Tirso Alfonso Liévano y Raúl Felipe Luévano, dirigentes del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacional en Tijuana, respectivamente, quizá son -o fueron– los militantes políticos que más han jugado a la oposición. El primero frente al PAN-gobierno en el Estado y el segundo como crítico del gobierno municipal priista. Los pocos enfrentamientos verbales que se dan entre los partidos por medio de la prensa o por comunicados, así como imputaciones y respuestas –por cierto, algunas ya subidas de tono-, los han protagonizado ellos. Tirso ha fungido como vocero del gobierno de Jorge Astiazarán Orcí, y Raúl Felipe, como férreo defensor de los temas que aquejan a Francisco Vega de Lamadrid; incluso, han hecho y dicho lo que los gobernantes no hacen por ellos mismos ni por defensa propia. En la semana, en un restaurante de un hotel recién inaugurado frente a la recta de la “Chapu” en Tijuana, Liévano y Luévano se reunieron. Disimulados y sentados frente a frente, divididos por un café, los dirigentes se echaron miradas y hartas sonrisas. Contrario a lo que cualquiera pensaría, ambos lucieron como camaradas verdaderamente entrañables. Ya pues, amigos.