Patricia supo que sus niveles de glucosa serían una preocupación el resto de su vida un día de marzo de este año. Que su páncreas –quién sabe desde cuándo– producirá menos insulina, y que el estilo de vida que ha llevado desde hace 48 años no le ayuda. Aun así, a dos meses del diagnóstico médico apenas está asimilando las consecuencias que le puede generar la enfermedad. Es diabética. Ese día de marzo se asustó. Intentó responsabilizar a su madre –también con diabetes–, pero finalmente aceptó que la mala alimentación y el sedentarismo que la tienen con más de 100 kilogramos de peso terminaron por ser los factores determinantes. Las recomendaciones para la nueva paciente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con una dieta que no rebase los 180 gramos de carbohidratos diarios, ejercitarse para bajar al menos 20 kilogramos y respetar las dosis de metformina, captopril y pravastatina que se le recetan. Personas recién diagnosticadas, que comienzan un tratamiento y no han presentado mayores complicaciones, tienen la posibilidad –siguiendo con las prescripciones– de mantener una buena calidad de vida y de presentar una evolución positiva. “Si un paciente de reciente diagnóstico lleva una alimentación adecuada con la que baje de peso, excelente. Además lo ponen a hacer ejercicio, excelente. Si se somete a lo que se llama ´cambio de estilo de vida´ puede llegar a una evaluación súper favorable”, comenta el médico especialista, Rigoberto Pallares. No siempre sucede así. La diabetes en México, principalmente tipo 2, sigue aumentando y ocupando los primeros lugares en causas de muerte. Los problemas: * No existe conciencia social. * La detección es tardía. * La atención insuficiente. * La disciplina de los pacientes no se consolida. El caso de Patricia está dentro del 10 por ciento de la población bajacaliforniana que según la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del año 2012 padecen diabetes. Si consideramos que según la Comisión Nacional de Población (Conapo) en aquel año había 3 millones 328 mil 623 personas, el resultado es de 332 mil 862 diabéticos. La prevalencia en el Estado es mayor a la media nacional, que ronda el 9.2 por ciento de la población total, entre los 9 y 11 millones de personas con la enfermedad. Pero la diabetes en México aumenta cada año superando las expectativas de especialistas, así lo comentó Guillermo Fanghänel, médico de la Unidad de Factores de Riesgo Cardiovascular del Hospital General de México e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Explicó que en 1993 –cuando había alrededor de 48 millones de personas mayores de edad– se calculaban 3 millones 500 personas con diabetes. Para el 2000 –con 80 millones mayores de 18 años– creció a 6 millones de diabéticos, y para el 2012 –70 millones de personas mayores– se estimó en 9 millones de enfermos. Referencias actuales de la UNAM dictan que hasta el 2014, el número de diabéticos en México llegó a 13 millones de personas. El diagnóstico, después de años Cuando Patricia fue diagnosticada los estudios de sangre arrojaron que sus niveles de glucosa en ayunas rebasaron los 126 miligramos. Para llegar a ese punto debieron pasar –de acuerdo a estimaciones de especialistas– entre 9 y 11 años de vida sedentaria, con una alimentación desordenada y alta en calorías. Y aunque no es la regla, con un familiar en línea directa con diabetes. Su páncreas ya no produce la insulina suficiente, con la calidad necesaria o simplemente el tejido graso no permite que la insulina procese la glucosa del cuerpo adecuadamente y entre a las células para generar energía. Los síntomas que presentó fueron: Polidipsia (mucha sed), Poliuría (muchas ganas de orinar), Polifagia (mucha hambre), cansancio extremo, resequedad en la piel y visión borrosa. La circulación de una excesiva cantidad de glucosa en la sangre se llama hiperglucemia y la consecuencia es que daña los vasos sanguíneos que proveen de sangre a los órganos del cuerpo. Las complicaciones más graves, con el paso del tiempo son pérdida de la vista, enfermedades cardiacas, derrames cerebrales, consecuencias hepáticas y amputaciones. Un funcionamiento metabólico eficiente del cuerpo depende de por lo menos tres factores: medicamentos, alimentación adecuada y ejercicio. Los medicamentos en el caso de la diabetes tipo 2 tienen combinaciones que buscan estimular la producción de insulina, controlar el azúcar y promover la disminución de grasa. En el peor de los casos, cuando el páncreas se encuentra más deteriorado, la aplicación de insulina es la alternativa. Rigoberto Pallares habla de los factores que deben combinarse en el entorno social del paciente, pues está demostrado que una de las primeras reacciones al saberse diabético es la negación: “Tienes que combinar una serie de factores para que pueda tener éxito. Uno de ellos se llama ´educar al paciente´. Se requiere educación para el paciente, participación de su familia para que pueda ver éxito, porque la mayoría de las veces en que acude solo, va a fracasar. Se requiere también participación psicológica”. Los números del IMSS BC En el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) trabajan con la encuesta nacional que practicaron en el 2010. En el caso de Baja California, el resultado de prevalencia fue del 15.6 por ciento en un universo de un millón y medio de derechohabientes. En cada una de sus unidades médicas, la medición de los niveles de glucosa a pacientes es un requisito independientemente del estudio o consulta que haya motivado su visita, explica Arturo Rentería Lara, coordinador de Prevención y Atención a la Salud en el IMSS de Baja California. Durante los últimos cuatro años se han diagnosticado 26 mil 727 casos nuevos. Mientras que sumando los casos del IMSS con los de la Secretaría de Salud del Estado, el ISSSTE, la Secretaría de Marina y la Secretaría de la Defensa Nacional, el número asciende a 37 mil 029. Las dificultades para un control metabólico, para propiciar el procesamiento de la glucosa en el paciente diabético, es tal, que en el caso del IMSS, el objetivo nacional es del 30 por ciento de los pacientes. “Es una cifra extraordinariamente baja. Idealmente el 100 por ciento debería estar bajo control. Tan difícil es lograr que un porcentaje alto de pacientes logre el control metabólico, que la cifra que nos ponen como indicador es 30 por ciento”. En Baja California la estabilidad de los pacientes llega a un 35 por ciento, y ello porque los pacientes no asisten, pues capacidad y medicamento sí hay, refiere. La diabetes también es la causa número uno de muertes en la entidad con 566 en el año 2014 cuando se dieron mil 769 hospitalizaciones; indica una letalidad del 32 por ciento. El presupuesto público que en el Estado se ha ejercido del 2011 a la fecha por la diabetes ronda en los 164 millones de pesos. Diabetes en 24 horas: impacto, costo y mortalidad En México durante las últimas 24 horas, 650 personas serán diagnosticadas con diabetes. 194 enfermos morirán –70 por ciento por padecimientos vasculares–, 45 quedarán ciegos, a 56 se les diagnosticará falla renal terminal y 78 serán amputados. Las muertes de diabéticos ocupan el número uno en las estadísticas y hasta el 2012 se contaban casi en 90 mil. Fanghänel Salmón advierte que el 80 por ciento de los casos se generan por obesidad y no por “herencia”. En sus datos, el 94.7 por ciento de los pacientes no están en un buen control metabólico; el tema se agrava cuando estima que el 50 por ciento de los pacientes aún desconoce su enfermedad. El doctor juega con números y calcula que la diabetes asociada a la obesidad (tipo 2), cuesta al año unos 85 mil millones de pesos. Desglosa: 73 por ciento por gastos de tratamiento, 15 en pérdidas por ausentismo y 12 por ingresos perdidos a razón de mortalidad prematura. Los números son del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), también refieren que en el terreno laboral, se pierden 400 millones de horas laborales. El también miembro de la Clínica Integral del Paciente Diabético (CIPADI) del Hospital Ángeles Mocel en la Ciudad de México, habla de su visión respecto al problema de la diabetes en el país que aumenta en incidencia y prevalencia: “La estamos controlando mal porque creo que la abordamos mal. ¿En qué sentido? Nos tardamos mucho en hacer el diagnóstico. Deberíamos todos, desde edad de 25 años, ir con el médico, que nos revise, nos cheque, y si todo sale bien repetir en cinco años para detectarla en forma temprana. Cuenta que en el Hospital General de México cada año se hace un estudio con empleados, con diabéticos y con nuevos casos, y aun cuando se trata de un público cautivo, solo el 40 por ciento llega a la primera convocatoria para educación sobre la enfermedad. “¿Qué campaña puede ayudar cuando la persona, o no se da cuenta, o no se quiere dar cuenta, o no le interesa?”, cuestiona. — ¿Valdría la pena implementar medidas restrictivas que obliguen al paciente a cuidarse? “En algún foro platiqué mis ideas y me tacharon que era demasiado drástico, incluso me decían ´pareces Hitler´. Imagínese la posibilidad que en las instituciones de salud gubernamental, el trabajador que tenga obesidad tenga seis meses para disminuir el 5 por ciento de su peso y un año para el 10, si no, se les rescinde el contrato. Que para conseguir un trabajo se requiera tener un índice de masa corporal, que no fumen, que hagan ejercicio y podemos entonces contratarlo”. Para el especialista los consorcios del país y las instituciones de medicina privada deben atender el tema con esquemas de prevención, pero también de financiamiento en el tratamiento de los pacientes.