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domingo, febrero 18, 2024
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Ética política

“Habían transcurrido dos horas y la fatiga se hacía sentir en el salón” cuando, en “una última pregunta”, un estudiante le preguntó a Maza: – ¿Qué necesita usted para ser mejor periodista? “Ser mejor persona”, contestó Maza. -¿Y cómo se es mejor persona? “Se es mejor persona en la profunda libertad de conciencia y en la certera opción de vida que se asume. En nuestro caso, el periodismo, existen dos extremos bien dibujados: la ética y el poder. No tengo duda: la opción ha de ser por la ética”.- Extracto de la respuesta que dio Enrique Maza García, fundador de la revista Proceso y publicado en la última edición en un homenaje al periodista sacerdote que falleció el miércoles 23 de diciembre de 2015. En Paz Descanse el Maestro Maza. A los políticos les hace falta un curso intensivo de ética. No les inculcaron los principios básicos de la ética y la moral, de las responsabilidades y obligaciones y del buen hacer en el día a día. O si así los educaron, pareciera que para ser político o funcionario, basta con deshacerse de esos principios de buena voluntad, responsabilidad y el bien común. En México, en Baja California, donde residimos quienes hacemos este periódico para los lectores que aquí viven -mayormente-, observamos todos los días a funcionarios y políticos de todos los niveles, cometer actos de corrupción, abusos, fraudes, robos, peculado, que nos refieren la ausencia de una ética en el Estado mexicano. Desde adquirir aun de buena fe, una mansión al principal contratista del Gobierno de la República, hasta llevarse las tabletas electrónicas que se compraron con dinero oficial y están en el inventario, pasando por comprar a amigos asesorías y luminarias que no funcionan, incluso cuando en un dejo de soberbia, los funcionarios se llevan a casa o para sus asuntos personales, los vehículos y los bienes que la nación le presta para cumplir con su función. No hay ética política en el ejercicio del gobierno en México. Un gobernador como el de Baja California, que destina cuatro millones de pesos para la adquisición de partes y un avión para no viajar en clase turista en aerolíneas comerciales, y que niega el apoyo a la cultura, a la educación y al desarrollo social de muchos, carece de compromiso ético para accionar en beneficio del bien común. En la misma clase cae un diputado que caprichoso, se empeña en no aprobar un plan que traerá luz a la ciudad, porque está ponderando sus necesidades personales por encima de las generales de la sociedad. No tiene ética quien prefiere dejar a oscuras las calles, que en esa condición son imán para el delito. Quien cobra sin recibo por un trámite, tampoco. Igual que el secretario del Ayuntamiento que solapa los cobros extraoficiales de sus inspectores a los bares que abren durante toda la noche y el resto de la madrugada, tan solo porque voltea a otro lado como por cuanto es parte de la corrupción y algo le ha de llegar. En México, obtener una posición en el gobierno, en cualquier administración, es estar frente a un tesoro, donde creen que todo lo encontrado les pertenece. Representa no volver a trabajar más, a gozar de altos sueldos, de pagos onerosos, de asesorías y vehículos, de gastos pagos en todos los artilugios, de no volver a desembolsar para hacerse cargo de uno. Legisladores federales o estatales que se asignan cientos de miles de pesos o millones mensuales para ocuparlos en dádivas, en bonos, en campañas, que desperdician el dinero de los mexicanos en seguros de gastos médicos, en vehículos de lujo, en comidas sibaritas, mientras los ciudadanos vemos sangrar las arcas hasta vaciarse y afectarnos porque no hay obra, porque hacen falta carreteras y porque no hay dinero suficiente para desde el gobierno, incentivar la economía, el empleo, el combate a la pobreza más allá de programas para fotos. Esta semana concluye 2015, en esta edición de ZETA encontrará Usted una revista especial, gratuita, de nosotros para nuestros lectores, donde hemos honrado a quienes han destacado en el último año, en su vida, con sus principios y su congruencia. Ninguno es político o funcionario. No fue una decisión excluir a esa clase que lacera la confianza y la vida de los mexicanos, es una realidad que sus nombres no aparecen porque no han tenido los méritos para ello. Nos enorgullece presentar aquí, a hombres y mujeres que desde la vida civil, privada, descentralizada, son muestra de ética social, política, filosófica. Algo de lo que la clase política de este país, carece. Ojalá fuera como pedir un deseo, como esperar que el nuevo año traiga nuevas actitudes. Pero no es así, la realidad es que la clase política mexicana continúa dándose una vida de monarquía, porque los mexicanos lo permitimos. En 2016 hay elecciones en Baja California y la decisión, pues, es suya. Que pase un feliz fin de año.


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