Ciudad de México. – Una voz, la de Sergio Tamai, director de la asociación civil “Ángeles sin Fronteras” y fundador del “Hotel Migrante” en Mexicali, da inicio al documental. Es el festejo de Año Nuevo. La cámara dirigida por la cineasta Paulina Sánchez toma turnos entre los rostros de migrantes y deportados. Aunque el tema principal de “Hotel de Paso” es este hotel –lo explica la propia Paulina Sánchez– la trama revela una opinión contra lo que representa el lugar, la asociación civil y Sergio Tamai, para los alojados, expulsados y colaboradores. De acuerdo a algunos de los testimonios que componen la historia, como el de “El Flaco” –un trabajador del hotel– las prácticas realizadas por “Ángeles sin Frontera” recaen en abusos de la condición de vulnerabilidad de los migrantes y deportados ahí alojados. Como ejemplo, los trabajos de boteo (recolección de dinero) en la garita de Mexicali-Calexico, que todo huésped debe realizar para poder dormir y recibir dos comidas al días en el “Hotel Migrante”. “Es peor que la prisión”, opina frente a la cámara un ex convicto estadounidense y deportado. “Hotel de paso” se estrenó en la décima edición del festival de documentales “Ambulante”, el 30 de enero de 2015. Para su presentación, la directora mexicalense Paulina Sánchez y el editor Rafael Cantero, viajaron a la Ciudad de México. “Mi opinión muy personal es que no hacen las cosas bien, no hay un buen manejo de los encargados hacia los migrantes. A veces lo que comen es comida echada a perder. Reciben donaciones de buena ropa y zapato, pero las venden en el tianguis”, contesta Sánchez acerca del sistema de operación del “Hotel Migrante”. La directora de cine, dedicó cuatro años y siete meses a filmar desde el interior del hotel. Fue ganadora de la beca “Cuauhtémoc-Moctezuma” del Festival Ambulante y ésta es la primera ocasión en que ve su trabajo concluido en pantalla. Al finalizar la proyección de su documental en el Cine Tonalá de la Ciudad de México el domingo 2 de febrero, ZETA conversó con Paulina Sánchez, directora del documental. “No tienen otra opción” Para explicar la condición en que viven deportados de Estados Unidos y migrantes mexicanos y centroamericanos, de paso en Mexicali, la directora comparte “yo llegué con la idea de preguntarles cómo están y qué sienten”. “Los deportados se enfrentan a una realidad en que nadie les da trabajo, no tienen cómo identificarse y si les dan trabajo, muchas veces es un abuso”, detalla. Luego viene la entrada en sus vidas de Sergio Tamai y de “Ángeles sin Fronteras”. “Son despreciados por el sistema laboral y social. Al sufrir este desprecio, llegan al albergue y se encuentran con que Tamai les va a dar trabajo”, continúa. “Por eso “El Flaco” dice (en el documental) que no tienen otra opción de vida. Tamai les paga un sueldo miserable”, narra Paulina Sánchez. La cineasta, quien dice entabló una relación de amistad con varios de los personajes mostrados en su película, afirma “tengo el caso de un migrante que trabajaba 12 horas diarias en una de las tiendas de Tamai y le pagaban 50 pesos, bajo el pretexto de no te pago más porque aquí comes, vives y duermes”. “Es este círculo vicioso, en el que realmente están atrapados. Les es muy difícil salirse de la dinámica impuesta por el Hotel y Tamai y su gente”, concluye. Ni salvador ni victimario Acerca de Sergio Tamai, la directora opina “para mí, era un persona más con sus defectos y virtudes”. Una de las escenas principales del documental –para la directora– es la que muestra esta contradicción de opiniones acerca del director de “Ángeles sin Frontera”. Dos indigentes, ambos ex huéspedes del “Hotel Migrante”, hablan sobre Sergio Tamai. El primero lo describe como un hombre con mucho valor y defensor de los migrantes, pero su compañero asegura que el gobierno le entrega dinero que nunca llega a los huéspedes. “Lo importante no es crucificarlo. Hay que tener claro quién es Tamai a través de los personajes, que ellos nos cuenten”, opina la cineasta. Paulina también habla de prácticas de discriminación dentro del Hotel, “hay mucho odio hacia los centroamericanos por parte de los mexicanos”, explica. En el documental se muestra que la planta baja del edificio, denominada “Zona Dos”, sin camas, solo colchones o cobijas en el piso, ni servicios de electricidad ni agua, está reservada para centroamericanos y mexicanos que han violado las reglas del lugar, como consumir alcohol o drogas. Ahí abajo pueden permanecer, pero sin derecho a comida. — ¿Cómo definirías el Hotel Migrante? “Es un espacio muy complejo en experiencias, sentimientos y emociones. Hace tiempo tenía la seguridad de que el lugar iba a dejar de existir por estos malos manejos. Supongo que va a sobrevivir porque al final de cuentas, cubre una necesidad que nadie está cubriendo, darle techo y comida, en algunos casos, a la gente”. El documental se exhibirá en Baja California, del 16 al 23 de abril. “Antes de la proyección, quiero que la vean los personajes, ir al Hotel y presentarla. Para mí es muy importante, saber qué opinan y cómo se sienten”. La versión de Tamai “Quisiéramos tener todo, por eso le hemos exigido al gobierno que ponga un programa, inclusive, que lo haga él. Nosotros estamos haciendo un trabajo que el gobierno debería hacer, con muchas deficiencias desgraciadamente”, refiere Sergio Tamai el director del Hotel del Migrante, quien acepta que pueda haber fallas y errores, que en ocasiones puede haber “línea dura”, pero que a veces resulta necesaria dado el perfil de un sector de los migrantes que se drogan o alcoholizan. “No somos perfectos, tenemos muchas deficiencias, pero no son malintencionadas, quisiéramos hacer más y si alguien tiene una mejor idea, pero que se pueda hacer, ahí está el ejemplo del ‘Hotel Migrante’, si pueden mejorarla que lo hagan y no nada más vengan y den críticas”. En el caso del documental –el cual aún no ha visto– Tamai comenta que en el resumen de lo bueno y lo malo, que cada quien juzgue; “Por parte nuestra estamos tratando de hacer algo que el gobierno no hace,”
En documental: otra cara del “Hotel Migrante”

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