El árbol solo, sin ramas, triste, sus hojas secas abajo están, su viejo tallo ya no resiste, las embestidas del vendaval. En algún tiempo ese viejo tallo con ramas verdes debió estar, con ellas aves que lo adornaban y lo alebraban con su cantar. Altivo y fuerte cual un guerrero en plena lucha primaveral contra la furia del fuerte viento, que amenazante se acerca ya. Sin sentimientos y sin consuelos, ímpetu todo, ¡ya qué más da!, hacia los nidos de los polluelos, que trinando hablan a su mamá. José Miguel Ángel Hernández Villanueva