Dos amigos se encuentran y uno pregunta al otro: — ¿Qué tal tu viaje por África y el safari de gorilas? “Bien, bien, muy bien”. — A ver, cuéntame todos los detalles. “Bueno, pues en primer lugar debes apertrecharte: comprar un rifle muy potente y de alta precisión, contratar los porteadores y naturalmente, hacerte de un buen perro gorilero. Cuando llegas al cazadero tú te subes a un árbol, los porteadores mueven los árboles donde están los gorilas; cuando cae, el perro gorilero se lanza ferozmente por él y le muerde la cabeza. El gorila se retuerce de dolor, momento que aprovechan los porteadores para echarle una red y el animal ya está cazado”. El amigo, que sigue el relato con suma atención, reflexiona: — ¿Y entonces para qué quieres el rifle potente y de alta precisión? “Bueno es que a veces los porteadores se equivocan y mueven tu árbol, te caes, ¡y no tienes más remedio que matar al perro!”. Autor: Un “amigo” del gobernador.
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