La palabra del gobernador Francisco Vega de Lamadrid no valió. A finales de diciembre, el mandatario puso las reglas para que sus funcionarios que quisieran aspirar a alguna candidatura, a más tardar el 31 de diciembre de 2014 le presentaran sus renuncias o en su caso, su licencia. En aquella fecha, Óscar Vega, ex jefe de Relaciones Públicas y la secretaria de Educación, Rosario Rodríguez, renunciaron; Salvador Morales Riubí, ex secretario particular de gobernador, solo pidió licencia, los tres con suspiros de candidatos. De estos tres ya se conocen sus finales: los dos primeros son precandidatos del PAN y el tercero fue relegado. Fue hasta la semana pasada -una vez que Salvador resultó ninguneado- que el mandatario estatal le pidió la renuncia (13 días después de la dizque fecha límite) a Teodoro Barraza, subsecretario de gobierno en Tijuana para lanzarlo de diputado. Así se marcaron los movimientos del gobernador: en la secretaría de Educación, colocó a su amigo Mario Herrera Zárate, quien era coordinador de Gabinete. En su lugar quedó Isauro López Cárdenas, quien hasta el 13 de enero se desempeñaba como subsecretario de Finanzas. En Relaciones Públicas, a Vega lo sustituyó Odette Valle, y en la oficina particular del Ejecutivo como encargado de despacho, Luis Rodolfo Enríquez. La oficina que “Lolo” Barraza dejó a destiempo en Tijuana aún está acéfala, al igual que la subsecretaría de Finanzas. Quién diría que las ambiciones electorales hicieran movedizos los cargos y los cotos en el poder del Estado.