Durante un tiempo, Francisco Vega de Lamadrid, gobernador de Baja California y primer panista en el Estado, se llenó la boca con una idea que sus repetidores gustaron: que en su partido no había panistas ni de primera ni de segunda, menos de tercera. Queriendo dar a entender que todos -incluso los Maruchan, aquellos que fueron afiliados en bola y hasta por desconocimiento- gozaban del mismo valor dentro del partido. De ahí que varios lidercitos replicaran el mensaje. ¿Qué podrán decir ahora, frente al silencio del gobernador, del partido y de los dirigentes panistas, ante el asesinato de uno de sus miembros? Si alguien se quejó de la tibieza y tardía reacción del secretario de Seguridad Pública Municipal de Tijuana, Alejandro Lares Valladares, por la baja de sus elementos, ¿qué pensarán de la inexistente postura del PAN por el asesinato de uno de sus militantes? Fidel Armas García, policía comercial, fue acribillado el jueves 26 de noviembre en medio de un ataque en Tijuana. Era miembro de Acción Nacional desde el 11 de marzo de 1999, cuando lo invitó Manuel González Reyes, actual oficial mayor del Gobierno del Estado en Tijuana. Incluso, recientemente Armas participó y refrendó su compromiso con el partido blanquiazul, el mismo que ha ignorado el hecho por completo. ¿Qué pasaría si cae un panista de primera?