Caminos que frecuenté y que el tiempo los borró con polvo y hierbas silvestres, solo el recuerdo quedó. Unas veces me llevaban mis pisadas para allá, otras veces mis pisadas me regresaban acá. Y de tanto ir y venir entre el barro de mi tierra mis pasos hicieron huella de Coalcomán a la sierra. Pasitos de pies de niño que alimenta una ilusión escondida allá muy dentro, muy dentro del corazón. Pasitos de pies descalzos que van escribiendo historias, grabadas entre la tierra sus vivencias y memorias. Pasitos que se perdieron allá entre los matorrales, con cuidados maternales y que siempre acompañaron. Pasitos de pies descalzos que sangran al caminar de tanto andar y andar sin tener ningún descanso. Pasitos que dejan eco entre piedras del camino van grabando su destino que ya se está haciendo viejo. Pasitos que ya no deben regresar hacia el pasado por haber allá dejado vivencias por las que mueren. Pasitos que van huyendo por veredas de la vida, la que tiene una salida y expulsa al que va muriendo. Son pasos ya muy cansados que van llegando al destino que los trajo este camino a ver sus seres amados. Mi madre, también mi padre; se acabaron sus pasitos porque se hicieron viejitos, su tiempo ya se hizo tarde. Pasitos de Padre nuestro que del hijo son seguidos, del nieto son perseguidos, del bisnieto ya no encuentro. Alberto Torres Barragán Tijuana, B. C.
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