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miércoles, octubre 2, 2024
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Animales

Lo cuentan como si gracia fuera. Una tigresa que desconoció a quien dicen, ha sido persona cercana al felino durante muchos años, le lanzó un zarpazo, provocándole heridas en pecho y cuello. Algunos de los pocos testigos que murmuran, sumaron lo suyo: también le arañó la cara, que los médicos tardarán en reconstruirle. Sobre las condiciones del ataque animal también hay versiones distintas. Unos dicen que en el exotismo del enfiestado, los animales estaban en exhibición solo encadenados, otros sí eran exhibidos, pero en hechizas jaulas. En dado caso, cualquiera que sea la condición en la que los animales eran adorno de fiesta, la irregularidad salta. La Ley de Protección a los Animales Domésticos del Estado de Baja California, deja claro que los propietarios de los ejemplares deberán dar aviso al Estado y al Municipio cuando se trate “respecto de animales para exhibición o espectáculos a las autoridades en materia de Protección Civil, describiendo las condiciones generales de cada animal (…) así la autoridad (…) vigilarán y supervisarán que se cuente con las medidas de seguridad civil, y en su caso, ejercerán las acciones preventivas para evitar riesgos o peligros a la población”. Sin embargo, de la tigresa que como lo declaró Jorge Hank Rhon, atacó a su ahijado Gog Murguía, el hijo de Alberto Murguía, su socio, íntimo y amigo, poco o nada se sabe respecto a la reglamentación, supervisión e información proporcionada a las autoridades, dado que serviría el animal de exhibición en el cumpleaños del ex reo del penal del “Hongo”. Los hechos sucedieron el martes 27 de enero, cuando el acusado de acopio de armas por el Ejército Mexicano, celebró un año más de vida. No hubo información oficial. Invitados y testigos, enfermeros y personal del Hospital Ángeles, adonde fue remitido el herido. En la Procuraduría General de Justicia del Estado dijeron no tener conocimiento de ello, y que en esos casos de ataques de animales, se investiga cuando una denuncia se introduce y no de oficio. La autoridad municipal también ha hecho mutis, grave, considerando que el Ejecutivo municipal era uno más de los invitados al festejo. Pero todo lo que rodea a Jorge Hank Rhon es así, entre la impunidad, la clandestinidad y la opacidad. La fiesta no se detuvo en ningún momento, el herido al hospital, y los convidados al gozo. Sorprende, porque no es un secreto, la utilización de animales en cautiverio propiedad del zoológico personal de Jorge Hank como ornatos. Testigos hay muchos, y hasta fotografías en revistas del corazón, de animales feroces solamente sujetos por una cadena. O la visita al zoológico da cuenta de las deplorables condiciones en que se encuentran los animales, a piso de tierra, en baratas y peligrosas jaulas de malla ciclónica, como la que se muestra en la fotografía. Aparte del texto referido de la Ley, que se encuentra en el Artículo 17, otros más habrían sido violentados por el impune ex alcalde de Tijuana. Pero mientras el Estado sea gobernado por un experto cazador y amigo de Hank, como lo es Francisco Vega de Lamadrid, y en el ayuntamiento esté quien en lo corto se dice doctor de Hank, y en la Federación el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, sea quien le entregó permisos para la portación de armas de fuego a los escoltas de Hank cuando en Tijuana el entonces secretario de Seguridad Pública del municipio, Julián Leyzaola, se los retiró, poco o nada sucederá en torno a los ataques de animales en cautiverio. Es obvio, por el contexto en que se desenvuelven, que no habrá denuncia por parte del vicepresidente de los “Xolos”, es probable que haya una indemnización, y es seguro que el trato fuera de reglamento hacia los animales continuará. Ni cómo comparar con aquellas personas cuyos perros son retirados o incluso sacrificados luego que osaron morder a un vecino, un atacante y peatón que pasó a su lado. No, aquí una tigresa, un tigre de bengala, atacó a un ser humano, y no pasa nada. La nota no deja de ser chusca, incompleta y justificada por el dueño del animal, quien con sorna refiere que la tigresa desconoció a la persona. Que no pasó a mayores. Eso es impunidad. Por donde sea vea. Cosa de animales, pues.  

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