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martes, julio 22, 2025
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Alcahuetes

Apreciada Rosario: Leí con interés tu columna en el semanario ZETA del viernes, 6 de mayo. Me queda claro que la impunidad rampante en todas las esferas de la vida nacional es un cáncer que le duele al país profundamente. Es de lamentar que México es la escuela del mundo al revés (Eduardo Galeano, “Patas arriba: la escuela del mundo al revés”), donde los individuos y las empresas que succionan la energía del país con una rapacidad alarmante son intocables, se pavonean por los corrillos del poder y se placean por doquier sin ser llamados a rendir cuentas. El estado de derecho no existe para ellos. Las ladillas que depredan el cuerpo de la nación saben que se mueven en un entorno alelado por sus cómplices de Televisa y TV Azteca, que un día sí y otro también no cesan en idiotizar a la mayoría con su programación preponderantemente chatarra, digna de retrasados mentales (o para “la gente jodida”, según lo expresar el Tigre Azcárraga). La complacencia y la falta de coraje moral de nuestra población (alimentada por la desinformación y manipulación de esos basiliscos televisivos) les permiten a los depredadores económicos, políticos y eclesiásticos amasar grandes fortunas inmorales con un descaro e indolencia equiparables al tamaño de las riquezas mal habidas. ¡Cuánta razón tenía Balzac al sentenciar que “atrás de una gran fortuna existe un gran crimen”! Podríamos agregar un corolario a esa expresión: en México atrás de una fortuna suele haber varios crímenes. Está abundantemente documentado en libros, revistas y periódicos, pero por desgracia somos un país donde nunca pasa nada. Los depredadores lo saben, y en el letargo de los mexicanos descansa su atraco impune al erario, a los recursos naturales y al patrimonio nacional (ver Denise Dresser, “El país de uno. Reflexiones para entender y cambiar a México”; Jorge Zepeda Patterson, “Los amos de México”, “Los intocables” y “Los corruptores”, Andrés Oppenheimer, “México en la frontera del caos: la crisis de los noventa y el nuevo milenio”, entre muchos, muchos, otros textos). En tu columna se expresa una ansiedad y hartazgo por las intrincadas redes de complicidades entre servidores públicos y entre éstos  y sus compinches empresariales. Me solidarizo con ese coraje ético que exige rendición de cuentas. Esa inconformidad, expresada con enjundia y fundamento, muestra el sendero por el cual debemos andar decididamente los ciudadanos para exigir del poder público transparencia y rendición de cuentas sobre los vaivenes de la gestión de gobierno. Exigir con firmeza el fin de las complicidades que tanto dañan el patrimonio social. La impunidad es la partera de la corrupción en nuestro país; no habrá estado de derecho mientras no tengamos voluntad política para exigirlo un día sí y otro también, aquí y ahora, allá y acullá. Te saludo con afecto.   Rodrigo Martínez Sandoval Tijuana, B.C.

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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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