Al cantautor uruguayo Jorge Drexler, se le debe considerar un embajador de la lengua hispana. Para empezar, es el autor de la primera canción en español en recibir un premio Óscar, por “Al Otro Lado del Río”, que se insertara en la película “Diarios de Motocicleta”, basada en la historia del revolucionario Che Guevara y que protagonizó el mexicano Gael García Bernal, sin olvidar los premios Gardel y Goya que obtuvo en Argentina y España. Ganándose la vida como médico, Drexler se hizo a la música, logrando abrir conciertos de Caetano Veloso y Joaquín Sabina en la capital uruguaya, lo que determinó que en 1995 fuera invitado por Sabina a España, donde desde entonces radica el cantautor, cuyas obras han sido interpretadas en voz de Ana Belén, Pablo Milanés, Miguel Ríos, Ana Torroja, Adriana Varela, Bajofondo Tango Club y Rosario Flores. En su haber, un sinfín de producciones discográficas y un enorme listado de premios, reconocimientos y nominaciones a la entrega de estatuillas de la industria de la música, sin embargo, luego de los discos “Frontera” y “Eco”, la carrera del intérprete de “Todo se Transforma” comenzó a elevarse, pero sin duda, el álbum “Amar la Trama”, publicado en 2010, dio vueltas en el mainstream del público intelectual, poético, apasionado, trovador, y amante de las letras. Una carrera a paso seguro, analizada con ojo clínico, que vuelve a dar otro giro con la producción, lanzamiento y efecto en el público a consecuencia de los ritmos de “Bailar en la Cueva”, que recientemente obtuvo dos Gramófonos en la ceremonia del Grammy Latino como Mejor Grabación y Mejor Álbum Cantautor, por el tema “Universos Paralelos”, a dueto con la chilena Ana Tijoux. Pero la lista de nominaciones se apiló en categorías como Canción del Año, Álbum del Año y Mejor Producción. Luego de la ceremonia, realizada en noviembre pasado, Drexler, de 50 años de edad, regresa a los encabezados de los rotativos para la entrega del Grammy estadounidense -donde es nominado por vez primera-, a efectuarse el próximo 8 de febrero en Los Ángeles, California, donde “Bailar en la Cueva” ha sido considerado en las categorías Mejor Álbum Latino de Rock, Urbano o Contemporáneo, compitiendo con Calle 13, Molotov, Ana Tijoux y Chocquibtown, pero que seguramente ganará el uruguayo, gracias a la creación de un disco heterogéneo. Indudablemente, “Bailar en la Cueva” se enfila como el parte aguas de Drexler, desde el origen de su concepción, pues el objetivo fue buscar una nueva sonoridad en el disco a base de la utilización de instrumentos insólitos que dieron vida a la producción realizada entre España y Colombia, lograda en bloques, en collage, con diferentes músicos e ideas coexistiendo, pero desde un mundo más del cuerpo, del movimiento. Sobre la necesidad de bailar expresada en este disco, Drexler acredita a su adolescencia y juventud formada en medio de una dictadura: “Me crié en un clima de tensión, de represión, en un entorno donde no se bailaba porque no estaba bien visto por el régimen, ese tipo de alegría, de manifestación exterior, y tampoco estaba bien visto por el entorno de izquierda en el que me crié. Era considerado que no valía la pena desarrollar”, relata el cantautor en su canal de videos en YouTube. “Siempre he tenido curiosidad hacia el mundo del movimiento, iba a bailar después de los conciertos, me cuestionaba por qué mis canciones eran ‘imbailables’, de modo que quise salir de ese estereotipo de que los músicos no bailamos”, explica el cantautor uruguayo, cuyo abuelo materno le compartió experiencias de mucho cariño con Colombia, donde fue concebido el ritmo de “Bailar en la Cueva”, que en 2014 atrajo las miradas de la industria de la música. “Este disco me reconectó no solo con Colombia, sino con la Latinoamérica que mi abuelo recorrió. Concibo un momento musical, anímico. Una especie de energía generosa de un país que está saliendo de años difíciles, y que tiene una conexión muy sana con sus raíces y la contemporaneidad de cómo mezclar la música electrónica con los sonidos de raíz, las tradiciones”, expresa el cantante. Según Drexler, la idea de grabar “Bailar en la Cueva” en Bogotá, Colombia, recae en la búsqueda de alegría, creatividad y amor que no iba encontrar en el invierno de Madrid: “Quise recargar las pilas, reconectarme con una América Latina que fui conociendo mucho más los últimos cuatro años en los que giré gracias al disco ‘Amar la Trama’”. De manera que fue en aquel país donde se dio una mezcla de sonidos sin prejuicios y tecnología, el groove y la base rítmica. “Bailar en la Cueva” merece total atención por la diferencia de componer frente a las demás producciones, lo primero que llama la atención es que las letras son más centradas en el ritmo, más acordes y menos narrativa. Es claro que Drexler quiso que las canciones dijeran más por la música, a través del movimiento, del reflejo de la canción en el cuerpo. “Quería un disco de canciones para bailar, basadas en una estructura rítmica reiterativa…”, asume el uruguayo, quien gestó el álbum en una playa española con un bajo sintetizado, luego en Madrid, con el equipo que comparte el crédito de producción, y finalmente en Bogotá, de la mano de Mario Galeano y Eulisis Álvarez, quienes aportaron esas sonoridades colombianas a base de beats, vinilos, samplers, sintetizadores y guarachas que cruzan todo el disco. Canciones como “Bailar en la Cueva”, “Bolivia”, “Data”, “La Luna de Rasquí”, “Universos Paralelos”, “Todo Cae”, “Esfera”, “La Plegaria del Paparazzo”, “La Noche No es de una Ciencia Exacta”, “El Triángulo de las Bermudas” y “Organdi”, fueron producidas con texturas creadas con percusiones, maracas, gaitas, pailas, sintetizadores, sección de metales y cocktail kit (batería que se toca de pie), logrando una heterogeneidad que se refleja hasta en el arte del disco representado con dibujo popular, elementos de la calle, graffiti, collage y colores. Es importante hacer hincapié en que “Bailar en la Cueva” llama la atención porque fue desarrollando una relación con América, parte muy implícita en el disco, por ejemplo, en el tema “Bolivia”, que canta junto al brasileño Caetano Veloso; Chile aparece en la voz de Ana Tijoux en “Universos Paralelos”; en Colombia se grabó el disco, Venezuela está presente con “Luna de Rasquí”, una isla del archipiélago de Roques, Venezuela, y hay una cita de Simón Díaz, un compositor venezolano; Costa Rica está presente con el maestro Walter Fergurson, Uruguay por sus referencias del candombe, y Puerto Rico por la producción de “Todo Cae”, en mano de Eduardo Cabra (Visitante) de Calle 13. En una relación muy abierta con Colombia y Latinoamérica, Drexler agregó el groove a su vida musical, dándole una intensidad rítmica, fuerza y alegría, creado una bestial exigencia y dedicación para separarse de “Amar la Trama”, disco que lo catapultó al éxito que sigue cosechando, pero desde un polo opuesto, alejándose de la homogeneidad de la instrumentación y lo compositivo. Ensamblado con tanta peculiaridad, sumergido en un nuevo horizonte y entre distintas búsquedas, “Bailar en la Cueva” peleará su lugar con Calle 13 por el álbum “Multiviral”; “Behind the Machine” de Chocquibtown; “Agua Maldita” de Molotov; y “Vengo” de Ana Tijoux. Pero singularmente, Calle 13, Molotov y Jorge Drexler fueron los únicos premiados en la versión latina del Grammy, por lo que la disputa tendrá un buen cierre entre el uruguayo, los mexicanos y puertorriqueños, lo cual no es garantía, ya que Enrique Iglesias, quien obtuvo tres nominaciones Grammy Latino, no figura en las categorías estadounidenses. Otros músicos latinoamericanos nominados al Grammy, son Rubén Blades en la categoría Mejor Álbum Pop Latino por “Tangos”, quien compite con “Elypse” de Camila y “Loco de Amor” del colombiano Juanes, “De mil Amores” de Marco Antonio Solís, y “Raíz” de Lila Downs, Niña Pastori y Soledad. En el apartado Mejor Álbum de Música Regional Mexicana, el Gramófono será disputado por Pepe Aguilar, Vicente Fernández, Mariachi Divas y Mariachi Los Arrieros del Valle; sin olvidar el Mejor Álbum de música Tropical, en el que El Gran Combo, Totó la Momposina y Carlos Vives contenderán por el Grammy.