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miércoles, octubre 2, 2024
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Policías acusados de agresión

Dos policías municipales adscritos a la delegación de Camalú, en el municipio de Ensenada, fueron acusados de detener irregularmente a una joven de 24 años de edad, residente del poblado, bajarla a la fuerza de su vehículo, esposarla, arrojarla dentro de la patrulla, insultarla verbalmente, abusar sexualmente de ella en el asiento trasero de la misma patrulla, luego encerrarla durante casi 2 horas en las celdas de la delegación, y finalmente dejarla libre, sin multa, ni explicación de por medio. Los oficiales que en estos momentos están siendo investigados son Mario Alberto Soto Villegas y Oswaldo Portillo Sánchez, ambos policías municipales asignados a la Dirección de Desarrollo Rural Sustentable y Delegaciones del XXI Ayuntamiento de Ensenada y quienes al menos hasta el día 4 de junio continuaban patrullando las calles de Camalú. La joven afectada, a quien para proteger su identidad llamaremos Andrea, interpuso denuncias formales en compañía de su mamá, ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), quedando ésta bajo el expediente 853/2014/306 por el delito Abuso Sexual; ante la Procuraduría de los Derechos Humanos en Baja California (PDHBC) bajo los números 28/05/14-484-99264; y en Sindicatura Municipal del XXI Ayuntamiento, a partir del día siguiente en que ocurrieron los hechos, que fueron el domingo 25 de mayo del 2014. Los hechos que narramos a continuación integran parte de estos documentos. Además del testimonio de la joven, existen dos testigos quienes confirmaron ante la autoridad la agresión de la que fue objeto. Su propia mamá, y un hombre que la acompañaba, quienes minutos después de que Andrea fue detenida, se habían trasladado al sitio y descubrieron a uno de los policías aún encima de ella, mientras Andrea, esposada al interior de la patrulla, se encontraba semidesnuda, con su ropa interior abajo. “¡Pinche puta! ¡Estás bien rica, mamacita! ¡Déjate, pinche puta!”; fueron las palabras que Andrea recuerda haber escuchado de uno de los agentes, mientras estaba siendo abusada, tocada en sus partes íntimas. La joven se encontraba boca arriba, con la cabeza doblada hacia enfrente, aplastada por el peso del sujeto arriba de ella, sentía cómo se lastimaban cada vez más sus muñecas, esposadas y que tenía detrás de su espalda. Al mismo tiempo, el sujeto le apretaba fuertemente, al grado de dejarle marcas que fueron después registradas por un médico, uno de sus pechos. En entrevista con ZETA, Andrea y su mamá, narraron que el día del incidente habían planeado ir a la playa. Iban en el carro de Andrea, un automóvil negro, tipo sedán. Su mamá le dijo que primero llegaría a su casa al baño, mientras que Andrea decidió adelantarse. Se fue sola a pasar unos minutos antes de regresar por su mamá. Su casa, está en una de las calles que llevan directamente hacia la orilla del mar. En pocos minutos van y regresan. Cuando Andrea se dirigía de vuelta a donde estaba su mamá, comentó haber recibido un mensaje en su celular. Eran alrededor de las 5:30 pm. Se detuvo a responder el mensaje y se estacionó a la orilla del camino, una calle de terracería. Estaba ya a menos de 1 kilómetro de distancia de su casa, casi a la vista, salvo por una pequeña curva. Fue entonces cuando los policías se acercaron a su vehículo, y le pidieron que se bajara. La joven preguntó a los oficiales cuál era el motivo, y la respuesta fue, que buscaban a un sospechoso que casi había atropellado a un niño, y el sospechoso traía un carro negro. La joven comentó haberse negado a bajarse. Luego, que fue sacada a la fuerza de su automóvil por los policías, quienes la esposaron y después la arrojarían al interior de la patrulla, donde uno de ellos se le abalanzó, comenzó a tocarla, a insultarla y a lastimarla. El otro oficial, permaneció afuera. Andrea explicó que mientras estaba siendo abusada escuchó el sonido de un automóvil que pasaba, y luego vio cómo se abrió una de las puertas de la patrulla, y vio a su mamá, a quien le gritó que la ayudara y que le llamara pronto a un abogado que conocía. Quería que registrara las evidencias de lo que le hacían. El testimonio de la madre “Ella se fue (a la playa), y yo salí y me quedé parada ahí (en el patio de la casa). A los 10 minutos pasó la patrulla ¡pero recio, a lo que daba!, y dije ¡Dios mío, mi hija para allá agarró!, ¿qué pasaría?, dije yo. Y me quedé y entonces me paré allá en la orilla y miré hacia allá, y haga de cuenta que ya el sol ya estaba más bajo que otra cosa, y en el bordito que se ve allá, es una lomita, ahí se miraban las luces de la patrulla que giraban. Dije yo, ¿será que es a mi hija o a quién? Entonces le llamé a una amiga, no me contestó, le llamé a la otra, tampoco. Empecé a caminar, ahí en el camino encontré a Guillermo (modificamos el nombre real), y le dije oye, Guillermo, un paro, ‘¿ah sí de qué?’, y le dije llévame, dame un raite y te doy pa’ la gota, y dijo ‘Sí, súbase’. Al llegar yo allá un policía haga de cuenta que estaba en la punta de la patrulla, mirando hacia acá pa’l poblado. Y el otro tenía la puerta abierta. Él estaba parado pero estaba así sobre de ella, y ella no se miraba, estaba entre sentada y entre como así acostada. Entonces dijo el policía, volteó y dijo, ‘¡Circulando, circulando!’, dijo el que estaba parado mirando para acá. Y el otro no se movió, más que lo que hizo que la puerta, como la tenía abierta, haga de cuenta que se la jaló más pa’ sobre de él. Y yo me quedé mirando y le dije ‘¡Oye, Guillermo, aquí pasa algo!’. Él se orilló y abrí la puerta y dijo ‘No, señora, no se baje porque se va a lastimar’ (el vehículo seguía en movimiento). ¡No!, le dije, me bajo porque aquí está pasando algo, ¡a mi hija le están haciendo algo! Y corrí pa’ sobre de ella y cuando corrí pa’ sobre de ella, el policía levantó la mirada y dijo ‘¡Hey, hey!, usté no va para allá, usted no tiene nada, ¿qué es usted de ella o qué?’. Entonces yo le dije es mi hija, y soy su mamá. Entonces el policía que estaba sobe de ella, al instante se enderezó y vi cuando hizo la mano así y vi la cosa negra que se vino, la chamarra de él le cayó a ella acá (en las piernas), y cerró la puerta y se pegó así (recargado sobre la patrulla). Al ver que él se pegó así yo le di vuelta a la patrulla y abrí la puerta. Y dijo el policía, ‘Usted por qué está abriendo ahí, usted no tiene ningún derecho, y por qué’, dijo él, y abrí la puerta y el Guillermo se paró atrás de mí, y le dije, bueno le dije ‘¿Y ahora tú qué haces ahí así?’. Entonces ella volteó y donde volteó y me miró dijo ‘¡Ay, amá, llámele al Enrique! (el abogado), llámele al Enrique, que venga y que me saque fotos, porque este hijo de su puta madre me está manoseando, me sacó mis chichis, dijo, y me empezó a mamar mis chichis a besarme a tocarme, y tengo los calzones bajados’…entonces dijo el Guillermo, ‘Señora, tape a su hija porque se le mira todo’”. Tras escuchar el nombre de Enrique, los policías preguntaron, ‘¿Y quién es ése?’. “Es mi abogado”, dijo la joven. “Aquí no ocupas abogado, aquí las cosas se van a arreglar entre nosotros y cálmate, deja de gritar para que te podamos ayudar, porque tú, muchacha, complicas todo”, dijo el policía según los testimonios de madre e hija. La madre de Andrea, le subió la ropa interior a su hija, y tomó las llaves del carro, sin embargo, minutos después los policías llamarían a una grúa que se llevaría el automóvil a un corralón y se llevarían “detenida” a Andrea, todavía arriba de la patrulla. La mamá de la joven tuvo que regresar con Guillermo, y dirigirse a las oficinas de la delegación detrás de ellos. En el camino hacia la delegación, narró Andrea, los oficiales comenzaron a insultarla nuevamente, el mismo policía que minutos antes la había estado tocando, ahora la sujetaba del cuello y la amenazaba. Golpeaba su cabeza contra uno de los asientos y le decía que si se hubiera quedado callada no tendrían que pasar por eso, que ahora iba a irse a la cárcel y ya no recuperaría su carro. “Así es como merecen las putas como tú, ¿por qué no te dejaste?, maldita puta infeliz, que bien nos la hubiéramos pasado”, escuchó la joven mientras el otro policía le decía a su compañero “…cálmate, güey, ya cálmate, ya no le digas nada, déjala”, a lo que el otro respondía “…no, así es como merecen estas putas”, mientras apretaba los dientes la sujetaba del cabello y la azotaba en el asiento de la patrulla. Después, la joven fue encerrada al interior de la delegación. Estuvo ahí cerca de dos horas, mientras su mamá permanecía en una banca en las oficinas esperando que su hija saliera. Llorando. Los oficiales, recuerda la mamá, se encerraron en una de las oficinas de la delegación, discutieron y luego uno de ellos se dirigió hacia ella. Le entregó un papel con el que le aseguró que podía sacar su carro del corralón sin costo, que ya no debía nada ni a la delegación, salvo con el dueño de la grúa por el “raite del carro”. “Y aquí usted no le debe nada a nadie, ni a delegación ni a nadie”, fue lo que escuchó la mamá de Andrea, antes de recibir la siguiente advertencia de uno de los dos policías acusados: “Y le digo de una vez, yo le aconsejo que no nos traiga en problemas, de favor se lo pido, ni para arriba ni para abajo. Y le aconsejo que se vaya a vivir a Ensenada”. La advertencia vino después de que los policías habían arrebatado de las manos de la mamá de Andrea, los resultados de un examen médico practicado por una doctora minutos antes a la joven, y donde se habían registrado las marcas y moretones que había recibido. “Ah sí, no hay ningún problema, le dije, y gracias por su consejo, le contesté. Y luego dijo, que conste, señora, que lo hago por usted…por usted lo hago, es que le echamos la mano”, comentó la mamá. Finalmente, la joven fue liberada sin ningún tipo de multa o reporte, y se fue junto con su mamá a su casa. Los siguientes 3 días, Andrea tuvo fiebre, no podía dormir, tenía pesadillas y ansiedad. “Aunque ya soy mayor de edad, creo que esto me va a costar, no lo voy a poder superar, porque usted sabe que esto nunca me había pasado. Y pues enemigos aquí no tenemos y ahora hasta con miedo vamos a andar”, le decía a su mamá. Patrullas rondaron los días siguientes a las denuncias el lugar de trabajo de Andrea. Se estacionaban cerca, mirando hacia donde ella estaba. La joven asustada, explicó a ZETA que aún teme por su integridad, que le pueda pasar algo, sin embargo se ha mantenido firme en su denuncia del abuso. “Cuando estaba en el Ministerio Público, la persona que me estaba tomando la denuncia me dijo, ‘¿Sí sabes que echar mentiras también es delito?, que te pueden castigar por eso’. Entonces yo le dije, ‘Sí, pero yo estoy aquí diciendo la verdad, y conécteme si quiere, a un detector de mentiras para que vea que es verdad lo que le digo’”, platicó Andrea. “Si algo me llega a pasar, hago responsables a estos policías, si algo le pasa a mi familia, los hacemos responsables”, agregó. El abogado de Andrea, junto con otras fuentes, confirmó a ZETA que los mismos dos policías continuaban trabajando y patrullando las calles de Camalú, y es que pese a estar bajo una investigación en Sindicatura, el propio Síndico Municipal, Iván Alonso Barbosa Ochoa, explicó que no podían ser removidos de su cargo en tanto no tuvieran un resultado de las investigaciones. Una investigación y una sanción que podría prolongarse hasta un año, de acuerdo a los reglamentos internos del Ayuntamiento, aunado a que deberán esperar los resultados de las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado. La presión, que pesa ahora sobre la familia de Andrea, continuó a lo largo de esta misma semana, cuando personas cercanas a un supuesto abogado de los policías, según sus testimonios, se les acercaron buscando un acuerdo. Mientras tanto, del caso el Síndico Barbosa refirió que por lo delicado de sus características intentarían darle celeridad, y el subprocurador de la PDHBC en Ensenada, Heriberto López López, aseguró que se encuentran también al pendiente. ZETA buscó en la semana una versión del Director de Seguridad Pública Municipal de Ensenada, Jesús Eduardo Hernández Vélez, sin embargo no obtuvo respuesta. Sobre este asunto, el Secretario del Ayuntamiento, Jesús Jaime González Agúndez, comentó el martes 3 de junio, lo siguiente: “Ése es un tema que nosotros hemos tratado de ser muy responsables y no entrometernos en un área o una competencia que no nos corresponde. Y sí, nuestra función es dar todas las facilidades a la Subprocuraduría de aquí, para que trate el tema. Hoy yo incluso le pedí al director de seguridad pública, habló con el Subprocurador, están en la investigación, están en proceso de resolver, y nosotros dar todas las facilidades necesarias. “En el caso de existir alguna suspensión tendrá que determinarlo Sindicatura, él es el órgano competente para hacerlo…si hay una responsabilidad que se castigue esa responsabilidad, que se haga justicia…al final de cuentas lo que importa es que la Procuraduría determine si hay elementos o no, y este proceso tendrá que iniciar, pero tendrá que seguir un cauce que no es inmediato, que no es la ejecución inmediata. Lo que podría darse sí es una suspensión temporal, en lo que se finca la responsabilidad”, comentó. Los resultados emitidos por el Médico Certificador del gobierno municipal, Yiria Yamith Íñiguez Coria, el 25 de mayo día del incidente, reportaron únicamente dos enrojecimientos en el cuerpo de la joven, uno en el pecho derecho y en ambos codos. Un certificado de lesiones emitido por el médico de guardia, Ricardo Bonilla, de la Cruz Roja Delegación San Quintín al día siguiente, daba cuenta de las siguientes lesiones: “Equimosis (moretón) en parte posterior de pierna derecha en número de 3, diferentes diámetros. Equimosis en número de 7 en región posterior de pierna izquierda diferentes diámetros. 2 escoriaciones y 3 equimosis en parte anterior de pierna izquierda diferentes diámetros. 1 escoriación en parte anterior de la pierna derecha y equimosis de 8 cm aproximadamente en el brazo derecho, con equimosis de 1cm aproximadamente y escoriación del mismo diámetro. Muñeca izquierda con equimosis de 6 cm de diámetro aproximadamente. Equimosis en brazo izquierdo en número de 3 de 1 cm cada uno”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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