Yenifer, aficionada y jugadora de futbol, dice que la heroína terminó por desviar el rumbo que quería darle a su vida, el deporte. A sus 21 años, la adicción era tal, que vivía en las calles, sucia y alejada de su hijo de cinco años. Recuerda que un día, su padre la encontró y, el 29 de septiembre de 2014, a eso de las cinco de la tarde, la llevó a la Comunidad Terapéutica de Rehabilitación y Reinserción Social de Adicciones para Mujeres Migrantes (COTRRSAMM). Ahí, con talleres, tratamiento médico y psicológico, ha avanzado en su rehabilitación. Dice que lo que más ha aprendido es a comunicarse con las personas. Antes fue cerrada, seria, incapaz de mantener una conversación. A su proceso de reinserción social aún le quedan tres meses, de acuerdo al tratamiento de nueve meses que el centro implementa. Yenifer es una de las cinco mujeres que completan la primera generación que termina su recuperación en COTRRSAMM, que además celebra su primer aniversario. Equipado con consultorio médico, sala de observación, camas, baños y salón de clases, tiene capacidad para 50 mujeres, aunque actualmente alberga a 25. Desde que se fundó, el Ayuntamiento de Tijuana les presta un espacio ubicado a un costado de la Estancia Municipal de Infractores, sin costo alguno. Se mantienen de donativos municipales, pero la mayoría del recurso viene de la asociación civil Damas Voluntarias Dimca y de los propios familiares, cuenta Luz María Palmer, directora del centro. Otro donador es Farmacias Similares, que aporta el medicamento especializado para tratar adicciones.
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