Una vez que concluyó la Feria de San Isidro, continúa el Mundial de Futbol, situación que hace que la temporada en la Plaza Monumental de Playas de Tijuana se lleve a cabo hasta el mes de julio, causando un receso hasta ahora histórico, ya que siempre se da en tiempo y lugar. El triunfador absoluto de la Feria y que abrió dos veces la puerta grande, fue Juan José Pereda. Luego de nueve años en la Feria de San Isidro, se presentó la ganadería de Miura. La historia de esta ganadería llena toda la Tauromaquia moderna. Miura es sinónimo de leyenda, de tradición de fidelidad a un encaste de afición y de seriedad. Toros de Miura para “Rafaelillo”, Javier Castaño y Serafín Marín. Los toros de Miura siempre son esperados por la afición, serios y encastados. El segundo, tercero y cuarto, dieron un gran espectáculo y fueron aplaudidos en el arrastre. La gente se puso de su parte y no valoró la actividad de los diestros, como a “Zahonero”, para quienes pidieron la vuelta. El primero es recibido con aplausos por su bella estampa, empieza “Rafaelillo” con una larga de rodillas, le pegan fuerte en varas, con la muleta se queda corto. Rafael se muestra aseado, con oficio, pero no logra el lucimiento y falla al matar. El cuarto muy levantado y con pitones, sale alegre y nervioso, lo reciben con aceptables verónicas, cuando le llaman de lejos hay momentos de emoción y de una pelea ardorosa metida entre los pitones, pero no acaba de redondear faena, mata con decisión. Todos ven con simpatía al diestro Serafín Marín que ha defendido a la Fiesta en su tierra, pero ha toreado poco, y para lidiar Miuras, hace falta estar muy en forma. El tercero, además de encastado, es noble y embiste en ocasiones con dulzura. Logra Serafín algunos muletazos sueltos, estimables, pero al querer ligar pierde la colocación. El público se ha puesto del lado del toro, al que ovacionan. En un burladero, “Datario”, el quinto de Miura, es el más espectacular de estampa, abiertísimo de pitones, pero flaquea demasiado y es devuelto. El sobrero de Fidel San Román embiste algo brusco a media altura, sin gracia. Castaño se defiende con oficio, desatendiéndose el respetable. El momento de la tarde y de la Feria se lo llevó el toro “Zahonero”, que acudió al caballo tres veces, levantando una gran ovación. El decálogo general, el mítico hierro de Miura, figura en undécimo lugar en el orden de antigüedad. Esta ganadería es de las más prestigiosas. Desde 1842 conserva el mismo nombre, familia, hierro, idéntico encaste y mismo estilo de crianza. Las que le anteceden han pasado por distintas manos. En la actualidad atesoran encastes distintos a su fundación. Corría la primera mitad del Siglo XIX, y Don Juan Miura, prestigioso industrial sombrerero de la Plaza de La Encarnación, recién llegado de sus ancestros Vasco Navarros y debido a la desmedida afición a los toros y al campo de su hijo Antonio, le compra a Gil Rivera 200 vacas. Después de ser retentadas con reses de Cabrera y sementales del barbero de Utrera, de origen Vista Hermosa de aquella época inicial, fue el famoso toro “Murciélago”, colorado, ojo de perdiz, que Lagartijo le regaló al primer Miura. Don Juan Miura debuta en Sevilla un 15 de agosto de 1846, haciéndolo en Madrid el 30 de abril de 1849, en corrida extraordinaria que matan los hermanos Cucharés y el “Salmatino”. De ahí en adelante los Hermanos Miura lograron un sello característico en su morfología, que los hace distintos a cualquier otro en comportamiento y bravura. arruzina@gmail.com