En enero de 2013, una iniciativa de reforma migratoria que daría certeza a los millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, fue anunciada como el principal proyecto a impulsar por ocho senadores. Esta semana, el Congreso de la Unión Americana termina sesiones sin que se haya votado la iniciativa. Un año más sin reforma migratoria, promesa de las dos campañas presidenciales de Barack Obama, la de postulación y la de reelección. Para la doctora Alejandra Castañeda, aunque mínimo, el avance legislativo representa el primer esfuerzo en décadas por atender una problemática que crece cada día más. Pero señala que la diferencia entre 2013 y 2014, es grande. “El siguiente año será electoral en estados para elegir senadores y diputados, las reglas van a cambiar, los intereses también. Hay que ver qué tanto los grupos de interés en favor de la reforma van a presionar a los candidatos que necesitan quitar de la jugada para que pueda salir una reforma”, explica. La investigadora del COLEF sostiene que la influencia de los republicanos más conservadores podrá verse disminuida cuando intenten frenar la iniciativa, a pesar de haber tenido éxito este año porque no se discutió en la Cámara de Representantes. Lo anterior porque “cada vez crece más el grupo de latinos, que no es el único grupo a quien beneficiaría”. Como lo señaló el cónsul de Estados Unidos en Tijuana, Andrew Erickson, más de 11 millones de mexicanos que viven en aquel país en riesgo de ser deportados por falta de un estatus migratorio, continúan siendo “grandes contribuyentes de la sociedad americana”. Aunque la versión de reforma aprobada por el Senado podría cambiar al momento de ser enviada a la segunda cámara para ser discutida, continúa priorizando a tres grupos de migrantes: trabajadores agrícolas, DREAMERS (quienes entraron siendo menores de edad al país) y a los extranjeros con preparación universitaria en los rubros tecnológicos. De acuerdo a la doctora Castañeda, el proyecto del Senado podría modificar el reforzamiento de seguridad fronteriza. “Es un gasto excesivo e innecesario de dinero que ni los demócratas querían porque implica duplicar el número de agentes y extender el muro fronterizo en toda la frontera, además de las adecuaciones tecnológicas”, expone. Esto implica inversiones que no corresponden al momento de austeridad que atraviesa Estados Unidos. Incluso “desbalancea su argumento sobre los beneficios que traería la reforma” sobre la cantidad de dinero que ingresaría por concepto de los trámites burocráticos por parte de los seleccionados a ser regularizados. La académica concluye, la falta de una reforma migratoria en 2013, regresa el debate a los estados para que sea ahí, donde se legisle sobre este tema. En algunos casos, con implicaciones negativas para los migrantes como en Arizona, pero también con casos más alentadores como California, pero insiste “eso va a continuar en la medida que el gobierno federal no lo resuelva”.