Desde que llegó a las salas de cine en 1994 “Priscilla Queen of the Desert” fue un concepto divertido, reflexivo a la vez, lleno de color y bastante marginal. Cuando el teatro lo retomó y lo trasladó a musical, la raíz permaneció casi intacta. Si acaso las versiones que partieron de Australia a Londres y a Broadway suavizaron más la historia al aderezarla con una banda sonora que incluye los éxitos del pop desde la era del disco con “I will survive”, desde la voz de Gloria Gaynor, hasta “What’s love got to do with it”, balada con la que resucitó Tina Turner. El resultado fue un éxito en los escenarios a nivel internacional que ahora anda de gira por Estados Unidos, después de una muy exitosa temporada en Broadway, bajo la dirección del maestro neozelandés Simon Phillips, responsable del montaje de 2011. La elaborada puesta en escena, que incluye fastuosos y muy constantes cambios de vestuario, un maquillaje exuberante y una compleja tramoya, hizo una parada en San Diego el martes 15 de octubre y permanecerá en la ciudad vecina hasta el domingo 20, dentro de la temporada 2012-2014 de Broadway San Diego. Pero no todo el Priscilla es glamour y exageración, pues ahí se cuenta una historia a partir de personajes bastante complejos, como son Tick/Mitzy, Adam/Felicia y Ralph/Bernardette, dos travestis y un transexual que, por amistad, emprenden una dura travesía por el territorio agreste de Australia, dominado por rudos vaqueros. El viaje tiene una razón de ser. Tick fue casado, y como resultado de ello, tuvo un hijo que ya cumplió los 7 años y que empieza a preguntar por su padre. La mamá está a cargo de un viejo casino, y sin conflicto con la nueva identidad de su ex marido, se comunica con él y le pide que visite al niño y, de paso, monte un espectáculo. Tick, o bien Mitzy, carga entonces con el conflicto del hijo que abandonó aunque no del todo, pues el lazo afectivo ahí está y lo atormenta. Por su parte Ralph ya vive como mujer, pero ha perdido a su pareja y Adam es un joven alocado que siempre parece dispuesto a vivir una aventura. En la versión sandieguina Tick es interpretado por Wade McCollum, Bernardette está a cargo de Scott Willis mientras que el sarcástico Adam le corresponde a Bryan West. La voz varonil de Wade y la potencia vocal de West son la perfecta combinación para este estrafalario montaje a bordo de un autobús que recibe el nombre de “Priscilla”, la reina del desierto australiano. Y hay un poco de todo, mucha comicidad, unas coreografías vibrantes, un coro excepcional integrado por las “Divas” Emily Afton, Bre Jackson y Brit West y aunque los exagerados manierismos femeninos de los tres protagonistas a ratos le restan fuerza a sus ambiguos papeles, nada mitiga la tremenda fiesta que se arma desde el foro hasta las butacas. Al final lo que prevalece es la amistad del atípico trío y el amor entre un padre y su hijo, mensaje bien desarrollado por un elenco que no puede esconder sus tablas. Después de todo lleva el sello de Broadway.