y Costa Chica.
“Supimos qué es la discriminación cuando decidió caminar juntos con los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa”, dijo con lágrimas en los ojos.
Así, con la voz entrecortada dedicó el premio a las familias de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, que desaparecieron en Iguala la madrugada del 26 de septiembre de 2014.
Los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, dijo, luchan porque lo único que desaparezca sea la injusticia y la discriminación.
Al terminar el discurso de Abel Barrera, el público que se encontraba en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, ubicado en la Ciudad de México, coreó con el activista: “Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!”.
“Quiero señalar el compromiso del gobierno de México en la protección de los defensores de derechos humanos”, dijo durante su turno al micrófono, Campa Cifrián, quien fue interrumpido por voces del público que exigían justicia.