Ya sea por malos manejos, por desvíos o por pésimos resultados electorales que significan prerrogativas minuciosas, el PRD en Baja California no es un partido… digamos, con mucha capacidad económica. Menesteroso, pues. Y la historia se viene repitiendo desde hace años, no hay para pagar oficinas del partido, no hay para teléfono ni secretarias, mucho menos para campañas. Algunos militantes creen tener la clave para dejar atrás la pobreza en el partido. Invitarán a empresarios con el bolsillo lleno para que inviertan en sus propias candidaturas. Por ejemplo, negocian con Víctor Padilla, conocido por su paso en la vicepresidencia de la CANACO en Tijuana, o bien, le coquetean a Héctor Aros Encinas, empresario industrial en la zona de Otay. Es más, están pensando en dirigentes transportistas como Víctor Sánchez.