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lunes, octubre 7, 2024
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El caos de la calle Segunda

Pérdidas económicas millonarias, el cierre de dos negocios y el peligro de que una decena más desaparezca, son el resultado de una obra no llevada a cabo bajo las especificaciones técnicas que la propia DOIUM exige en otras edificaciones: no cerrar tramos mayores a 150 metros lineales de calle Socavado su pavimento y banquetas, con drenaje y tuberías a cielo abierto, la rúa Benito Juárez de Tijuana, mejor conocida como Calle Segunda, asemeja un campo minado. La posibilidad que la obra fuera detenida por presuntas irregularidades técnicas, hasta la fecha bajo investigación en Sindicatura Municipal y por las que incluso fue suspendida temporalmente la encargada de la misma, Marcia Eugenio Salcido Moreno, obligó, en un acto desesperado, a reventar los 16 mil metros lineales en los que se ejecutan estos trabajos de desarrollo urbano. De acuerdo a la convocatoria lanzada para la reconstrucción con concreto hidráulico de la calle Segunda, el proceso constructivo debía llevarse a cabo por tramos y señalizando rutas alternas de tránsito, especificaciones que, evidentemente, no se han respetado al ser ejecutada la acción. Asfalto y banquetas quedaron convertidos en escombros durante la última semana de febrero de 2014, para dar inicio a la primera obra de relevancia del XXI Ayuntamiento. Así permanecerán al menos hasta junio. Transitar por ahí es casi imposible. Solo los vecinos de las cinco cuadras afectadas se aventuran a caminar por despojos de lo que antes era una acera, o sorteando la propia vialidad hoy obstruida por restos de asfalto, cerros de tierra, maquinaria, cables, material de construcción y perforaciones de suelo. Lo hacen a riesgo de que los escombros que pisan se desplomen al vacío, en cualquiera de los múltiples hoyos que se observan desde la calle Miguel F, Martínez, hasta la Arias Bernal, tramo en el que se efectúan los trabajos. La obra, harto demandada por comerciantes y vecinos, terminó por ser un suplicio para todos. No solo es la incomodidad de estar prácticamente incomunicados, o ser privados constantemente por el servicio de agua potable y drenaje, o la ola de vandalismo que han tenido que enfrentar ante la ausencia de patrullaje, o los fétidos olores que emanan de drenajes destapados. Sin un espacio por dónde transitar con seguridad, los negocios ubicados en el área de reconstrucción de la calle Segunda se encuentran prácticamente confinados de la actividad comercial. Sin clientes para sostenerse, dos locales ya han cerrado, mientras el resto lucha por subsistir, tarea que se antoja difícil cuando las ventas se les han desplomado hasta un 80 por ciento. La suma de la pérdida económica en más de cien comercios es millonaria. Disminuir horarios de venta, número de empleados y aumentar los descansos obligados al personal, no es suficiente cuando se tienen que pagar servicios, renta y proveedores. La desolación priva entre los comerciantes, quienes demandan al gobierno de la ciudad, orden en una obra que a su ver se ejecuta con extrema lentitud y sin planeación adecuada, algo que les es perjudicial y que los mantiene al borde de la quiebra. El descontrol Sin dar aviso a la delegación de la Zona Centro, a Tránsito, a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, mucho menos a los comerciantes, se inició la obra de repavimentación de la calle Segunda. Era la última semana de febrero, cuando el escándalo mediático derivado de la suspensión provisional de la titular de la Dirección de Obras e Infraestructura Urbana Municipal (DOIUM), Marcia Salcido, y el subdirector de Normatividad de la misma dependencia, Marco Antonio Vuelvas Díaz, estaba en su apogeo. La amenaza de que la obra también fuera suspendida era latente, por lo que una vez retornados a sus puestos, al iniciar el mes de marzo, los funcionarios encargados de la misma arremetieron con todo: destruir el maltrecho pavimento de asfalto para obligar la ejecución total de la obra programada. Vaya, ni en las colonias ubicadas fuera de la mancha urbana la DOIUM permite abrir tramos tan amplios de calle para no afectar a los vecinos, precisa un ingeniero consultado por ZETA, quien ha participado en concursos de obras municipales. “Lo máximo que se nos permite abrir son 150 metros lineales de calle, dependiendo el sector”, explicó. “De un golpe levantaron el pavimento”, rememora Guillermo Díaz Orozco, dirigente de los comerciantes de la Zona Centro. La acción sorprendió; al ser cerrado un tramo de cinco calles, los locatarios se alarmaron y pidieron información, pero nadie les supo dar respuestas. A partir de ahí, el caos y la desolación son las constantes en ese sector. “De pronto nos encontramos que no podíamos meter carros”, expuso el encargado de una mercería. Además de no poder estacionarse, los clientes circulan a la deriva por los alrededores, toda vez que se carece de señalización que los oriente cómo acercarse lo más posible al negocio al que acuden. A esa situación se sumó la falta de vigilancia, al estar cerrada la vialidad el patrullaje se suspendió y los ladrones comenzaron a hacer de las suyas, sobre todo los vehículos estacionados en las calles alternas comenzaron a ser objeto de actos de vandalismo. Luego de levantado pavimento y banquetas, se inició la perforación para sustitución de las tuberías de agua potable, drenaje sanitario y pluvial, a los malos olores que de ello emanaba se sumó el corte continuo en el suministro del vital líquido, algo que los vecinos y comerciantes continúan padeciendo. Y aunque vecinos y locatarios consideran la obra necesaria, el modo como se ejecuta lo califican de nocivo. “No tenían por qué incomunicar las cinco cuadras, podrían haber cerrado una calle, trabajar, abrir y luego cerrar otra, hasta concluir”, expone Guillermo Díaz Orozco, representante de los comerciantes de la Zona Centro. El líder de los vendedores organizados sabe que sí es posible hacerlo de esa manera, fresca en su memoria aún está la forma como se ejecutó el Programa Integral de Repavimentación (PIRE), acción en la que también se sustituyeron líneas de drenaje y agua potable. Para Díaz Orozco, la afectación se extiende a los comercios de las calles adyacentes de donde se realizan los trabajos, derivado de los embotellamientos y mala planeación vial que ninguna autoridad atiende. A ello se suma el cierre de la calle Miguel F. Martínez los domingos, al instalarse el mercado sobre ruedas, así como el cierre parcial de la Avenida Revolución, de la calle Primera a la Tercera, lo que provoca largas filas por la afluencia de carros de norte a sur y de sur de norte. Otra de las razones por la que los ciudadanos evitan concurrir a esa área comercial. La afectación El desplome en las ventas se registró el mismo día que la calle Segunda fue cerrada en el tramo de la Miguel F. Martínez hasta la Arias Bernal, a la fecha una panadería y un restaurante ubicados en el tramo de la obra ya han cerrado sus puertas, mientras un laboratorio despidió personal y al menos ocho negocios más están a punto de parar actividades. Farmacias, zapaterías, panaderías, herbolarias, consultorios, lavamáticas, librerías, negocios con venta de comida, etcétera, más de cien negocios ahí ubicados comenzaron a quedar sin clientes desde finales de febrero y su situación empeora cada día que pasa. Los menos afectados contabilizan un 40 por ciento de clientes a la baja, mientras que los más, en sus cortes de caja cuentan un 80% menos de ganancias. Disminución de ingresos que se traduce en pérdidas económicas para lo que no estaban preparados. Solo como un ejemplo está la taquería Los Albañiles, que de 6 mil pesos diarios, su venta ha descendido en un 80%, al recibir actualmente un promedio de 50 clientes, cuando antes de la obra, la concurrencia era de 300. Lo intransitable de la calle, aunado al polvo de la obra en proceso y los malos olores de drenajes destapados, han ahuyentado a los comensales. Los poco más de mil pesos que el negocio comercializa al día no son suficientes para sostener la plantilla laboral, por lo que los empleados tienen descansos de dos y hasta cuatro días a la semana, los que, por supuesto, no se les pagan. Es eso o perder el empleo, resume su encargado. Un caso más: “Que el gobierno tome en cuenta que con esta obra está dejando a mucha gente sin trabajo”, fue el mensaje que la señora Martha Luna, dio al gobierno municipal. Ella es propietaria de la lavamática La Burbuja, negocio cuya clientela ha disminuido hasta un 60%, de un promedio de 60 clientes, actualmente atiende a poco más de 20, situación que la obligó a bajar horarios de atención al público, salarios de trabajadores y retirar máquinas de operación. Para colmo, lamenta, están los constantes cortes de agua, lo que impide el funcionamiento de su comercio. En un recorrido efectuado por ZETA, comerciantes de la calla Segunda dijeron no estar preparados para solventar una situación de crisis como la que enfrentan actualmente, a raíz de la acción de desarrollo urbano. “A la cuesta de enero añadimos la homologación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), lo que nos dejó indefensos para hacer frente a la falta de ventas”, anotó Martín Gutiérrez, propietario de un granero. “Dicen que la obra la terminarán la última semana de junio, no creemos que los negocios logren sobrevivir hasta entonces”, sentenció Ramón Hernández, propietario de un puesto de revistas. Paliativos como respuesta El desespero de los comerciantes fue escuchado apenas hace unas semanas, cuando el gobierno de Jorge Astiazarán comenzó a organizar reuniones semanales con ellos para escuchar sus inquietudes. Se les dieron respuestas que en la práctica no terminan por aterrizar. La presencia policiaca no es constante y la suspensión en el suministro de agua continúa. Se pidió que la empresa contratista laborara tres turnos y fines de semana, en aras de culminar en un menor tiempo la obra, lo más que se logró es que su horario de trabajo lo extendiera de 7:00 am a 7:00 pm, y que los sábados laborara hasta la 1:00 pm. Suspender el cobro en los estacionómetros de las calles alternas para que comerciantes y clientes pudieran estacionarse ahí al no poder acceder a la calle Segunda, pero hasta la fecha no se ha logrado ese beneficio, multándose a quienes no cubren todo el importe, anotó Guillermo Díaz. La semana pasada, la Secretaría de Desarrollo Económico de Tijuana (SEDETI), a cargo de Xavier Peniche Bustamante, ofreció tanto a los comerciantes de la calle Segunda, como al comercio en general, préstamos hasta por 50 mil pesos, con una tasa de interés que fluctúa entre un 5 y 7%. A lo que el líder comercial, Guillermo Díaz, cuestiona: “Cómo vamos a iniciar una recuperación con deudas, las pérdidas económicas que enfrenta cada negocio no se pueden recuperar con préstamos, esa no es la solución a nuestras problemas; lo que ocupamos es que la obra concluya lo antes posible para que nuestra situación se normalice”. Obra sustentada técnicamente La obra subterránea que se realiza previo a la repavimentación con concreto hidráulico, es lo que demora su ejecución y lo que ha generado contratiempos, aseguró Roberto Sánchez Martínez, secretario de Desarrollo Urbano y Ecología. Tendido eléctrico de telefonía y mensajería, al igual que las líneas de agua potable, drenaje sanitario y pluvial, quedarán bajo la pavimentación de la vialidad, para una mejor imagen visual de ese sector, subrayó el funcionario. De la Miguel F. Martínez a la calle Arias Bernal, se instalan 3 mil metros lineales de ductos de agua potable y de drenaje sanitario; además de los mil 500 metros lineales que se reconstruyen de esos servicios, así como 150 tomas domiciliarias de agua potable y 150 descargas de drenaje sanitario. Aunado a ello, se coloca tubería para los ductos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para una longitud de 6 mil metros lineales, y también tubería por 3 mil metros lineales para alojar los ductos de cableado de telefonía, semaforización y de empresas de voz y datos. Tanto los ductos de CFE como de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Tijuana (CESPT), serán cubiertos por esas dependencias, para ello se hace la gestión de que se cubra el importe que se invierte en ello, o, en su defecto, realice descuentos en los pagos que el ayuntamiento hace por el consumo de sus servicios. El pluvial corre a cuenta del municipio, pero la inversión para la instalación de 759 metros lineales de tubería más y 520 metros lineales de cajón pluvial de concreto hidráulico, se encuentran contemplados en los 50 millones de pesos presupuestados para la rehabilitación de la calle Segunda. “Todo este trabajo hace parecer que no se avanza, pero no es así”, dijo Sánchez Martínez. Una vez colocadas todas las tuberías y probadas las líneas, los 16 mil metros cuadrados de pavimento se colocarán en cuatro semanas, acción que Desarrollo Urbano cree factible iniciar a principios de junio. La fecha límite para concluir es durante la segunda quincena del mes de junio, así está pactado con los comerciantes. En la medida de lo posible, añadió el funcionario, se les está atendiendo en sus peticiones, “el contratista (Constructora Sextin) amplió sus horarios de trabajo, la vigilancia policiaca se ha redoblado y los estacionómetros de las calles aledañas serán cancelados esta misma semana”, prosiguió. Sí hay coordinación con los comerciantes, continuó, muestra de ello es que cuando una unidad ocupa proveerlos, se realizan las maniobras necesarias para que pueda entrar a la vialidad en reparación. Respecto al reclamo de por qué no se segmentó la realización de la obra, Sánchez Martínez argumentó que por las obras subterráneas que se realizan no era posible, “habríamos que realizar cortes de agua masivos y por tiempos mayores, retrasando más la ejecución del proyecto, lo que los hubiera afectado más”, concluyó.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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