El grupo que asesinó a Arturo Hachadur Kaloyán el 16 de diciembre de 2013, en el fraccionamiento Ángeles, pertenece a la célula del Cártel de Sinaloa que encabeza René Arzate García “La Rana”. Del móvil, que se presume pasional, José María González Martínez, subprocurador contra la Delincuencia Organizada de Baja California, lo clasificó: “Ya lo encerramos en su vida personal”. Al requerimiento de precisar el entorno personal, aclaró que habían eliminado las líneas de investigación “laboral y de familia”. Otras se mantienen abiertas: Crimen organizado. Debido a que la muerte de “Hacho” fue ordenada y ejecutada por miembros del Cártel de Sinaloa, con todo y que la Procuraduría no considera al asesino un profesional, pues de siete tiros de un arma calibre 45, solo acertó dos. El origen del crimen estaría ligado igual, al plano personal, pues refieren interrogados que no era poco común que Kaloyán se relacionara con mujeres ligadas a grupos criminales. “Le gustaba ese tipo de mujer”, sentenciaron. Pasional, línea principal. En la Procuraduría de Justicia investigan a las mujeres con las cuales se relacionó el ex funcionario público, así como los siguientes escenarios: * Una señora a quien identifican como tía por parte de madre, de Melisa Fresnero García, pareja sentimental de René Arzate García “La Rana”. * Una joven de 18 años que, siendo menor, presuntamente habría procreado un hijo con el asesinado, cuando ella sostenía una relación con un miembro del Cártel Arellano Félix (CAF). En esta premisa, y considerando que los ejecutores investigados y el detenido pertenecen al Cártel de Sinaloa, los investigadores presumen que el del CAF habría cambiado de bando criminal. Dagoberto Molina, el único presunto responsable detenido hasta el momento por el homicidio, comentó que después del asesinato se “enteró” que su jefe “había matado al señor Kaloyán porque querían matar a una persona del Gobierno para mandar un mensaje de quién era el que ordenaba”, pero después, la versión entre los sicarios que participaron en el crimen fue: “Habíamos matado al señor Kaloyán porque según se escuchaba que se había metido con una mujer de un pesado, pero no supimos más detalle”. Un elemento del área de inteligencia del Consejo Estatal de Seguridad explicó: “En la calle, los datos de los infiltrados siguen sin precisar la identidad del presunto narco, pero han modificado detalles: al principio decían que era de los traficantes que movían grandes cantidades de droga en la ciudad, y ahora hablan de un traficante de medio pelo que sí lleva mucho tiempo operando en el municipio, con un bajo perfil”. La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) aún no tiene declaración o circunstancia de tiempo, modo o lugar, que ubique al autor intelectual dentro de la indagatoria. Incluso la hipótesis de que “La Rana” pudo haber actuado por el tema de su tía política, los investigadores lo consideran “muy rebuscado”. Dagoberto Molina, detenido por participar en el homicidio, declaró que le pagaban “dos mil pesos a la semana por cualquier trabajo que realice, ese es mi sueldo, y ahora en diciembre tuve aguinaldo de ochocientos dólares”. Los homicidas Oficialmente, lo único concreto es que el detenido (14 de enero de 2014) Dagoberto Molina Valenzuela “El Güero”, “El Grande” o “El Dago”, formaba parte de una célula de narcomenudistas dedicados al cobro de piso y asesinato de competidores, con la protección de “La Rana”. Molina mencionó nombres de los miembros de la célula: “El Peter”, “El Pequeño”, “El Fito”, “El Guacho”, “El Güero”, “El Tony” y “El Efra”. De los que participaron en el homicidio de Kaloyán, identificó a “El Chino”, “El Pitín”, “El Blacks”, “El Chango”, “La Prima” y “El Taxista”; y como ejecutor, a “El Lic”, sujeto en quien más confían sus jefes para los asesinatos, aseguró. De los antes mencionados, esta misma semana, el día 16, la Procuraduría del Estado capturó a Luis Antonio Meza Durán “El Taxista”, cuya función el día del crimen, fue circular en las inmediaciones y estar pendiente para recoger a sus cómplices si “algo salía mal”. Indagatorias previas asientan que esta célula es encabezada por uno de los operadores más violentos de los Arzate, Felizardo Arturo Campos Benavides “El Seven”, quien supuestamente controla la zona criminal en el corredor Playas, Zona Norte y las inmediaciones de la Garita Tijuana-San Ysidro. Reportes ministeriales y periodísticos ubican que “El Seven” fue detenido y liberado en tres ocasiones, entre abril de 2011 y febrero de 2013. Que fue atacado a balazos el 18 de julio del año pasado, mientras iba acompañado de su mujer, Dalia Rodelo “La Prima”. El atentado a tiros fue en su casa, en el cruce Del Volcán y De la Nieve, Sección Monumental, en Playas de Tijuana. Como presunto responsable se detuvo a Arturo Vázquez Hernández, en posesión de un revólver calibre 380. De acuerdo con un boletín informativo emitido por la Policía Municipal, “… el pillo baleó a un vecino de Playas de Tijuana que lo sorprendió en su casa”, que Vázquez estaba escondido en el patio de la casa de Felizardo, “… y que al descubrirlo, le disparó y le encajó cuatro proyectiles: uno en el ojo izquierdo, los demás en las extremidades superiores. Enseguida el malhechor emprendió la huida y, con la idea de burlar a la Policía, se quitó la camisa, envolvió en ella el arma y la arrojó en un lote baldío”. De igual manera, informan que lo detuvieron en un supermercado, minutos después. El siguiente dato es que la familia de “El Seven” reclamó el cuerpo el 5 de agosto de 2013, y la PGJE lo entregó sin más preguntas o corroboraciones. Por su parte, la Policía Estatal Preventiva (PEP) afirma que esa muerte no se puede confirmar. Datos de inteligencia del Consejo Estatal de Seguridad revelan que la señora Rodelo relevó a su ex pareja en el cargo criminal, sin embargo, a ella la ubican como presunta distribuidora de droga en la colonia Obrera y sus inmediaciones. Como su brazo derecho, actual y cabecilla de sicario, identifican a “El Chino”. De hecho, informes periciales incluidos en la indagatoria del crimen de “Hacho” Kaloyán corroboran la actividad criminal del grupo. Algunos reportes extraoficiales ubican a Raúl Miranda “El 300” como otro de los posibles promotores del operativo homicida contra el ex funcionario. Otros asesinatos de la célula La tarde-noche del 13 de enero de 2014, cuando fue detenido Dagoberto Molina Valenzuela, uno de sus primos había discutido con otro hombre, quien lo apuñaló. Familiares le hablaron a Molina, subió al auto a su primo y lo llevó al Hospital General para que lo atendieran. Murió. Por tratarse de una agresión armada, el hecho fue reportado a la Policía Municipal. El “aspecto” de los “amigos” que llevaron a la víctima, y la posibilidad de que pudieran estar implicados en el ataque, provocó que fueran sometidos a una revisión e interrogatorio. El vehículo en el que transportaron a la víctima también fue inspeccionado. Bajo el asiento del piloto encontraron una pistola 9 milímetros. Los municipales informaron a la PGJE, donde se buscó información sobre el arma incautada. La pistola de Molina resultó positiva en seis expedientes abiertos en Tijuana, con saldo de cinco muertos y cuatro lesionados. Además, el alias y el nombre del presunto responsable formaban parte de la lista de sospechosos en el caso de “Hacho”, que las policías coordinadas habían recopilado con sus áreas de inteligencia y de la captura previa de otros delincuentes. El arma decomisada a “El Dago” resultó involucrada en los siguientes delitos: * Abraham Rodríguez, baleado en la colonia Obrera el 24 de julio de 2013; sobrevivió. * Lesiones por arma de fuego, recibidas por Iván García y Marco Antonio Cerda, el 16 de agosto de 2013 en la colonia Obrera. * La muerte de un hombre y una mujer en un “picadero” de Callejón Raúl Madero y Francisco Mújica, Colonia Obrera Segunda Sección, localizados el 28 de agosto de 2013. * El asesinato de otra pareja, el 31 de agosto de 2013, en el interior de su casa, también en la Obrera. * Un hombre lesionado, atendido el 2 de octubre de 2013 en la Clínica Quintana de Playas de Tijuana. * El homicidio de Rafael Félix Trujillo en octubre de 2013, en el interior de su domicilio de la calle Arrecife, Colonia Villa Encantada. Los homicidas conversaban con él, discutieron, lo mataron; cinco tiros en el cuerpo y uno en la cabeza. Después huyeron en una camioneta gris, hubo testigos, pero nadie fue detenido. Todos los ataques mencionados sucedieron después del presunto asesinato del cabecilla Felizardo Arturo Campos Benavides “El Seven”. A la llegada de Rodelo y López “El Chino”, al poder criminal de esta célula, que según archivos del Grupo Coordinación en 2013 operaba con Raúl Miranda Ordaz “El 300” -cuyos operadores criminales están identificados como Eduardo Gutiérrez “El Gordo”, Israel Ramos “El Isi” y Humberto Zambrano “El Pato”-, sostuvieron un enfrentamiento con los grupos criminales de Alfonso Lira “El Atlante”. Acercándose a la fecha de su presunta muerte, algunas autoridades aseguraban que Campos Benavides ya había limado asperezas con la gente de Lira, y operaba también con los primos Uriarte. Conforme los dichos- no corroborados- de Dagoberto Molina, pudieran estar en pugna con su ex socio Miranda Ordaz “El 300”, al que aseguró, este grupo intentó “levantar” para asesinarlo a finales del año pasado, “porque es la persona que controla la venta de la droga en la Zona Norte”. Espiaron y cazaron a Kaloyán En su declaración, Dagoberto Molina indicó que su jefe “El Chino” le habló una semana antes del asesinato de Arturo Kaloyán. El 9 de diciembre de 2013 lo mandó al estacionamiento del edificio de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en la Zona Río Tijuana. Le ordenaron vigilar quién se estacionaba en el espacio destinado al director del CREA. Llegó y esperó hasta que una camioneta blanca usó el espacio, se bajaron tres personas jóvenes, le dijeron que siguiera esperando. Por la tarde lo despacharon a su casa. Volvió “dos o tres días después, jueves o viernes” (12 o 13 de diciembre). De nuevo se estacionó afuera de las instalaciones del CREA. Vio a “Hacho” llegar, reportó un automóvil Bora oscuro y le dijeron “él es”. Esperaron para perseguirlo, escuchó por radio cómo sus cómplices se estacionaban en diferentes puntos de las inmediaciones. A las tres de la tarde, Kaloyán salió de la oficina. Ya lo esperaban en la Vía Rápida y frente al Hospital General, pero el funcionario se fue en reversa y tomó rumbo al aeropuerto. Se les perdió. El lunes 16 de diciembre de 2013, los criminales fueron citados a las nueve de la mañana frente al CREA. “El Chino” y “La Prima”, los primeros en llegar en un Mazda color verde. Llevaban a las hijas menores de la mujer. “El Lic”, presunto asesino material, llegó en un Focus gris. Estuvieron vigilando todo el día y en contacto vía radio. A las cinco de la tarde, informan que Kaloyán va “rumbo a Palacio”, que llegó a la panadería, lo ven entrar al estacionamiento de Palacio Municipal, esperan, se impacientan, preguntan y se dan cuenta que ya había salido del edificio. El jefe les informa que “Hacho” va rumbo al CREA, esperan, y la siguiente instrucción es que va saliendo por la Vía Rápida, entonces quien encabeza el operativo les dice: “A lo mejor va para la Ermita” En el lugar del crimen, al detenido Dagoberto Molina le asignaron quedarse en la calle Ermita y avisar si había patrullas, eso declaró. A “El Taxista” le correspondía levantar a sus cómplices si algo salía mal. Esperaban a la víctima sobre la calle Alicia María, cuando cambiaron instrucciones y ordenaron a “El Lic” transportarse a la camioneta Ford Explorer, según ellos, era más fácil responder desde un carro alto si algo iba mal. “Hacho” salía del estacionamiento y todavía decidían quién se le atravesaría para frenarlo. Las comunicaciones por radio las estaban escuchando todos. Luego de los disparos, a Molina le ordenaron esperar a que llegara la primera patrulla, lo cual sucedió diez minutos después; acto seguido, se fue a su casa a esconderse, igual que el resto.