En la América Latina renace el Papa Francisco en los corazones de su pueblo, quedándose como semilla en un terreno fecundo, donde ha crecido su Iglesia. Con ellos compartió el amor como lo hace el buen pastor y les abrió los caminos para que sean conducidos por dirigentes más limpios. Para que puedan ser dueños de su casa y los servicios y gozar los beneficios que les darían buenos sueldos. Mismos que serían posibles convenciendo a los patrones de que el obrero y trabajo son la empresa en su conjunto. Su visita dejó huella en la sociedad completa. Su mensaje lo aceptaron y de cambios ya trataron. Las industrias de la guerra fueron amonestadas por surtir la narcoindustria, también a los terroristas, dejando por consecuencia, la destrucción de familias. De ellas dejó claro el Papa, son la célula primaria y la base de la ciencia. Por eso hay que conducirlas con dignidad y justicia, en su lugar bien seguras. Del comercio dijo fuerte, un comercio sin censura se conduce hasta la usura, pero el pueblo no soporta, sin comprar nada se aleja a ver el precio siguiente. Si el comerciante no vende pide subsidio al gobierno, deja de pagar impuesto, pero cobra cuando vende. Al Gobierno debilitan los subsidios que concede, si un préstamo solicitan para pagarle a su gente, los bancos así aseguran que la cuenta no se pague, los préstamos siempre crecen y los pobres desmerecen, pagan con materia prima el interés de la deuda. Los gobiernos endeudados no gobiernan ellos mismos, los bancos son los que exigen gobernantes que bien paguen. Esto no lo dijo el Papa, pero cabe mencionarlo. Lo que dijo en su momento con respecto del gobierno: no hay ciudadanos de media, todos valemos lo mismo. Gracias al Papa Francisco por mediar en las naciones de excesivo poderío a favor de los más débiles. Protegiendo a las familias. Vicente Martínez Méndez Tijuana, B. C.
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