Enredado y un tanto jocoso, el caso de Carlos Barboza Castillo, ex diputado local, es digno de contarse en todo un libro. Bueno, no es para tanto. Al terminar su legislatura (2007-2010), el del PRI se acercó al entonces nuevo gobierno de Tijuana para ser el encargado del proceso de entrega-recepción en Seguridad Pública. Luego, nada. O Carlos Bustamante no lo invitó al gabinete, o Jorge Hank, su patrón de facto, le ocupó en sus asuntos personales. En fin, ese drama ya pasó. Barboza, todo un adulador de las mujeres, se dedicó a terminar su libro dedicado a ellas: “Mujeres Pioneras de Baja California”. El título no necesita mayor explicación. Para devolverle la flor, fue precisamente el Instituto Municipal de la Mujer de Tijuana el que le compró tan noble proyecto, y obvio, con dinero municipal (el Instituto de Cultura de Baja California también le entró al patrocinio). Tiempo después de consumarse como el gran escritor y activista del poder femenino, el priista fue candidato por unas horas en el Distrito 4 en las elecciones federales de 2012. Pero, ¡oh, paradoja! Tal como fue invitado a ser diputado, se le exhortó a desalojar la candidatura para cumplir con la cuota de género a favor de las mujeres. Y pues, cómo renegar si se había convertido en el favorito caballero. Lo que seguramente no sabe el político-escritor, es que la editorial a la que se le encargó su libro, en dos ediciones, sigue dando vueltas al ayuntamiento por cuentas no tan claras. Buscan a Barboza o a quien se haga responsable de unos cuantos pesos que jamás se pagaron.