Al diputado del Partido Encuentro Social, Rodolfo Olimpo Hernández, sus puntos de vista religiosos le están costando que ante los ojos de sus compañeros legisladores parezca algo así como un fanático de la fe. Integrantes de la Cámara de Diputados de Baja California vieron con asombro que Olimpo Hernández votó en contra de un dictamen en la Comisión de Justicia que pretendía reformar el Código Penal y agravar los delitos sexuales a menores de edad cuando estos se realizan al interior de las iglesias. El diputado del PES informó que a pesar de condenar “cualquier acto de abuso sexual en contra de algún infante…”, se opone rotundamente a que los ministros de culto que los cometan, tengan mayores sanciones. Sus palabras textuales: hay “una tendencia a nivel internacional, de cada vez establecer mayores límites y sanciones a todas aquellas personas que profesan una fe”. ¿De verdad, diputado?, ¿límites? No se está hablando de un ministro de fe así a secas, sino de un ministro de fe que, aprovechándose de su representación espiritual, abuse sexualmente a menores de edad. Por cierto, ese agravante ya descansa en el Código Penal. Olimpo concluye su posicionamiento: “Mi voto fue… no en es el sentido de ir en contra de una mayor protección a personas vulnerables… (sino que) no permitamos leyes que en vez de permitir la libertad de religión, coarten esta libertad”.