Si el Supremo Creador te da un hijo, ¡tiembla, preocúpate!, por el sagrado depósito que te confiere. Haz que ese hijo tuyo, hasta los diez años te admire; hasta los veinte, te ame. Sé para ese hijo, hasta los diez años su padre; hasta los veinte, su maestro y hasta la muerte, su amigo. Y cuando no estés, que te tenga como el mejor papá, enséñalo a jamás olvidarte y que fuiste todo para él. Leopoldo Durán Ramírez Tijuana B. C.