Es la segunda ocasión que llega a la presidencia del Desarrollo Integral de la Familia del quinto municipio del Estado, y entre sus proyectos destaca el remozar el edificio que ocupa la dependencia municipal, además de la construcción de un Centro Psicológico La gestión social se le da. Su poder de convocatoria es inigualable. A estancias, centros comunitarios, escuelas y oficinas llega de sorpresa; le gusta observar cómo trabaja la gente. “El contacto con la comunidad es en la calle, no detrás de un escritorio”, reza una de sus frases. El nombre de Lilian Mendoza de Abarca es reconocido entre los rosaritenses, es la segunda ocasión que preside el Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF). De su trabajo se habla muy bien. Hace 12 años inauguró las instalaciones que hoy pertenecen a DIF. Con apoyo de voluntarias, amigas y de su esposo, Silvano Abarca, recaudó fondos para edificar el inmueble. Lo decoró, lo amuebló; le impregnó su sello. Ha transcurrido más de una década y en el recinto aún cuelgan en las paredes los mismos cuadros, permanece el mismo mobiliario y hasta el color de pintura, “tal parece que nadie pasó por aquí”. Por si fuera poco, el edificio fue modificado en su totalidad, que para el servicio que brinda, resulta anti funcional. Desde la llegada de la primera dama, la prioridad fue dignificar el inmueble; las oficinas están siendo remozadas y ampliadas. Entre sus proyectos destaca el inaugurar un Centro Psicológico y dar mayor énfasis al proyecto “Escuela para Padres”. Afiliada al Partido Acción Nacional, Mendoza de Abarca ha recibido infinidad de invitaciones para adentrase a la política. Pero recalca: “No es mi aspiración, ni ambición… creo que hago mejor trabajo ayudando a la gente”. Ahora que volvió a lo que le gusta hacer, Lilian recibió dos recomendaciones de sus hijos y esposo: “No seas tan aceleradita” y “bájale dos rayitas a tu pila”. A continuación, la entrevista que ZETA realizó a la primera dama de Rosarito. — ¿Cómo fue su primera gestión como presidenta DIF? “Llegó un momento en que me preocupé, pero dije ‘bueno, no es nada del otro mundo’, voy, investigo, pregunto, acudo a los otros DIF que ya están, y eso fue lo que hice. Cuando en Tijuana estaba como director Reynoso, me abrió las puertas de DIF y era presidenta Rocío Torres de Osuna, a quien le aprendí muchísimo; cuando Rosarito era delegación, yo era voluntaria con Rocío, incluso quería que fuera mi directora, pero se negó, me dijo que yo podía, que lo iba a hacer muy bien. Sin presunción ni nada, creo que el primer ayuntamiento trabajamos bien, tan bien que este edificio que ves, lo construimos en ese tiempo. “Antes de tener un espacio, DIF operaba en una oficina en edificio propiedad de Hugo Torres, a quien se la pedimos prestada, porque antes de eso operamos en una traila que nos donaron, fue cuando empezamos a buscar recurso, para tener un edificio propio. En ese entonces la señora Rosalba Magallón de González, ella magnífica, nos apoyó mucho; así como los regidores, el propio alcalde, se creó un patronato, fue como se construyó el edificio que lo estrenamos en el año 2000. Pero en todos estos años que han transcurrido quedó igual, hasta peor, porque lo modificaron, no sé qué hicieron que lo dejaron anti funcional”. —-¿Qué hizo después de que culminó el primer ayuntamiento? “Cuando terminamos me fui a casa, disfruté mucho. Me dediqué a hacer ejercicio, atendí personalmente un pequeño negocio que tenemos para sobrevivir (un lavado de carros); cuidé a mis hijos, que en aquel tiempo iban en la ‘prepa’ y universidad. “Pero bueno, el gusto me duró poco, porque después vino la etapa en que Silvano fue diputado y yo atendí el módulo de atención ciudadana por los tres años. Cuando regreso (a la presidencia de DIF) ya no me preocupé tanto, me dediqué a revisar lo que había y lo que nos podía funcionar, lo continuamos porque tampoco soy de las que voy a quitar todo”. — ¿Cuáles programas encontró y cuántos adicionará? “DIF tiene programas básicos, que es alimentario, desayunos escolares y despensas. Los preventivos como ‘Escuela para Padres’, Trabajo Social, el proyecto ‘Apadrina a un Niño’, donde se buscan patrocinadores para apoyar a menores de escasos recursos; contamos con estancias infantiles, siete centros comunitarios, así como el programa INAPAM. “Entre los proyectos nuevos está la creación de un Centro Psicológico donde se brindará atención completamente gratuita, esperemos esté culminado a finales de 2014, así como dignificación de las instalaciones de DIF”. — ¿El alcalde la apoya en su labor? “Desde la anterior administración era el más interesado, siempre está al pendiente de lo que ocurre en DIF”. — ¿Cuáles son las diferencias entre el Rosarito de 1998 y el de 2014? “Hay una enorme diferencia. En lo económico, en aquellos años Rosarito tenía mucha afluencia de turismo, cosa que a través de los años bajó, por ahí escuchaba que parecía un pueblo fantasma, pero como que desde el año pasado comenzó a reactivarse un poco; ya se ve más actividad, dinamismo. Pero no puedo dejar de ver que la violencia se ha incrementado, desde la tercera administración a la sexta. “Te das cuenta que la familia, que es la base del núcleo de la sociedad, está en forma deteriorada; entonces DIF se pone a trabajar, por eso le estamos dando énfasis a la ‘Escuela para Padres’ y al Centro Psicológico, porque mucha gente requiere atención. “Ya hablé con la primera dama del Estado y le dije, ‘necesitamos más alimentos, desayunos, más apoyo’. También veo que el individuo requiere más atención. Las despensas para la población de Rosarito, mil 800 mensuales, son insuficientes; por eso nos la pasamos organizando eventos. No hay recurso que alcance, sin embargo, tenemos que poner todo de nuestra parte”. — Entre organizar eventos y recolectar recursos, ¿se vuelve DIF un trabajo pesado? “Es muy pesado, pero muy bonito. Tener la satisfacción de poder ayudar, innovar y crear conforme vas viendo la comunidad. El personal de DIF y el patronato le estamos echando ganas. Hay señoras que me han apoyado siempre, como Dolores Millán y Rocío García, han pasado 12 años y ya no es la misma edad. Aunque por ahí me dicen que no se me acaba la energía”. “Llegó recargada”, añade su directora de comunicación social. — ¿Cuánto tiempo le dedica a DIF? “Llego entre 8:30 y 9:00 am., si no hay asuntos de oficina, voy a la calle, organizo eventos, apoyamos a la Cruz Roja, al Hospital de Infantil de las Californias, salgo a tocar puertas para recaudar donativos. A veces termino entre cuatro y cinco de la tarde, pero si hay que trabajar en sábado y domingo, también lo hacemos”. — ¿Cómo combina sus actividades con las del alcalde? “Procuramos comer juntos. A él le encanta que cocine, ahora que regresó a la presidencia municipal me dice: ‘Oye ya no hemos comido en la casa, por qué no te preparas una sopita’, pero luego surgen invitaciones a comer y le pregunto, ‘¿y la sopa que te hice?’. ‘Déjala para mañana’, y pues en la mañana desayunamos sopa. “Me recomiendan que contrate a una persona para que me ayude, pero nunca la he tenido; dos veces a la semana me ayuda una señora a limpiar la casa, pero por lo regular lo hago yo. Todo se puede mientras te organices. Es como les digo a los empleados de DIF, si trabajamos en equipo, si incluimos, si resolvemos, y nosotros estamos para resolver, DIF está aquí para resolver los problemas a las personas, si no existieran familias en estado vulnerable, que todo mundo estuviera bien psicológicamente, tuviera las herramientas necesarias para vivir; entonces DIF no tuviera la razón de existir y nosotros no estuviéramos trabajando acá”. — ¿De qué manera apoya a su esposo cuando Rosarito vive momentos difíciles? “Por ejemplo en seguridad pública, le recomiendo que platique con el director, con su gente cercana, que los consulte; que investigue cómo desarrollan su trabajo. Le sugiero que haga juntas, reuniones, que pregunte cómo van las áreas. En ocasiones me pone atención, en otras no, pero luego me dice que tomó algunas sugerencias, al final lo termina haciendo. Nos platicamos todo. Hay comunicación”. — ¿Usted no trabaja atrás de un escritorio? “La primera directora que tenía me decía que mi trabajo era estar en las oficinas, le contesté que no; jamás. Yo soy operativa; decorativa, no soy. “En la casa era igual con Silvano, en la Navidad pasada me dejaron dos mensajitos. Silvano me escribió: ‘No tengo nada que escribir sobre ti, simplemente que le bajes dos rayitas a esa pila que traes’, mientras que mis hijos me escribieron: ‘No seas tan aceleradita’. “A las estancias me gusta llegar de sorpresa, sin avisar; la directora de DIF me decía que no debía hacerlo, y mi respuesta es, ¿y por qué no?”. — ¿Le interesa a Lilian Abarca la política? “Casi no, sin embargo, he participado en muchas campañas, me han invitado de regidora, de diputada, casi obligada, Silvano me convenció. Pero a mí me gusta la calle, con los programas puedo innovar, crear; me encanta. También me gusta estar en casa, hacer ejercicio, además los años pasan y creo que hay gente joven que puede desarrollar bien esos puestos”. — ¿Por qué cree que le hacen esas invitaciones en la política? “Porque saben mi trayectoria, pero yo prefiero ayudar por fuera que ser la titular en esos puestos. Me gusta acompañar al alcalde, atenderlo. Me gusta lo administrativo, también. Aprendí en lo operativo, he estado en mi partido en promoción política de la mujer, salían muy bien las jornadas médico asistenciales, eventos, cenas navideñas hasta con 3 mil personas, eso se me da. Y es parte de cada quien. “El mismo alcalde me incita, ‘si te vas por ahí, lo harás muy bien’. Yo sé que sí, pero no tengo la ambición ni el deseo. El alcalde también ha sido igual, pero él teme perder, yo le aconsejo que si haces tu trabajo bien, con honestidad, con rectitud, y pierdes, no tienes por qué sentirte mal. Lo malo es que ganes a través de cosas indebidas”. —-¿Cómo calificaría los primeros meses del segundo gobierno de Silvano Abarca? “Por el interés que él le pone, porque lo veo, lo escucho, lo oigo y estoy cerca de él, salimos en domingo y hacemos recorridos por las calles, observa lámparas, basura, pavimentación, Policía, limpiamos la playa… le gusta estar al pendiente de todo. “Sin llegar a la excelencia se podría decir que (su trabajo es) muy bueno. Aunque no quiera decir que no haya fallas, claro que las hay, estamos a cuatro meses de trabajo, va muy bien; pero falta llegar a las metas propuestas. Ojalá pueda decir, al final del trienio, que su trabajo fue excelente”. — ¿Algún mensaje para la comunidad? “Que estoy para servir, que pueden contar conmigo, con DIF; acercarse con nosotros porque para eso estamos, para poder servir como realmente se merecen. Si tienen alguna inquietud, sobre todo en el aspecto vulnerable, que se acerquen”.