No sé lo que es transparencia, para mí todo es opaco, de gente que sin recato su estatus es la indecencia. Y viene la conjetura y también la opacidad, prometen con claridad mejoras, pura basura. Hace dos años que están con los dimes y diretes, ¿quién se robó los billetes? ¿Dónde está el pelafustán? Por comprar cosas baratas, sin control de calidad y poca moralidad las consiguen en subastas. Y viene el nuevo topillo, ocho pesos pagaremos, de la luz que no veremos ‘poque e’foco’ta fundillo.’ Y esa sociedad creyente espera que sea verdad, mentiras de la autoridad, no las cree ningún demente. Representan un partido, dicen del otro que es rata, se la pasan dando lata con discursos sin sentido. El turno es apoyado, promete la compostura del foco que allá en la altura se encuentra bien apagado. Yo pregunto a quien pretenda darle fin a este conflicto, dos años hace que insisto, no hay luces, ni quién me atienda. Donde vivo hay malandrines por falta de luminarias, pero en casas millonarias se protegen con fortines. Tienen luces por montones, las cámaras y alarmas, se rodean de buenas armas y de unos cuantos matones. Le pregunté a un diputado: ¿Cuándo me vas a cumplir?, ya déjate de fingir, me tienes decepcionado. Y aunque los focos se queden como las novias de rancho ni un técnico ha dado el ancho, día con día, más focos mueren. Promesas vienen y van, yo seré muy transparente y a la vista de la gente todos por mí votarán. Solo hablan de transparencia cuando andan en las campañas, mas no dicen de sus mañas porque es pura truculencia. Voy a seguírtelo dando que al cabo ni a mí me sirve, hace tiempo me persigue aunque se encuentre colgando. Si lucrar con el poder te lo otorga el voto ajeno consígueme un hueso bueno para tener que roer. Alberto Torres Barragán Tijuana, B. C.
Luminarias, el voto y la transparencia
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