En la tercera corrida en la Plaza Monumental de Playas de Tijuana, vimos a una rejoneadora a la que le faltan muchas leguas por recorrer y a dos matadores muy distintos, por ello, obedecen a la Escuela Rondeña y Sevillana, Fabián Barba y José Mauricio, respectivamente. A excepción del ganado de la caballista, los toros de San José fueron, en términos generales, débiles, descastados y ofrecieron pésimo juego. Pese a ello, Barba conquistó una oreja. Y es que regalar la oreja, como fue el caso de Mónica Serrano en su segundo, en vez de beneficiarle, la perjudica. Si alguien sabe que no merecía la presea, es ella, que se presentaba en Tijuana y se encontró con un público bonachón, y un juez que se ablandó (Fernando Galán). De ninguna manera la novillera debió tomar esa oreja y además festinarla; si de regalar la oreja se trataba, se la hubieran dado, pero a su cuadra. Fabián Barba y José Mauricio vieron truncados sus deseos de agradar, triunfar, una buena disposición y voluntad. Barba regaló uno de Boquilla del Carmen, al que tampoco se le pudo hacer nada. El sobresaliente fue el veterano Francisco López “El Yiyo”. La entrada aceptable. Para el 31 de agosto se anuncia al poderosísimo Joselito Adame, el mexicano triunfador de Europa. San José, divisa azul y oro; La Estancia, blanco, rey y rosa. Boquilla del Carmen, rosa y negro; Jorge Hernández Andrés se presentaba rojo, blanco y azul. El ganado se dejó “meter mano”, aunque lo hacía peligrosamente, colándose, de mala clase. La debilidad fue puesta de manifiesto durante toda la tarde, por ese motivo, tuvieron que irse en su mayoría con dos pares. Primero. “Xolo”, número 11 y 385 kilos, negro, tocó en turno a la incipiente rejoneadora Mónica Serrano. Vestida de corto, coleó con aseo, un primer rejón aceptable. Segundo rejón muy caído, dos banderillas en iguales condiciones, uno al quiebro. La caballista deja grandes ausencias entre cambios de caballo, y lo que empieza, no lo termina. Paulatinamente aparecieron “Irán”, “Verdi”, “Madroño”, “Gaudí”, “Obelisco”, “Arzac” y “Marlboro”. Dejó entrar a Los Forcados, que hicieron la “pega” hasta en el segundo intento. Siguió Serrano con tres rejones de muerte, colocándolos como “Dios le dio a entender”. Un aviso. Aplausos y luego se arrancó por su cuenta a dar la vuelta en compañía del Forcado de Cara. Segundo. Vestido de turquesa y oro, Fabián Barba recibió a “Centenario”, negro, número 167 y 455 kilos. Ajustadas verónicas y la media. Llevó al toro al caballo por chicuelinas. Gaoneras y el remate. Torea muy ajustado con la muleta, es asentado. Pases por ambos lados. Molinete. Una tanda por el lado derecho, toreó de rodillas y el de pecho. Ayudados con la izquierda y abanicos. Aniquiló pronto. Una oreja. Tercero. Para José Mauricio, de traje, teja y oro, fue “Cubetero”, negro, salinero y meano, número 153 y 490 kilos. Verónicas y el manguerazo. Gaoneras. José Mauricio es un artista con el capote. Es torero-charro, saturado de matices, por ello ya tiene olvidado que en 2011, tuvo un enfrentamiento con Octavio García “El Payo” y su cuadrilla en el lobby de un hotel de Guadalajara, precisamente por un quite que le tocaba a José Mauricio en el toro de “El Payo”; y como hubo golpes de por medio, el asunto trascendió. Ahora se limita a sonreír y medita que “el Toreo es arte de caballeros”. Si el toro ya fue picado en dos ocasiones, se tiene derecho a “quitar”. “Es de bien nacidos respetar el trabajo del otro”, opina. Las condiciones de “Cubetero”, jugado en tercer sitio, no permitieron concesiones ni lucimiento, y su labor con la muleta se empañó en tandas aisladas, pero de calidad. Cuatro pinchazos. Un aviso. Una entera trasera y desprendida. Palmitas. Cuarto y segundo de rejones. “Maestro”, negro, número 27 y 400 kilos, de Jorge Hernández Andrés, ganadería que se presentó de divisa rojo, blanco y azul. Principió Mónica Serrano, con un aceptable rejón, luego un rejón trasero. Dio paso al sobresaliente Francisco López “El Yiyo” vestido de celeste y oro, tres verónicas y la media. La rejoneadora trata de apoyarse en los tiempos muertos, sin realizar faena. Una banderilla muy caída, otra que se cayó. Banderilla al quiebro. Otra banderilla que también cayó. Antes rejoneó a la grupa, con holgura, haciendo gala de una entrenada cuadra. Adornos con los caballos, sonrisas y pedir aplausos, fueron su carta fuerte. Dejó entrar a Los Forcados que no lograron la primera “pega”, pero sí la segunda, y con bastante éxito. Un rejón de muerte colocado entre la espina dorsal y la parte superior de una manita, otro rejón trasero y caído. El novillo se amorcilló. Y aunque Usted no lo crea, el juez Fernando Galán, le regaló una oreja. Serrano recorrió el anillo con el Forcado de Cara. A eso se le llama no tener vergüenza. Quinto. “Ventanero”, número 143 y 470 kilos, fue para Fabián Barba. Farol accidentado a medio ruedo. Verónicas y la media. Llevó al toro al caballo por chicuelinas. “Ventanero” empujó con bravura, recibió dos puyazos. Gaoneras y remate. Con la franela molinetes y, contra su costumbre, toreó de rodillas y el de pecho. Ayudados con la izquierda. Este toro se estrelló y posiblemente se lesionó del cuello, porque en lo sucesivo no pudo hilvanársele la faena que Barba hubiera querido o soñado, salió muy bueno y luego cambió de lidia totalmente. Pese a eso, Fabián no se rindió y siguió insistiendo en tandas de derechazos y con la izquierda. Un pinchazo sin soltar, una media, dos descabellos, un aviso. Aplausos. Sexto. “Adelito”, entrepelado, lucero, meano, número 145 y 495 kilos, José Mauricio, lances finos y la media. Gaoneras. Con la muleta macheteó de pitón a pitón, el toro no le permitió acoplamiento. Un pinchazo. Entera. Aplausos. Séptimo. Primera reserva de Boquilla del Carmen, divisa rosa y negro. Regalo de Fabián Barba. “Presidente”, cárdeno oscuro y nevado, número 703 y 480 kilos. Verónicas y la revolera, provocando un tumbo. Fabián Barba cargó la suerte, que es indicarle al toro el camino y obligarlo a embestir. “Presidente” salió como el resto del encierro, débil y descastado. Se refugió en tablas, más derechazos y la dosantina. Fabián se esmeró en tandas con la izquierda, pero ya no había nada que hacer. Un pinchazo. Una entera. Dos descabellos. Un aviso. Aplausos. arruzina@gmail.com “Trabajo sin presión de nadie”: juez Fernando Galán acepta el error que cometió al otorgar la oreja a la rejoneadora Mónica Serrano, a la cual ni siquiera conoce. Dice trabajar “sin presión de nadie”. En lo que lleva de juez, no le han ofrecido dinero, ni él se vendería. Es algo que le parece deleznable. Continuará ejerciendo su labor con honestidad mientras el alcalde, Jorge Astiazarán, lo conserve en el puesto. Pondrá su granito de arena, en virtud de que todos estamos involucrados en el bienestar de la Fiesta. A Galán le gusta escuchar a su equipo de trabajo. También pide al público que entiendan su posición, pues no con todas las personas se queda bien, a veces se cometen errores. Lo que menos quiere es ser protagónico. El protagonista debe ser siempre el torero y el ganadero, “nosotros estamos de paso”. Textualmente puntualizó que de Mónica Serrano le gustó su actitud, incluso le apreció un quiebro que no lo había visto nunca y fue muy temerario. El motivo del obsequio de la oreja fue porque el público estuvo muy a gusto con ella, en sus dos toros, ciertamente mató mal. Sobre todo al segundo -se le fue la mano muy abajo-. Insistió en que la petición del apéndice fue unánime y “se dejó llevar”. La petición no fue unánime; considerable, sí. Un amplio sector no estuvo de acuerdo. Incluso la rejoneadora repite el 31 de agosto. En lo personal, su quehacer le pareció muy completo. Al igual que la de Los Forcados, que toman al toro muy de largo, ellos se colocan en la querencia y aguantan los toros en los medios, donde el burel aprieta más, además de que llega con toda la fuerza. El anterior reclamo se fundamenta en apego al Artículo 63 del Reglamento Taurino vigente, que a la letra dice: “Cuando la labor del espada provoque la petición de apéndices por parte del público, el Juez de Plaza, para concederlos se sujetará a las siguientes reglas: se otorgará la oreja cuando después de una labor -meritoria- del espada, una notoria mayoría de espectadores así lo soliciten justificadamente”. La otra oreja, cuando a juicio de la autoridad, la labor del diestro haya sido brillante y que así lo amerite, es facultad exclusiva del juez otorgar el rabo, cuando lo excepcional de la hazaña lo justifique. “Queda prohibida cualquier otra manipulación, así como el caso que una oreja la partan en dos”. Fernando Galán ama el ser torero, ya que fue novillero y toreó 45 tardes. Una vez le fue muy mal en la Plaza México y le costó bastante asimilar que era el momento de declinar. Tiene una cornada interna en la ingle y un puntazo. Las cornadas duelen y sí se siente cuando “se lleva”, pero al instante, se quiere salir, estar bien y matar al toro. El encierro de la tercera corrida no le gustó, no tuvo fuerza, fue descastado. Los animales con estas características tienden a defenderse. Fabián Barba emprendió un trabajo encomiable, aunque eran toros para lidiar y matar. Su segundo “Ventanero” parecía que iba a ser bueno, hasta de arrastre lento. Respondió con alegría al capote, fue a varas con bravura, le colocaron tres pares, debido a que tenía fuerza; lamentablemente lo estrellaron y seguro tuvo un daño en las cervicales, pues ya no pudo dársele un muletazo con hondura o lucimiento. La primera corrida, el juez la calificó de completa, Eulalio López “Zotoluco” estuvo sensacional con sus dos de Campo Hermoso, a los que tuvo que llevar con pinzas. De la segunda de Pozo Hondo, enalteció la bravura, nobleza, recorrido, fijeza y obediencia de “Lobito”, que al saltar al callejón derribó una puerta y brincó una vez más porque se le acabó el ruedo. “Lobito” era de indulto, lamentablemente nadie sacó un pañuelo. El arrojo de Octavio García “El Payo”, su faena era de rabo y acabó pinchando sin cesar. Sobre el regreso de Joselito Adame, triunfador de Europa, Fernando Galán remarcó que es extraordinario y le encantaría que con él volviera “El Payo”. Se rumora que tal vez haya dos corridas más, una el 17 y la otra el 24 de agosto, para cerrar con el gran Joselito Adame, el 30.