En torno a una mesa desolada jorobado por los años que pasaron llora un viejo, sus hijos lo dejaron por seguir a la mujer musa soñada. Ya no se escuchan los gritos y las risas ni mucho menos escucho sus canciones, solo silencio por todos los rincones mi fiel amigo, por qué me martirizas. Hoy me acompañan dolencias y tristezas, resentimientos y amargas decepciones, quizá tú digas son meras sutilezas. No hagas caso, los seres dan traiciones con menosprecios tu vida la hacen trizas porque son hombres de crueles corazones. Alberto Torres Barragán Tijuana, B. C.