La propuesta migratoria del Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, -a grandes rasgos oficializar a millones de indocumentados- está atorada y parece ser que así seguirá. Aprobada en el Senado, la reforma de Obama no fue abordada por los Congresistas; mientras los republicanos no confían en el demócrata mandatario, tienen sus prejuicios para ciudadanizar a los indocumentados que no tengan –entre otros requisitos- antecedentes criminales, penales. Independientes –por el momento- las cámaras legislativas de los Estados Unidos a la política de su presidente, de no aprobarse la reforma migratoria de Obama antes que la actual legislatura abandone el poder –el 4 de noviembre de 2014 se renovará la Cámara de Representantes donde actualmente los Republicanos tienen 233 asientos, y los demócratas 199- el documento caducaría, y sería necesario que en la siguiente legislatura se elaborara una nueva propuesta. Es evidente que Enrique Peña Nieto, el presidente de México, también está consiente que el tema no dará para más en la Unión Americana, pues no hay otra manera de explicar que en su estancia, presencia y palabras en la Organización de las Naciones Unidas, se haya quedado calladito en el tema de la reforma migratoria en los Estados Unidos que tanto beneficiaría a millones de mexicanos en aquel país, y cosa curiosa le entrara a la defensa de los pueblos indígenas en todo el mundo no nada más en México. Hace unos días en este contexto, el Presidente de los Estados Unidos envío a la Cámara de su país la nominación de María Echaveste para ser nombrada Embajadora de aquel país en México, en sustitución del actual encargado de la diplomacia norteamericana, Anthony Wayne. El suceso no llamaría la atención sino fuera por tres cuestiones: 1.- Se trata de una mujer, con lo que sería la primera ocasión que en México la representación de la Unión Americana recaiga en manos de una dama. <p>2.- Se llama María, un nombre vaya, de mucha tradición en países de habla hispana, particularmente en México. 3.- Es de ascendencia mexicana. María es en efecto, hija de padres mexicanos. Los suyos emigraron a los Estados Unidos cuando como a muchos connacionales, las oportunidades en este lado de la frontera se les acabaron. Ella nació en Texas, pero sus padres se mudaron a California unos años después donde María estudió Antropología en la Universidad de Stanford, Derecho en la Universidad de Berkeley y se convirtió en litigante en Los Ángeles y posteriormente en Nueva York. La hija de padres mexicanos y con 60 años de edad, representa más la política del ex Presidente Bill Clinton que la de Barack Obama. Por eso hay quienes piensan que su nominación para ser Embajadora en México es para abrir el camino al voto –entre la comunidad mexicana e hispana- para Hillary Clinton en el 2016. Con Bill Clinton primero fue asesora y después jefa de la oficina del Presidente. Obvio, María Echaveste es una de las latinas más reconocidas, influyentes y poderosas de los Estados Unidos. Pero aparte de prepararle o no, el camino a Hillary Clinton para el 2016, el nombramiento de María en México tiene otras lecturas. Por ejemplo, enviar a la hija de migrantes mexicanos a la Embajada de México, para vender el interés en el tema, haya o no en la Cámara de Representantes discusión y votación de la reforma migratoria. Otra, enviarle al Presidente Enrique Peña Nieto, al “salvador de México”, una diplomática con un marco referencial crudo y actual de lo que significa la vivencia –la de sus padres- de abandonar el país por la falta de oportunidad de desarrollo económico, social y político. También se puede leer como el inicio de una nueva relación diplomática entre los Estados Unidos y México, solo comparable con lo que en el servicio diplomático de la Unión Americana llaman “Las tres íes”, que un experto me lo explicó así: “Un Embajador de los Estados Unidos en Irlanda, Italia e Israel, debe tener raíces en esos países para poder ser nombrado, nominado y aceptado como tal”. La justificación es que las raíces de sangre de Irlanda, Italia e Israel en los Estados Unidos pesan mucho en la integración de la sociedad norteamericana, además que esos países contribuyen a partir de su migración al crecimiento de ambas naciones. Nombrar un Embajador –Embajadora en este caso- en México con raíces mexicanas, podría ubicar a México como el cuarto país al que le conceden ese beneficio no escrito en la diplomacia norteamericana, pero que se interpreta como una coordinación bilateral más que una representación de un país dentro de otro. Enviar a la hija de unos mexicanos que emigraron a los Estados Unidos, como Embajadora a México, es el símbolo que la reforma migratoria de Obama no pasará en el corto plazo. Es la estrategia para decirle a los mexicanos que son considerados pero que no es para tanto. Y Peña lo sabe, por eso habla de los derechos de los indígenas y no de los derechos de los migrantes en las Naciones Unidas. Falta que la nominación de María Echaveste sea aprobada para iniciar el nuevo capítulo entre las relaciones diplomáticas de los Estados Unidos y México… y a ver cómo les va a los connacionales en aquel país. Y a las autoridades mexicanas en este.