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jueves, septiembre 19, 2024
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La Independencia y libertad de Peña

Como ya se le hizo costumbre, todo lo que el Presidente Enrique Peña Nieto considera importante lo hace público primero a través de las redes sociales –cuando solo 47 millones de los 118 millones de mexicanos tienen acceso a Internet–, y así lo hizo la noche del 15 de septiembre cuando adelantó su “Grito” vía Twitter.  “Que el orgullo y la alegría que sentimos esta noche por nuestro país, estén siempre presentes”, escribió. Pero con todo y un amor profundo por México, es difícil enorgullecerse cuando el País se ha convertido en ejemplo de corrupción e impunidad en el ámbito internacional con casos como la segunda fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán de una prisión de máxima seguridad, la ausencia de claridad en la investigación por la desaparición forzada de 43 estudiantes en Iguala de 2014, cuyo caso ha llevado a la ONU a pedir un replanteamiento general de investigación; o el caso de la Casa Blanca, donde se presumió de tráfico de influencias por parte de la familia presidencial, pero que fueron exonerados por el gobierno que encabezan. El mandatario de la Nación también compartió en otro tweet: “Con la emoción de ser mexicanos, celebremos 205 años del inicio de la lucha por nuestra Independencia y Libertad”. Aquí el problema es que después de todos estos cientos de años, la corrupción y los malos gobiernos han provocado que en México más de  55.5 millones de mexicanos –prácticamente la mitad de la población–, viva en situación  de pobreza y no logre alcanzar esas condiciones de independencia y libertad por las que se luchó y se perdieron tantas vidas. También el mensaje de “¡Vivan los héroes que nos dieron Patria y Libertad! ¡Viva la Independencia! ¡Viva México!” pierde sentido si se recuerda un poco la historia. El movimiento independentista, además de sacar a los españoles del gobierno para ser tomado por los criollos –obvio, no los indígenas mexicanos–, tenía dos objetivos muy importantes que fueron hechos públicos desde el inicio por el vitoreado Padre Hidalgo: abolir la esclavitud y eliminar los impuestos que el gobierno, entonces español, aplicaba sobre los indígenas y las castas. Sin embargo el día del Grito, mientras el Presidente arengaba los “vivas”, más de 2 millones de jornaleros en 19 de los 32 estados mexicanos  cumplieron su jornada en condiciones de esclavitud –datos de organizaciones agrícolas–, y casos recientes han sido documentados en Baja California, Baja California Sur, San Luis Potosí, Jalisco, Sinaloa,  Sonora y Chihuahua. Organismos internacionales como Fundación Free Walk, hablan de 267 mil esclavos en México. En cuanto a los impuestos que limitan el desarrollo de las familias mexicanas, siguen ahí (los independentistas solo habían dejado tributos para los adinerados, a quienes les cobraban prediales por sus fincas, carros y negocios), los gobiernos post Independencia los han diversificado con las reformas fiscales. Hoy se paga impuestos por trabajar, por producir, por comprar, por comer, por circular en las vialidades y otros más.  Se tienen  24 impuestos básicos que sangran los bolsillos de las familias, 6 federales, 10 estatales y 8 municipales. Y muchos de esos recursos solo han servido para comprarles casas y enriquecer a políticos corruptos. Y cómo creerle al Presidente cuando menciona y grita la palabra  libertad, mientras el país sigue azotado por una ola de violencia porque las autoridades no han sido capaces de combatir al poder del narcotráfico y la delincuencia organizada. Hasta el Presidente tiene miedo, si no, ¿por qué el estado mayor tomó la plaza del zócalo con tanta antelación? ¿Por qué las vallas metálicas, las máquinas de rayos X, los detectores de armas y los más de 7 mil 500 elementos de las fuerzas de seguridad resguardando la explanada durante el acto?, para darnos una idea del tamaño del desasosiego peñista, vale decir que en todo el estado de Baja California, apenas llegan a 8 mil los integrantes de las fuerzas de seguridad estatales y municipales. Cuál libertad cuando empleados del ayuntamiento de Coacalco –y quién sabe cuántas municipalidades más– fueron obligados asistir al Grito, so pena de ser sancionados.  ¿Qué libertad tuvieron los jóvenes que se manifestaron con un solitario letrero de “Peña Asesino” para después ser detenidos y liberados? En esas condiciones, fuera de la presentación de la Arrolladora Banda Limón, la noche del 15 de septiembre en el zócalo capitalino no hubo mucho que celebrar. Tampoco esperábamos que el presidente tomara uno de sus momentos de lucimiento para exponer las insuficiencias del Gobierno, tenían un acto protocolario que cumplir aunque en esencia y de acuerdo a la realidad actual la conmemoración esté perdiendo sentido. Pero es comprensible el desánimo de los ciudadanos ante la reducción de la afluencia más allá de la lluvia o las campañas en internet para invitar a la resistencia. Que no se malentienda, los ciudadanos comulgan con los valores y objetivos que dieron vida al movimiento independentista. El problema es que 205 años después, pese a la supresión del vasallaje, los programa sociales, la construcción de caminos, escuelas, hospitales y etcéteras, el grueso de los mexicanos siguen luchando –pero sin palos o machetes– por cosas similares. La diferencia es que ahora el enemigo no es el invasor español sino los políticos corruptos mexicanos. 

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