Se celebró la quinta corrida de la exitosa temporada 2014 en la Monumental de Playas, el 7 de septiembre, lidiando cinco de Real de Solera que fueron malos, mansos y descastados, a excepción del jugado en segundo lugar, propiedad de José Luis Cervantes. Cervantes se sentía muy dolido porque le tenía mucha fe a ese toro que resultó bravísimo con el caballo, lamentablemente estaba burriciego, condición que permite al toro ver de lejos y no de cerca; incluso rompió dos capotes. Alejandro Martínez Vertiz no llegó, y envió un comunicado de prensa que todos sabemos, puede ser falso o se hace a petición del interesado. En el papel se indica que tiene torcido un dedo del pie. Es de sobra sabido que a los toreros los infiltran, incluso los valientes salen con las cornadas abiertas. Fernando Galán deberá aprender a resistir la presión del público, tiene que ver con atención las corridas en Las Ventas, San Isidro, Pamplona, Lisboa y de la propia Plaza México, donde Galán ya ha toreado y está enterado que el juez, es un inquisidor. A partir de este mes, los anti taurinos enviarán al Congreso del Estado su petición, que busca abolir la Fiesta en Baja California. Por tal motivo, ya se encuentra trabajando un equipo de abogados de Tijuana. En la víspera se organizará un festival de lujo en la Monumental de Playas, con la finalidad de recabar fondos, pues hay que pagar gastos y viajes. Ricardo Fernández Soto recibió un reconocimiento en el tercio por 50 años de estar al frente de la Banda de Música. Las reseñas parecen todas iguales, y es que en el Toreo no hay nada nuevo que no sea el estilo de cada diestro, la profundidad que le imprima a su quehacer, además de entrega y sabiduría. Primero. “Tito” le correspondió a Arturo Macías “El Cejas” vestido de verde botella y oro, al que recibió con verónicas. Fue al caballo, lances con la izquierda y el de pecho, molinetes rodilla en tierra y el de pecho, martinete y el de pecho. Con la izquierda se agarró del costillar y el de pecho, molinetes. Una estocada tendida y descabello. Palmas. Segundo. “Arenero”, muy bravo, tocó en turno a Antonio García “El Chihuahua”, vestido de turquesa y oro. Tomó los palos un par de largas, un violín y otro par de bastante exposición con su peculiar estilo. Aseado trasteo. Una entera caída. Cuatro pinchazos, un metisaca. Entera desprendida. Un golpe. Aplausos. Tercero. “Calita” despachó a “Socio”, recibió a porta gayola, siguió con largas rodillas en tierra. Vinieron las chicuelinas, chicuelinas antiguas y el remate. Derechazos. Un tropezón a un banderillero y se salvó de milagro de la cornada. Ramillete de muletazos con ambas manos y el de pecho. Se perfiló y lo atravesó. Una entera. Aplausos. Una vuelta de mucho peso. Cuarto. Para “El Cejas” fue “Ganadero”, al que suministró tres cambiadas de rodillas, derechazos, la media y el de pecho. Se agarró del costillar el de pecho, desplantes, manoletinas, abaniqueo. Una entera tendida. Una oreja. Quinto. “El Chihuahua”, verónicas, chicuelinas y la media, la zapopina. Un par de largas, un violín y un quiebro sentado en una silla, que por cierto, se hizo añicos. Se arrancó a dar una vuelta. Tanda de derechazos, el de pecho rodilla en tierra, trincherazos, el de pecho, desplantes, pase de pecho. Una entera desprendida y otro descabello. Aplausos. Sexto. “Calita”, faroles invertidos, eterna tanda de derechazos. Una entera. Oreja. A disgusto porque su toro salió burriciego, José Luis Cervantes define al toro de lidia como un conjunto de rasgos externos, actitudes y reacciones observables a simple vista. Existe un riquísimo vocabulario taurino para designar los diferentes aspectos de la morfología y comportamiento del toro. Se dice que un toro tiene trapío cuando reúne las cualidades físicas y la presencia necesaria para la lidia de un animal. Después del nacimiento, y antes del destete, el becerro vivirá ocho o nueve meses alimentado y protegido por su madre. Dado que su madurez sexual se produce a los 16 meses, aproximadamente, poco después del año se separan machos y hembras, que a partir de ese momento, vivirán en cercados diferentes. Las edades se denominan con nombres específicos: añojos (un año), erales (dos años), utreros (tres años), cuatreños (cuatro años) y cinqueños (cinco años). En las manadas de toros se establece una rigurosa jerarquía, se denomina mandón al toro dominante y que maltrata a los demás. Con cierta frecuencia, este jefe es desafiado por otro miembro de la torada para arrebatarle el liderato, produciéndose violentas peleas. El toro derrotado se denomina abochornado, y es atacado y perseguido por el resto de la manada, quedando apartado de la misma y volviéndose irascible, muy peligroso. Dado que los toros no tienen acceso a las hembras, se montan unos a otros para mitigar su apetito sexual. En cada toreada acostumbra a haber un toro más débil o tímido que el resto, al que montan los demás. Es una creencia extendida que a los toros supuestamente les altera de alguna manera el color rojo. Tal afirmación es falsa, como también lo es que estos animales vean en blanco y negro, pues en realidad los toros cuentan con visión dicromática, es decir, tienen capacidad de descomponer el espectro luminoso en dos componentes esenciales, y según la cantidad de cada uno, son capaces de diferenciar los diferentes colores, pero carecen de los fotorreceptores. En realidad, “a los toros no les altera el rojo, lo ven, pero no les crea una conducta agresiva, cuando cargan contra el capote, cargan contra el movimiento”, remató Cervantes.