¿Quién se atrevería a decir o defender que no es la educación un elemento esencial para alcanzar tal objetivo?, y no me refiero a la Primaria, Secundaria o Bachillerato, sino, también a la Educación Superior o Técnica Superior en donde el gobernado pueda acceder al conocimiento, destreza y habilidades necesarias, para ejercer la profesión o un oficio que libremente él escoja, derecho albergado en el artículo quinto de la Constitución Federal, y que bien compagina con el artículo tercero de la misma. Si existe un derecho, existe un obligado, y en este caso es el Estado, y esto no es una suposición de algunos como refiere al final de la parte primera de la mencionada columna, sino una Máxima de Derecho, Lógica Jurídica. Qué triste ver cómo seres humanos y sobre todo personas profesionales en Derecho, a veces nos complicamos la vida viendo problemas en donde en realidad hay soluciones y viceversa. Y es que las diversas infecciones que aquejan a nuestra sociedad solo pueden ser combatidas con un antibiótico; la educación, en su sentido más amplio e integral, desde la educación pre-escolar hasta la educación superior, y es así como las autoridades estatales, universitarias y la sociedad mismas deberíamos de ver el tema de la educación, como una solución y no como un problema, y en este sentido dos deberían de ser los requisitos exigibles para poder accesar a la Educación Superior y estos por disposición de lógica común y no tanto por capricho como arguye el profesor Francisco Posthethwaile: 1.- Haber concluido con el ciclo inmediato anterior, es decir, el Bachillerato, para poder así accesar al ciclo de la Educación Superior, y 2.- La solicitud del ejercicio de su derecho. Muchos creen, que si nos basamos en lo anterior, de esa manera entrarían personas no aptas o aún no dotadas del conocimiento necesario para cursar con éxito la Educación Superior, pero eso en realidad desentraña un grave problema que en México ya no debería ser una novedad, me refiero a los pésimos planes de estudios que se manejan desde las Primarias, hasta las escuelas de Educación Superior, y en el mejor de los casos, buenos programas o planes de estudio mal implementados, ahí está el meollo del asunto, no en los exámenes de admisión, sino, en la calidad de la educación que se recibe en las diferentes etapas de ésta, (pues cuando se concluye con un ciclo escolar debiera tenerse por sentado que quien obtuvo su diploma o reconocimiento, cuenta ya con los conocimientos, destrezas y habilidades que corresponden a ese ciclo) y es eso en lo que Autoridades y Sociedad debiésemos criticar y trabajar en aras de solución. Por último, también menciona el Dr. Castilla que el proceso al que me refiero al inicio de este escrito, en su concepto es “En franja contradicción con el artículo tercero fracción I de la Ley Orgánica de la UABC que establece la facultad de esta Institución de organizarse y regirse a sí mismo como mejor le convenga a sus intereses, basándose en los principios y lineamientos generales que marca dicha Ley”. Al respecto cabria mencionar que dicha ley no está por encima de los derechos que emanan de la Constitución y que por lo contrario, ésta se debe de adherir a ellos pudiéndolos ampliar, pero nunca dentro del marco legal, restringir o aminorar. Nota: Espero que el maestro Solorio y los jóvenes que decidieron luchar por el reconocimiento y ejecutabilidad de este derecho –y no formar parte de la amplia lista de ninis o delincuentes– no claudiquen en su empresa y tengan presentes las palabras de José Martí: “Al igual que las piedras rodando por las colinas, las ideas justas alcanzan sus objetivos a pesar de todos los obstáculos y barreras. Puede ser posible para acelerar o dificultar, pero imposible de detener”. José Antonio Domínguez Almendárez Correo: [email protected]
“Desmaquillando la realidad” (Segunda y última parte)
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