Arturo Ledesma Romo es -en teoría- el encargado de que las leyes y buenos tratos de los trabajadores del Ayuntamiento de Tijuana se hagan valer. Y de sancionar en caso contrario. Es el síndico procurador y protagonizó un teatro digno de olvidar. Todo empezó porque, como se avisó previamente, el día del informe del alcalde Jorge Astiazarán se realizaría un acto pequeño y con muy pocos espacios disponibles en la sala de Cabildo. Ese 30 de noviembre, cuando ya estaban cerradas las puertas, Ledesma apareció con un jovencito -que más tarde sería el encargado de fotografiarlo a distancia-. El personal de la puerta le informó las instrucciones: nadie podía entrar sin invitación. Más tardó Arturo en escuchar la resistencia de los empleados que en empujar y reaccionar muy bronco: “Soy el síndico, ¡no te pongas roñoso, cabrón!”. Y sin más, él y su joven acompañante pasaron al encerrado acto.