La música vibra ante un teatro lleno que se reúne para ver lo imposible en estos tiempos: la interacción entre Elvis Presley, Johnny Cash, Carl Perkins y Jerry Lee Lewis. El encuentro entre las cuatro leyendas de la música, en efecto se dio el 4 de diciembre de 1956, cuando el cuarteto del millón se reunió en Sun Records, el pequeño y modesto estudio, propiedad del también célebre Sam Phillips. El resultado fue una grabación histórica, la cual es el fundamento de un musical que llegó a Broadway en 2011 y que hasta el domingo 8 de diciembre de 2013, estará de gira en el Civic Theatre de San Diego. En su estreno en la vecina ciudad, el martes 3 de diciembre, la obra dirigida por Eric Schaeffer gozó un lleno total que tarareó, aplaudió, cantó a voz en cuello y hasta se puso de pie y bailó con temas como “Matchbox”, “Folsom Prison Blues, “Ring of Fire”, “Walk the Line”, “Fever” y “Sixteen Tons”. La puesta en escena cuenta con las actuaciones de James Barry en el rol de Carl Perkins, John Countryman como Jerry Lee Lewis, Cody Slaughter como Elvis Presley, y Scott Moreau en el papel de Johnny Cash. Todos son excelentes, desde su habilidad para tocar la guitarra y el piano, hasta para recrear los tonos más complejos de la voz de Cash y la forma inequívoca de tocar el piano del joven Lee Lewis. La historia se desarrolla en tiempos en que Cash, Lewis y Perkins están a punto de buscar suerte en Columbia Records, mientras que Presley -todo un artista de RCA- siente nostalgia por Sun Records. Y mientras la acción sucede en el escenario, el tono de remembranza se transmite con tal sutileza que convence. De pronto, desde la butaca uno está en esa era, en dicho estudio, con estos cuatro grandes músicos a los que comprende perfectamente y que personifican las fusiones del rocanrol con el blues, el góspel y el country. En el trasfondo se escucha la batería de Patrick Morrow y el contrabajo de Corey Kaiser encarnando a Jay Perkins, hermano de Carl. También aparece Kelly Lamont como Dyanne, la novia cantante de Presley, capaz de producir los más suaves matices para apoyar al cuarteto. Entonces tenemos una gran explosión musical y anecdótica en el foro, bien narrada sobre todo por Phillips y por la acción misma que se entrelaza entre canción y canción. Al final queda la añoranza por una gran época que nunca podrá irse del todo, mucho menos mientras exista un musical tan lleno de energía y perfección artística como “Million Dollar Quartet”.
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