La vida regalada por Dios, entró en mi seno, se empezó a formar una más de sus amadas creaturas, lleva este nuevo ser todas sus bendiciones, amor y esperanza. Es el regalo del existir, del futuro hecho carne, que sin darme cuenta, empieza a crecer y formarse como la perla preciosa llena de valor y de una riqueza tal que será capaz de llamar al mismo Dios: ¡Padre! Los errores de mi vivir, me empujaron a renegar del fruto sano y limpio que Dios obsequia; la vida de un nuevo ser. Querido o no, esperado o no, deseado o no, que vi como un tropiezo de lo que espero en el futuro, lo quiero, pero me estorba, quizás no lo queremos ni el padre ni la madre, pero en mi interior está creciendo, pero no deseo que se note, creo que frena mis planes, pero no lo digo. ¿Qué haré? Me pregunto, sin realmente pensar y sin decirte nada, trato de ocultarme de Ti, mi Dios y de los demás. Decidí arrebatarte lo que es tuyo, robarte a tu niño, dándole dolorosa muerte a la prolongación de mi propia vida. ¡Aborté al fruto de mis entrañas! A tu amado hijo que recoges en tus manos hecho pedazos, igual que destrozado, dejamos tu corazón; perdón, no tengo perdón; pero humillada (humillados padre y madre), arrepentida y derrotada, descubro al fin que no soy digna (dignos) y no merezco al niño que hoy te acompaña en el cielo; que juega contigo y que nunca lo hará conmigo. ¡Perdón! ¡Perdón! Te pido a Ti mi hijo: ¡Perdón! ¡Perdón! Dios mío, haz que mi conciencia me reclame; culpable soy, arrepentida (arrepentidos) de corazón me encuentro. Por favor que nunca más acepte ser seducida por la indiferencia y el desamor. Que vuelva a ser digna de ser madre; que me convierta en una luchadora (luchadores) por la vida y que mi testimonio evite que otras madres caigan en la desgracia del aborto. Perdón, perdón, postrada (postrados) y de rodillas, suplico, imploro, ruego y me humillo para suplicar el perdón. A mi hijo(a) que está en tu regazo, dile que arrepentida (arrepentidos) estoy y que le mando un beso tardío que espero acepte; ya que injusta fui (injustos); lo saqué con violencia de su nido, pero ya cambié y fue para tener el derecho de abrazarlo(a) cuando yo muera a esta vida para estar con él (ella). Perdón, perdón en su misión suplico. Amén. “La muerte de Cristo y su resurrección han encadenado al demonio. Todo aquel que es mordido por un perro encadenado, no puede culpar a nadie mas sino a sí mismo por haberse acercado a él”.- San Agustín. Las armas del cristiano, para afrontar el diario combate contra las sugerencias del mal son: la oración, los sacramentos, la penitencia, la escucha atenta de la Palabra de Dios, la vigilancia, el Rosario y el ayuno. ¡No al aborto, no a la muerte! Si rechazamos al aborto, desaparecerá la violencia extrema. El camino más corto para obtener el perdón y la reconciliación ante Dios, es consagrarnos al “Inmaculado Corazón de María“. El corazón de una madre que te ama; ella intercederá ante su hijo y serás reconciliada(o). “Transforma el aborto que es muerte y desprecio, en vida y amor”. Tomado del libro “El nacimiento de mi conciencia” de Roberto Robinson S. Roberto Robinson Soler Tijuana, B.C.