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lunes, octubre 14, 2024
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“El Chito” sigue preso en Guasave

Bien dicen que “el crimen no paga”, frase que el guadalajarense Francisco Javier Camberos Rivera entiende muy bien. Más de 14 años han pasado desde que “El Chito”-como le dicen sus allegados- se encuentra preso y sentenciado a 25 años ocho meses de cárcel. Camberos es el hombre que empujó el carrito de lavandería en el que escapó el narcotraficante Joaquín Archivaldo Guzmán Loera “El Chapo”, del penal federal de Puente Grande, el 19 de enero de 2001. Siete meses y medio anduvo a salto de mata, hasta que “El Chito” decidió entregarse voluntariamente a las autoridades. Sin recursos ni tener a dónde huir, el ex empleado de mantenimiento del Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO)  Número 2 claudicó en su afán de libertad. Desde entonces, Francisco Camberos vive una pesadilla. Primero fue en el Reclusorio Oriente de la Ciudad de México donde le alojaron. Hoy, está confinado en una estancia del penal de máxima seguridad Número 8, en Guasave, Sinaloa. Olvidado por aquel poderoso ex interno que presuntamente le inspiró compasión cuando se enteró que el gobierno mexicano accedería a extraditarlo a los Estados Unidos y le ayudó a fugarse, el tapatío ha pasado ya más tiempo que el que estuvo preso su “amigo”. Sin defensor particular y ante la indiferencia de los defensores de oficio de la Federación, “El Chito” busca paliar su estadía en el férreo cautiverio del llamado “penal de la 300”. En el CEFERESO Número 8 Nor-Poniente, “El Chito” es uno más de los 453 huéspedes de un penal con capacidad para 812 internos. Pocos reclusos, pero muy selectos. Tiene por compañeros de presidio a Marcos Arturo Quiñones Sánchez “El Pato”, uno de los autores materiales del atentado contra el periodista Jesús Blancornelas en 2007; a Gerardo Garibay Espinoza, de la banda de secuestradores de Los Garibay; y a los pistoleros del Cártel Arellano Félix, Manuel Martínez González “La Mojarra” y Édgar Adrián Gutiérrez Elenes “El Cachorro”.   “Viaje” al pasado   Desde esa cárcel -donde forma parte del 81 por ciento de reos del fuero federal y del 78 por ciento de los sentenciados-, Camberos se enteró de la fuga del “Chapo” Guzmán del CEFERESO Número 1 Altiplano, en Almoloya de Juárez, el 11 de julio de 2015 por medio de un túnel. Seguramente, y a pesar de ser olvidado por el capo, al hombre que le cambió su lugar en el encierro le dio gusto la noticia. Cuánto daría “El Chito” por ser el sinaloense originario de La Tuna. Atrás quedó su entusiasmo por relacionarse con los demás, como cuando el convicto narraba extasiado el capítulo en el que estableció amistad con Guzmán Loera. “Era muy amigable y platicador”, externó al emitir su declaración en septiembre de 2001. Ahora Francisco Javier debe recordar los sucesos del 19 de enero, hace 14 años, evocando los diálogos finales de su despedida de Joaquín Archivaldo, cuando la visita de funcionarios federales a Puente Grande hizo suponer al “Chapo” que sería extraditado. —  Si quieres irte de aquí es en este momento y yo te ayudo, le dijo Camberos a Guzmán. “¿A poco puedes? Lo único que vas a lograr es que nos tiren de balazos a la salida”, respondió el narcotraficante. — Pues tú sabrás si te arriesgas o no. Y si estás dispuesto, ahorita voy a pasar con el carrito de lavandería simulando que voy a recoger ropa de tu estancia y te metes rápido en él, y yo te cubro con sábanas, remató el ex empleado de mantenimiento. El resto de la historia declarada por “El Chito” cuenta que pasó todos los filtros empujando la góndola rodante. Llegó al estacionamiento del penal y metió al “Chapo” en la cajuela de un auto Montecarlo. Los retenes del exterior no interrumpieron su marcha. —  Yo aquí lo dejo, le habría dicho Camberos al evadido en plena carretera. “Tú te vas conmigo, porque a partir de mañana va a estar la noticia en grande”, contestó Guzmán. En el centro de Guadalajara, ya en el asiento del copiloto, el líder del Cártel de Sinaloa dijo a su rescatador “tengo sed”. Francisco se detuvo a comprar una botella con agua. A su regreso, “El Chapo” se había esfumado. Desde entonces no lo volvió a ver.   Presente sombrío   La ilícita proeza de “El Chito”, un sencillo ex empleado gubernamental, le trajo consecuencias. Una condena de 25 años ocho meses de prisión por evasión de presos y delincuencia organizada. Fue el 26 de junio de 2010 cuando Camberos Rivera recibió una pena mayor a la de sus 50 coacusados. El que más se le aproximó -un comandante de seguridad del CEFERESO 2- tuvo condena de 19 años seis meses. La mayoría de los sentenciados ya recuperaron su libertad. Incluso salió el ex director de la penitenciaría federal. El electricista de oficio es uno de los cinco hombres que continúan presos en diversos reclusorios del país. En su realidad, Francisco Javier Camberos anhela obtener algún beneficio de libertad anticipada para no vivir otros once años en una soledad mal acompañada. Las posibilidades parecen nulas por la gravedad de sus delitos. Debido a que sumó una segunda pena, esta menor, por otro delito, el condenado promovió el año pasado un incidente para que se ejecute la simultaneidad de sus penas y se le abone el tiempo de prisión preventiva previo al dictado de sentencias. El 31 de julio de 2014, el Juez Cuarto de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal “desechó de plano” la procedencia de la solicitud. Desde el “penal de la 300”, Francisco tramitó un juicio de amparo como Dios le dio a entender en contra de la resolución del juez de la causa. Sin abogado particular y sin la asistencia del defensor de oficio, la demanda de garantías presentada el 19 de diciembre próximo pasado ante el Juzgado Séptimo de Distrito en el Estado de Sinaloa, fracasó. Tres días después, el juez de amparo le pidió a “Chito” que aclarara sí su escrito estaba dirigido a él o al juez de la causa en el DF, que le negó el beneficio de la compurgación simultánea. También que dijera si estaba promoviendo un amparo, pues no tenía las formas del mismo. Camberos contestó hacia finales de enero de este año que se reserva “el derecho” y que va a mandar un escrito “por la vía corta” para decir lo que ocupa. A pesar de los apercibimientos, el quejoso no aclaró y, el 11 de febrero, el juez tuvo por no presentada la demanda. Francisco Javier volvió a la carga el 22 de abril. Promovió un nuevo amparo contra el mismo acto reclamado, ante el Juzgado Quinto de Distrito del Estado de Sinaloa. Lo hizo vía correo postal. El juez se sorprendió. En su carrera no le había tocado que mediante una carta le pidieran amparo. Luego de estudiar sobre la procedencia de la admisibilidad, le aceptó y dio trámite, sin embargo, el 4 de agosto último resolvió sobreseer el asunto. “El Chito” interpuso el recurso de revisión y ahora el caso será remitido al Tribunal Colegiado en Materia Penal del Décimo Segundo Circuito, con residencia en Mazatlán, Sinaloa, para que resuelva el medio de impugnación. Mientras la respuesta judicial llega, el recluso espera, recordando los pasajes de la historia que lo llevó a prisión.   Revocan libertad al “Menchito” Cuando menos se esperaba y a dos días de haber obtenido una prórroga de la medida de arraigo en contra del presunto narcotraficante Rubén Oseguera González “El Menchito” o “El Junior”, el Ministerio Público federal ejecutó una orden de reaprehensión en contra del presunto operador financiero del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El Primer Tribunal Unitario con residencia en el Estado de Guanajuato revocó el auto de libertad dictado a finales de diciembre de 2014 por el Juzgado Quinto de Distrito de Procesos Penales Federales en el Estado de México a favor de Oseguera, por falta de elementos para procesar. Al ser notificada y recibir el mandamiento judicial de recaptura, la Procuraduría General de la República ordenó el levantamiento del arraigo del indiciado y su inmediato traslado al Centro Federal de Readaptación Social Número 1 Altiplano, en Almoloya de Juárez. La resolución del tribunal de alzada cambió el auto de libertad por el de formal prisión para “El Menchito”, por su probable responsabilidad en la comisión de los delitos de cohecho y delincuencia organizada. El hijo del líder del CJNG, Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, fue trasladado al penal federal de máxima seguridad -de donde Joaquín “El Chapo” Guzmán se fugó el 11 de julio de 2015-, en medio de una gran caravana de unidades policiales. Todo hacía suponer que de no haberse revocado la resolución, la fiscalía federal no contaba con nuevos elementos de convicción para llevar a juicio al “Menchito”, lo que motivó la solicitud de ampliar el arraigo hasta por otros 40 días para continuar las investigaciones. El anuncio que dio un respiro a la PGR ante la opinión pública, con un personaje al que no han podido juzgar a placer, fue dado a conocer el jueves 13 de agosto por el director de la Agencia de Investigación Criminal de la Procuraduría, Tomás Zerón de Lucio. La decisión de trasladar a Oseguera González a prisión obedeció más a la norma penal mexicana, que establece poner inmediatamente a disposición del juez a los indiciados una vez capturados, que al deseo del Ministerio Público federal de continuar el arraigo para incriminarlo por la desaparición y probable homicidio de dos agentes federales a finales de 2014 en Michoacán. La PGR tendrá que realizar las pesquisas y señalamientos contra “El Menchito” a través de futuros detenidos o testigos protegidos relacionados con el asunto, pues a Rubén ya no lo pueden extraer de prisión para que declare ministerialmente. Oseguera González fue detenido el 23 de junio en el municipio de Zapopan junto a su cuñado, Julio Alberto Castillo. Ambos fueron remitidos al penal de Almoloya de Juárez, donde el Juzgado Quinto decretó el auto de libertad. La fiscalía obtuvo una orden de arraigo del Juzgado Segundo especializado en cateos y arraigos, la cual fue ampliada hace unos días para no permitir que los señalados evadieran  la acción de la justicia. Redacción ZETA    

Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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