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lunes, septiembre 30, 2024
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El ejemplo del “Profe” Marín

El 2 de enero pasado, con el último adiós al periodista y cronista Alfredo Marín Méndez, se cerró un capítulo en la historia de Ensenada.

Pionero de la radio, la televisión y la crónica deportiva en la región, no hay quien le regatee los méritos al “Profe” Marín. Tanto la vieja guardia como la nueva generación de comunicadores ensenadenses, reconocen la escuela e inspiración que el decano locutor sembró en ellos.

Alfredo Marín nació en La Paz, Baja California Sur, un 20 de noviembre de 1929, fue el mayor de los 13 hijos procreados por don Alfredo Marín Castro y doña Micaela Méndez Álvarez. Casado con Irma Durán Yturralde, fue padre de Alfredo, Patricia, Ileana y Raúl, a los que heredó el talento, esfuerzo y la pasión por su trabajo.

Profesor en física y matemáticas, inició su carrera como locutor en 1950, en la estación XEAB de Santa Ana, Sonora. En 1958 llegó a Ensenada y fue pionero de la XEPF. En 1963 se convirtió en el primer locutor de planta del Canal 23 XHS de Televisa. Su voz y personalidad también hicieron historia en las estaciones XESS en los setenta y la XEHC Radio Bahía de la familia Enciso en los ochenta.

Todavía parece escucharse la dicción impecable y la voz que conservó que “El Profe” intacta hasta los últimos días, refieren los que lo recuerdan. Pero sobre todo, nunca olvidarán su don de gente, un caballero con todo el mundo, “era muy fácil querer a ese señor”, rememora Marco Domínguez, columnista deportivo.

alfredo marin, profesor

Fotos: Cortesía. Alfredo Marín, profesor

La gran pasión de Alfredo Marín Méndez era el beisbol, y nadie sabía tanto de ese deporte como él. Fue maestro de muchos: Gilberto Delgado Lizárraga, Eduardo Ortega, Eugenio Escobar, una escuela que permea a los nuevos cronistas. Por muchos años fue la voz oficial del equipo de los Marineros y las principales figuras del deporte ensenadense fueron sus amigos: Lico Arce, “Chito” Tamayo, “Molote” Cota, “Chicho” Verdugo. Igualmente del boxeo fue un gran apasionado y conocedor, su familia lo recuerda disfrutando ceremonialmente sábado a sábado las funciones de box.

Pero no solamente en los deportes don Alfredo fue una enciclopedia viviente, también en la cultura general. Por 30 años dio clases de física e historia universal a estudiantes de secundaria. Produjo y condujo programas culturales en radio y televisión como “Abecedario Temático” y “La Hora del Puerto”. Incluso realizó cortometrajes con el tema de la pesca, y fue un gran coleccionista de música y literatura. También sobresalió por ser un excelente declamador en las tertulias, como impecable fue con la palabra escrita a través de su columna deportiva que publicó hasta hace poco en el periódico El Vigía.

Sí algún sueño frustrado puede contarse del “Profe” Marín es la conformación del Salón de la Fama del Deporte de Ensenada, proyecto que desde 2004 centró sus afanes. Marín fue respaldado por toda la comunidad deportiva, pero engañado por los gobiernos panistas de Jorge Catalán, César Mancillas y Pablo Alejo, e ignorado por los gobiernos priístas de Enrique Pelayo y Gilberto Hirata.  “`El Profe’ pasó por una serie de humillaciones que nos dolían mucho, porque luchó permanentemente por eso”, confesaron algunos colegas.

Espectador distinguido de cada juego de los Marineros de Ensenada en el estadio de beisbol “Antonio Palacios”, a Marín no había quien le quitara su butaca, siempre en el centro, para no perder acción de cada lanzamiento, de cada jugador. Solamente hasta las últimas dos temporadas, con 88 años a cuestas y una afectación en la cadera, después de muchos lustros, sus ausencias se volvieron recurrentes.

El respeto, admiración y afecto que cultivó desde los micrófonos, los estadios y la prensa, se hacía extensivo en las calles de la Ensenada que tanto le gustaba recorrer y que se convirtió en el puerto que adoptó y adoró con la misma pasión que el deporte. En la librería, en la panadería, el restaurante, la gasolinera; en cualquier sitio lo reconocían y le mostraban afecto.

A “El Profe” Marín le sobreviven tres hijos, nueve nietos, cinco bisnietos y una generación de comunicadores que se reconocen como sus pupilos. “Yo lo recordaré siempre como un padre que nos dio todo: Nos dio amor, nos dio ejemplo”, expresa su hijo Raúl.

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