Los Donez
Cuando me senté el domingo pasado en mi barrera de la plaza México, para disfrutar la llamada corrida de las dinastías, jamás imaginé con quién iba a compartir la tarde y mucho menos que se me presentaría la oportunidad de tratar de explicar en qué consiste la totalidad del desempeño de los Matadores, durante el transcurso de cada faena, a la nieta de una de las figuras más emblemáticas de la tauromaquia mexicana, el inmortal matador de toros Don Alfonso Ramírez Alonso “El Calesero”.
Fue plenamente casual, se sentó a mis espaldas y empezó el interrogatorio al respecto de cada lance, hasta que tímidamente me confesó acompañada de su familia, que hacía años no asistía a una tarde de toros, que no recordaba nada y que vive en Estados Unidos.
Debo precisar que soy un admirador empedernido de todo aquel que se viste de luces, pero en mi larga afición de casi cinco décadas, no he sido particularmente un seguidor consumado de “El Calesero”, nunca lo vi actuar, por lo que para la presente entrega, me encantó investigar su increíble y longeva trayectoria que trataré de describir a continuación.
Nació el 11 de agosto de 1916, en el taurinísimo barrio de Triana, en el corazón de Aguascalientes, debutó como “becerrista” con tan solo 10 años cumplidos, en 1929 se viste por primera vez de luces al convertirse en novillero. Se presentó en el Toreo de la Condesa de la Ciudad de México en el 33, el máximo escenario aquel entonces del país, en una tarde que no le fue nada bien. Después de una inusual larga carrera de novillero, finalmente toma la alternativa el 24 de diciembre de 1939 de manos de Don Lorenzo Garza, que le cede al toro “Perdiguero”, llevando como testigo a Don David Liceaga, confirmando en Madrid hasta el 46 –por el boicot español– en tarde apadrinada por Don Pepín Vázquez y atestiguada por Don Martín Vázquez, retirándose el 20 de Mayo del 66, ya en la Colosal México, “cortándose” la coleta frente a sus alternantes Don Manuel Capetillo y Don Raúl García.
Figura indiscutible, de finas y elegantes maneras, se sabe que ha sido el matador con más clase en el uso del capote, donde desarrolló su óptima calidad que se acentúa magistralmente al inventar “La Caleserina”, que lo engrandece en un ser permanente hasta nuestros días. Cabeza principal de la época de oro, fueron épicas sus confrontaciones con; Armillita Chico, Garza, Silverio, El Soldado, Arruza y Silveti, curioso dato que pude compartir con su familia, puesto que el domingo 7, ahí estaban los nietos de dos de ellos.
La sensibilidad, el arte y el buen gusto que invariablemente acompañaron a Don Alfonso Ramírez, reflejan una carrera en la que pudo sobresalir como ídolo al lado de las cuatro generaciones de “Manueles”; Manolete, El Cordobés, Capetillo y Martínez, a los que sin duda impregnó de su gracia sin igual. ¡Olé!
Hasta siempre, buen fin.
Carlos Mora Álvarez, es orgullosamente tijuanense. Ha sido servidor público y dirigente empresarial. Actualmente es Presidente Ejecutivo del Consejo Estatal de Atención al Migrante. Comentarios y sugerencias: carlos.mora.alvarez@gmail.com