Estaba un visitante en un manicomio. De repente sale un loco, lo agarra por la espalda distraído y lo empieza a ahorcar. En cuanto el visitante logra medio zafarse del loco, pide auxilio, gritando desesperado: “¡Loquero!… ¡Loquero!”. A lo que el loco replica: “’Pos aunque me queras, ¡yo te mato!”. Autor: Un lector de ZETA.