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martes, octubre 1, 2024
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El amor

Me miró fijamente a los ojos y me dijo: la capacidad de amar te hace un ser único. Comprendí que esa era mi naturaleza, mi esencia, pero no recordaba haberme detenido a comprobarlo. Era como si hasta el momento fuera una condición dada, cotidiana. Nadie puede vivir sin amar, era como respirar sin aire –pensé. Me explicó que hay tres tipos de amor. El que se siente por la pareja, el que se siente por un familiar o amigo y el que se siente por cualquier persona sin importar lazos sanguíneos o emocionales. Este último fue el que me desconcertó, ¿cómo puede ser posible? ¿Amar a alguien que no es mi familiar, mi pareja o mi amigo? En medio de mi vacío trataba de encontrar esa prueba del tercer amor. Buscaba incesantemente en mi memoria y no conseguía ese recuerdo salvador. Estaba a punto de decir el primer nombre que se me ocurriera, cuando remató: amar es perdón y sacrificio. Busqué desesperadamente, alguien que me hubiera ofendido, que no fuera ni mi familiar, ni mi pareja, ni mi amigo y que lo hubiera perdonado. Difícil, imposible, espera un poco, creo que sí, puede ser un compañero de trabajo, sí, eso es, pero sacrificarme por él, no sé, creo que lo traté de evitar, ¿lo habré perdonado? ¿Alguna vez me sacrifiqué por él? Justo cuando iba a mentir, me atajó: la buena noticia es que tu destino es amar. Me tranquilicé. Si hasta ahora no había experimentado el tercer amor, podía intentarlo el resto de mi vida. En eso sentí un gran vacío, ese hueco en el corazón que no puede ser llenado, esa duda que carcome la inteligencia; ¿y qué hay de mí? ¿Me ama alguien que no sea mi familiar, mi pareja o mi amigo? Y finalmente sentenció: yo te amo.   José Antonio Cortés Guedea Correo: josecortes601@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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