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viernes, octubre 4, 2024
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Único sentenciado por asesinato de policía sostiene inocencia

Él se jura inocente. El juez lo encuentra culpable. En cualquiera de los dos casos, el saldo es el mismo: un policía municipal asesinado y un criminal confeso que lo acusa de cómplice. Aunque Douglas Ulises Camarena Mendoza fue declarado responsable de esconder el arma utilizada por Rubén Quintero Pérez para asesinar al agente Enrique Pérez González, ha solicitado, en más de una ocasión, audiencias con el juez para aclarar su caso y mostrar irregularidades en la integración de su expediente, pero no ha sido atendido. De los investigados en el crimen cometido el 14 de octubre de 2012, es el único que ha enfrentado el proceso judicial, ya que tanto el homicida como su sobrino, Ezequiel Félix Quintero, se encuentran prófugos. El asesinato Rubén Quintero Pérez era identificado en la colonia Triunfo, en la delegación Sánchez Taboada, como el dueño de las calafias de la ruta Zapata-Reforma. Pero también operaba diez tienditas donde se distribuían dosis de “cristal” entre los narcomenudistas, de acuerdo a la declaración ministerial de su sobrino, Ezequiel Félix Quintero. De ahí que el 14 de octubre de 2012, cuando su pick-up Silverado verde se detuvo a dos metros de estrellarse contra una patrulla municipal, “El R” tomó su pistola tipo escuadra y la apuntó hacia los agentes Enrique Pérez González y Heriberto Castellón Crespo. Enrique Pérez descendió de la patrulla, recibiendo el primer impacto por parte de Rubén Quintero. “Escuché una detonación y comencé a disparar hasta descargar mi cargador completo, el agresor también se quedó sin tiros y salió corriendo al callejón”, declararía Castellón. “Ya valió verga, les disparé a unos municipales”, gritó Quintero Pérez al ingresar a su hogar, ubicado a una calle del lugar de los hechos, para tomar sus pertenencias. “Estaba agitado y alterado”, recuerda Ezequiel Félix, quien recibió el arma de su tío y la envolvió en una toalla amarilla para después “deshacerse de ella”. Los disparos se habían escuchado en la colonia minutos antes, pero las unidades de apoyo aún no llegaban hasta los oficiales. A bordo de un Toyota Corolla, Rubén Quintero se dio a la fuga con su esposa, y desde entonces, no han sido localizados. Al llegar a la calle Cascabaleo, los policías José Silva y Víctor Valadez encontraron a sus compañeros heridos y 18 casquillos percutidos. Enrique Pérez estaba tendido sobre el suelo en la parte trasera de la patrulla, con una bala en el cuello, y sería declarado muerto en la Cruz Roja. El otro agente, Heriberto Castellón, sangraba de su muñeca izquierda y tenía dos impactos de arma de fuego en su chaleco antibalas. Él les informó que “el presunto responsable había apelado a la fuga a pie”, según un informe presentado ante la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM). Entonces los agentes se dirigieron hacia la dirección señalada para ingresar al domicilio marcado con el número 15665. En el patio, Douglas Camarena sostenía una conversación por teléfono celular, cuando recibió el primer golpe. De policía condecorado a acusado Aunque al momento de su detención, Douglas Camarena trabajaba como carpintero, en 2008 ingresó a la Policía Auxiliar y se desempeñó como guardia de seguridad en centros comerciales. Incluso fue reconocido por ayudar a impedir un secuestro en Plaza Patria. Ahora espera su sentencia por encubrimiento por favorecimiento, y podría recibir hasta seis años de prisión. De inicio, Camarena ha negado su asociación en los hechos delictivos por los cuales se le acusa. En su declaración rendida ante el Ministerio Público, el 16 de octubre de 2013, quedó asentado el asesinato como un suceso escuchado a distancia, “un rechinido de llantas de carro, y en menos de un minuto, varias detonaciones de arma de fuego”. Douglas permaneció junto compañero de trabajo -presentado como testigo en las audiencias- desde media hora antes de los disparos hasta minutos después que su amigo decidió retirarse precisamente por las detonaciones que escucharon. “Me quedé en mi casa porque iba a esperar a mi ex esposa para darle el dinero de la manutención, y preferí marcarle para avisarle que no viniera”, declaró Douglas. Sin embargo, desde la barda, su vecino Ezequiel se acercó a él con “un trapo amarillo en la mano”. Aunque le ofrece el objeto y le pide que lo guarde, Douglas ha sostenido a lo largo de sus declaraciones, que nunca tuvo posesión de él. Instantes después, antes de cerrar la puerta de su casa, varios policías irrumpen en su hogar. “Me agarraron a medio patio, vi que Ezequiel estaba brincando la barda y lo aseguraron, pero los policías me comenzaron a golpear y nos metieron a mi casa, les pregunté por qué y me tiraron al piso para cubrirme la cabeza con mi camiseta”, relata. Entre los cañones de armas largas y patadas, Douglas recibió distintos golpes en minutos que sintió interminables. Trasladado a una patrulla, sin mayores explicaciones fue presentado como homicida. El acusado de encubrimiento por favorecimiento dice conocer a Félix Quintero como “un vecino más, nos dábamos los buenos días y ya, no había una relación personal”, expone a ZETA. Sin embargo, Ezequiel Félix señaló a Douglas como su cómplice para esconder el arma homicida. “Me paré en la banqueta, justamente en la división de las dos casas, Douglas se acercó a la barda de su casa y agarró la toalla con la escuadra, luego (los policías) me metieron a la casa de él para golpearme”. Originario de Sinaloa, el joven de 27 años trabajaba como chofer en una de las calafias propiedad de su tío. Ocho meses antes del homicidio, había sido detenido por el delito de secuestro. Desde su liberación, el 17 de octubre, Ezequiel se encuentra prófugo. Una pistola en un árbol de granadas Douglas denuncia irregularidades durante su proceso judicial con causa penal 578/2012, como declaraciones mal integradas y hasta falseadas. De acuerdo a la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), el acusado confirmó haber “visto por la ventana que su vecino escondía el arma dentro de un árbol, salió a enfrentarlo y en ese momento, los agentes lo detuvieron junto al vecino”. Camarena Méndez lo cuenta distinto. “Ya en el Ministerio Público, los agentes me preguntaron en qué lugar me imaginaba que Ezequiel pudo haber escondido el arma, les respondí que en la lavadora o en el árbol de granadas del patio trasero, porque la puerta de mi casa tenía llave cuando eso ocurrió y no la pudo haber escondido dentro”. Cuando la diligencia arribó a su domicilio, “me llevaron casi arrastrando hasta el patio de atrás para que les señalara la lavadora y el árbol. Luego me volvieron a meter a la casa y ellos regresaron con el arma”. No obstante, los policías municipales habían esculcado su casa el día de la detención, en busca de cualquier elemento relacionado con el homicidio, pero no encontraron nada, a diferencia de los agentes ministeriales el día siguiente. Agentes adscritos al grupo investigador de Homicidios Dolosos, encontraron en un “árbol frutal de granada, entre las ramas del tronco, un arma de fuego tipo pistola”. Así, la pistola calibre nueve milímetros, modelo FEG, negra y con cachas cafés, la cual percutió ocho de los 18 casquillos localizados en el lugar de los hechos, fue presentada como evidencia en el caso. Aunque en la turnación realizada por la SSPM, los agentes refirieron que Douglas “al momento de su aseguramiento, opuso clara resistencia tratando de defender al de nombre Ezequiel Félix”, éste lo niega. En el mismo documento, el oficial Víctor Valadez, quien llegó al lugar de los hechos tras responder al llamado de Heriberto Castrejón por la frecuencia de radio, declara: “El policía lesionado reconoció plenamente a Félix Quintero, en lo que respecta a Douglas Ulises Camarena Méndez, no tiene certeza de que haya participado en los hechos”. La primera afirmación fue desechada por el propio oficial herido, Heriberto Castrejón, quien al ser interrogado por las autoridades ministeriales, días después negó haber señalado a Ezequiel como responsable. Douglas agrega: “Es mentira que nos hayan presentado ante el oficial herido, nos llevaron directo a la patrulla”. Hospitalizado, el agente Castrejón reconoció a Rubén Quintero -mediante una fotografía mostrada-  “como el sujeto que lo agredió a él y a su compañero”. Así, el 17 de octubre de 2013, los dos detenidos fueron declarados en libertad con las reservas de Ley, debido a que en la constancia del Ministerio Público “no se tiene plenamente acreditada la presunta responsabilidad de los indiciados, no se encuentran confesos ni obra imputación directa entre los indiciados ni existe señalamiento algún por parte del ofendido”. Sin embargo, dos días después, el 19 de octubre, se giró una orden de aprehensión en contra de Douglas Camarena y Ezequiel Félix, por encubrimiento por favorecimiento. En espera de la sentencia Con heridas en el ojo izquierdo y labio inferior, además de dolor en pecho al respirar, quedó integrado el certificado médico de Douglas durante su revisión, la madrugada del 15 de octubre. Ese mismo día, sería declarado muerto el oficial Enrique Pérez González, a causa de una herida penetrante de cuello por proyectil de arma de fuego. Douglas recuerda que desde las celdas municipales, se le responsabilizó del asesinato. Cuando la PGJE no encontró relación con el homicidio, se le acusó de encubrimiento. Penalmente, es responsable de tal delito, pero Douglas Camarena niega las declaraciones que lo inculparon, las de un prófugo detenido previamente por secuestro. Señala las irregularidades desde su proceso de detención hasta la integración de los hechos. El 6 de mayo de 2013 fue aprehendido por este delito y pagó 3 mil pesos para obtener libertad provisional bajo caución. Los testigos presentados durante el proceso -su compañero de trabajo y un amigo que lo acompañaron minutos antes de la detención- tampoco sirvieron a su favor, pese a haber ratificado lo declarado por Douglas.     En espera de su sentencia, Douglas Camarena se queda con una imagen en la cabeza, descrita por uno de los testigos y la que refiere al momento en que encontró el arma homicida en su domicilio: “Regresaron los agentes ministeriales, cuando salieron de su casa, lo traían esposado y cargaban una cajita gris”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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