Para el Cónsul de los Estados Unidos en Tijuana, Andrew S.E. Erickson, lo que sucede en el municipio de Rosarito es una alarma para su país y para sus conciudadanos. Se refiere a la situación de inseguridad cada vez más grave, y a la reciente y forzosa salida del Capitán Eduardo Montero, de la Dirección de la Policía Municipal de Rosarito. No es para menos. Aparte de los cientos de estadounidenses que cada semana visitan el puerto rosaritense, miles de familias de norteamericanos residen en el quinto municipio. Los constantes asaltos, extorsiones y vejaciones de las que son objeto los turistas del vecino país en aquella zona, han encendido la alerta en el Consulado. Ciertamente Rosarito no es parte de alguna alerta del Departamento de Estado de la Unión Americana para que sus ciudadanos no visiten esa población, pero, dadas las circunstancias, podría serlo. Erickson y un grupo de empresarios están preocupados por la decisión que corresponde tomar a Silvano Abarca Macklis, al nombrar un nuevo director de la Policía Municipal. La alarma no es gratis. La corporación de Rosarito ha padecido corrupción, complicidad e incapacidad, y en las condiciones actuales de crecimiento del narcotráfico en la zona y el incremento en la comisión de delitos menores, les preocupa en manos de quién quedará el control de la seguridad, pues conocidos son los lazos que elementos de la Policía han tenido de manera tradicional con los cárteles de la droga, primero con el Arellano Félix, hoy con los de Sinaloa. Por lo pronto, la presión está en Abarca, pues de su decisión dependerá que Rosarito entre en una alerta de los Estados Unidos, o permanezca con la recomendación de visitarlo en el ámbito turístico.
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