Tanto en el Partido Acción Nacional (PAN) como en el Revolucionario Institucional (PRI) en Tijuana, candidatos y militantes hablan de acuerdos entre sí. Una versión que recorre pasillos y llamadas telefónicas, es un posible pacto privado para hacer perder a uno en un lado y facilitar el triunfo en otro. Sencillo: el equipo de Rosana Soto, la abanderada del PRI en el Distrito 8, ha detectado que personal de la delegación municipal Sánchez Taboada, donde despacha Gloria Miramontes, tiene la instrucción de entorpecer su campaña. Sí, priista contra priista. No así con la candidata del PAN, Jackie Nava. Les reportan el retiro de su propaganda, operativos desde el Ayuntamiento en los comercios y colonias que inconforman a electores, entre otras “atenciones”. La lectura así la dan: desde las oficinas del Ayuntamiento se acordó sacrificar a Soto Agüero en favor de Javier Camarena en el Distrito 5, donde por cierto, funcionarios, delegados y empleados del Ayuntamiento invierten tiempo y dinero. En ambos partidos la versión es la misma. Max García, por ejemplo, confía a sus más cercanos el menosprecio de tropa dominante en el PAN, incrustado desde el Gobierno del Estado. Los grupos de los partidos juegan la mercantil regla de “unas por otras”. De hecho fue la estrategia que utilizaron los priistas para llegar a la alcaldía de Tijuana en 2013: votar por Jorge Astiazarán del PRI y por Francisco Vega para gobernador del PAN, sacrificando al candidato tricolor Fernando Castro Trenti. O sea, la estrategia municipal para que gane Camarena y pierda Rosana, no es nueva.