Hace algunos días, un alto funcionario de la Cámara Nacional de Comercio de Tijuana, buscaba por todo el edificio escrituras que avalaran la posesión de la construcción donde se ubican sus oficinas en la Zona del Río Tijuana. No las encontró, y habló con algunos de los ex presidentes de la CANACO local, para preguntarles si sabían dónde se hallaban tales documentos. Después de decirle algunos que no, que no tenían idea dónde estaban porque ya no administraban ese organismo empresarial, le inquirieron para qué las buscaba, y con la respuesta se quedaron helados: para sacar un crédito hipotecario. De seguir con la idea, Gilberto Leyva, titular de la CANACO Tijuana -por cierto, heredado a los comerciantes por Mario Escobedo- pasaría a la historia como el primer dirigente de la Cámara en hipotecar el edificio de Zona Río. El funcionario no dio las razones, pero es evidente que para algo requieren dinero los líderes del comercio organizado, lo cual otros ex presidentes no se explican, pues en dos administraciones anteriores, la de David Saúl Guakil y la de Alejandro Ruiz Arretche, éstos trabajaron para dejar espacios de renta para que en el futuro -aparte de las cuotas de los miembros- el organismo no tuviera problemas económicos. En un terreno de la CANACO en Otay, Guakil desarrolló un centro comercial con siete locales, mientras Ruíz no solo remodeló esos locales para cobrar una mejor renta, sino que habilitó en el último piso del edificio de Zona Río, un enorme salón de fiestas que se renta para bodas, quince años y otras celebraciones. Aparte, cuentan con salones más pequeños que se alquilan a otros organismos, gobiernos y empresarios. Y como una tercera propiedad está la de Zona Centro, donde originalmente se ubicó la Cámara y que hoy –asegura un ex presidente- se renta también. No se explican, pues, que con tantas propiedades que generan rentas, por qué -por lo menos- tienen la intención de hipotecar el edificio de CANACO en Zona Río.