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miércoles, octubre 2, 2024
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Arte para ciegos

Luis Alberto Moreno nunca imaginó que a la edad de 52 años participaría en un taller de arte para ciegos. Cuenta Luis Alberto a ZETA que antes de los 42 años, cuando todavía gozaba de la vista, era comerciante, tenía un negocio de pintura en Tijuana; le gustaba igualar colores tanto para automóviles como casa habitación. Pero en los últimos diez años ha perdido la vista paulatinamente, debido a que padece retinopatía diabética. Del ojo derecho ha perdido totalmente la visión, mientras que por el izquierdo, distingue solo algunas luces y sombras. Transcurrían los primeros meses de 2013 cuando de repente a su hija le llamó la atención un espectacular con la leyenda “Taller de Arte para Ciegos”. Anotó los datos de La Caja Galería, institución que ofrecía esa posibilidad a discapacitados visuales. A Luis le entusiasmó la idea de participar en el taller de arte para invidentes, y junto a sus familiares, acudió en junio a La Caja Galería a entregar la documentación solicitada. Previa selección por parte del recinto galerístico, Luis obtuvo una beca del 100 por ciento para cursar el “Taller de Arte para Ciegos”. Motivado, inició sus clases en el mes de julio junto a otros 15 invidentes; desde entonces acude tres horas los martes y jueves, aunque “realmente quisiéramos más”, reconoce. “En primer lugar entré al taller por mantenerme ocupado, para no estar de ocioso en la casa; en segundo lugar, era algo que yo desde niño tuve la inquietud de trabajar con mis manos sobre algo, yo trabajé el yeso desde chico, me gustaba hacer esculturas, era algo que tenía dormido nada más”, cuenta Luis Alberto al reportero en el taller de La Caja Galería, mientras presume un frutero verde oliva elaborado por él. Luis comparte a través de este Semanario su experiencia en el “Taller de Arte para Ciegos”, dividido en tres partes: “Son tres etapas, primero fue la sensibilización, que yo creo que fue en gran parte fundamental. En lo personal ahí fue donde despertó otra vez ese interés por trabajar con mis dedos; después vino la etapa de lo que es el proceso, de que te explican cómo son las texturas, cómo se hacen, cómo se marcan los dibujos, cómo trazar las líneas; y después viene la etapa de producción, que es lo que estamos trabajando ahorita”. Aunque acepta que durante el taller, sus maestros lo han guiado generosamente en la elaboración de su escultura que ahora presenta bastante orgulloso: “Los maestros me están asesorando, dando tips, qué materiales usar, cómo salir al paso en algún problema que tengas; por ejemplo, yo en la escultura que estaba haciendo, que ya terminé, un frutero, elaboré todo lo que es el cuerno de la abundancia, y tuvimos un problema porque yo hice el esqueleto de una malla de pollo, y al momento de embarrar el barro, de jalarlo, al secar se encogió y se empezó a fragmentar; entonces tuvimos que hacer un proceso de cirugía, salir al paso, qué es lo que vamos a hacer, y es ahí donde entran los maestros”. “Cuando uno tiene la vision, no aprecia” Las obras de los talleristas fueron presentadas el martes 16 de octubre en las instalaciones de La Caja Galería. Las piezas son producto del “Taller de Arte para Ciegos” de seis meses de duración; inició en julio y concluirá en diciembre de 2013. Aunque ingresaron 16 invidentes, solo 14 continúan las clases, tres horas los martes y jueves, entre ellos Blanca Estela Argüello, David Salgado, Itzel Alejandra Solorio, Luis Alberto Moreno, Rodolfo Fierro Bravo, Rafael Rodríguez Zarraga e Isaac Arón Rameño. También forman parte del selecto grupo Jaime Ramírez Picos, Yolanda Torres Graneo, Marcos Contreras, Leandro Martínez, Isabelle Aldaco Montes, Paulina Jiménez y Liliana Santos. Ese día, algunos presumieron sus pinturas, pero Luis Alberto aclara por qué prefirió la escultura, argumentando con algunos conocimientos de las artes plásticas obtenidos en el curso: “A mí me llamó la atención la escultura, porque para mí van conjugadas las tres cosas: dibujo, porque a veces hay que dibujar alguna plantilla; después se esculpe y al final algunas esculturas, la mayoría llevan el proceso de pintado; entonces, a mí se me hace muy completa la escultura”. Evoca que de niño le llamaba la atención esa disciplina artística, aunque aún vidente, nunca se acercó a un taller de artes plásticas; ahora presume que ya puede realizar una escultura con los principios adquiridos en el taller: “Antes lo hacía sin ningún conocimiento; ahora con el conocimiento tanto del igualado de colores, como el saber cómo hacer los acabados, darle su lijado, darle su adecuada textura, eso ha ayudado para saber cómo hacer una escultura”. Aunque en el taller participan dos invidentes de nacimiento, Luis se siente dichoso porque durante 42 años conoció las propiedades de los colores; ahora deduce y mezcla las tonalidades con las características que recuerda: “Yo aprendí empíricamente a igualar colores; después tomé cursos de igualado. Y ahora gracias a que alcanzo a distinguir todavía algo, tengo la gran noción de los colores, sé su comportamiento; yo puedo llegar a algún color con preguntarte cómo lo ves, tú me guías y yo ya sé qué echarle para hacerlo más claro, más oscuro, más rojizo, más amarillento, más azuloso. Sé hacia dónde dirigirme”. Ahora que él y sus 13 amigos invidentes están a punto de concluir el taller, Luis reconoce que falta mucho por hacer en México para que las personas con diversas discapacidades tengan acceso a cursos como el que él disfruta: “Falta mucha cultura para que se nos dé un espacio como el que nos están dando aquí; creo que debería haber más lugares, que dieran la oportunidad no nada más a la discapacidad visual, sino a todas las discapacidades que se puedan presentar en la vida”. Y reconoce que también tanto familiares como discapacitados deben involucrarse: “Fíjate que el mensaje que me gustaría dar es tanto para las personas con alguna discapacidad como a los familiares, porque yo me he dado cuenta que ahora que tengo mi discapacidad, que hay muchos familiares que en realidad no los toman en cuenta, no los apoyan, por esa situación a veces se ven frustrados los discapacitados, se ven marginados. “Yo quisiera que, cualquiera que sea su discapacidad, tomaran el reto de hacer las cosas con las cuales ellos quisieran luchar, y que los familiares los apoyen, que no los dejen solos, que les den ese empujoncito para que ellos se liberen, van a ver que no se van a arrepentir y verán las grandes cosas que podemos hacer los discapacitados”. Finalmente, Luis Alberto sostiene que “hay mucha diferencia de cuando uno ve a cuando uno pierde la vista; se sensibiliza uno más, resaltan algunos sentidos que cuando uno tiene la visión, no aprecia”. Los orígenes del taller El “Taller de Arte para Ciegos” tiene su origen en la idea que Arturo Rodríguez, director de La Caja Galería, tuvo a finales de 2011, fechas decembrinas en que personal y profesionalmente se acostumbra hacer un balance general de los logros del curso que fenece y los propósitos para el año siguiente: “Hace mucho yo quería hacer algo aquí en La Caja Galería sobre teatro para ciegos. Me puse a investigar y comencé a ver una serie de videos de teatro para ciegos, entonces me encontré con varios pintores, pero no había ningún proyecto de enseñarles a pintar a los ciegos”, cuenta Arturo Rodríguez a ZETA. El galerista comparte una anécdota relacionada con el compromiso que contrae con los invidentes: “A principios de 2012 empecé a explorar el proyecto. Fui al Centro de Capacitación para Invidentes Tijuana, llegué, era una mesa como para 25 invidentes y me los traje a La Galería, les puse música, pedazos de madera, les expliqué qué había a los alrededores. Para mí fue muy emotivo ese día, porque al final me llega una persona y me dice: ‘Oiga señor, yo soy de Michoacán, yo quisiera que me enseñara a pintar las flores de Michoacán’; me llega su mamá y me dice: ‘A mi hijo le gusta tocar instrumentos y tiene la habilidad para pintar, enséñele a pintar también’”. En se momento, Miguel Ángel Mesina Cerna, presidente del Centro de Capacitación para Invidentes Tijuana, compromete a Arturo Rodríguez: “Me dice Miguel: ‘Ojalá no seas uno más de los que vienen aquí y nos enamoran con proyectos nuevos; bajan los fondos y se pierden’”. En los primeros meses de 2012, Arturo Rodríguez busca la forma de conseguir recursos para trabajar con invidentes en La Caja Galería: “Intenté recurrir a fondos municipales, estatales y federales, pero no tuve éxito”. Después, su iniciativa tuvo respuesta favorable. Un proyecto exitoso En el segundo semestre de 2012, Arturo Rodríguez arma el proyecto titulado “Arte para Ciegos. Programa de Introducción a las Artes Visuales”, mismo que envía a la Cámara de Diputados: “El proyecto de ‘Arte para Ciegos’ se conforma de un programa de introducción a la producción de arte plástico destinado a personas con discapacidad visual, el cual consta de tres talleres, por medio de los cuales se les dará orientación para que comprendan el campo de las artes plásticas, y así potencializar y orientar, a través de herramientas acordes a sus condiciones y necesidades, su capacidad artística”, describió Arturo Rodríguez en su documento de justificación del proyecto. “Con ello, se busca ofrecer a quienes cursen este programa, herramientas que faciliten el desarrollo de habilidades artísticas, fomentando su inclusión en el ámbito de la producción de las artes plásticas y proyectando, por medio de su obra, su potencial creativo y productivo”, apostilló. Rodríguez justificó de la siguiente manera los tres cursos de los que consta el “Taller de Arte para Ciegos”: Taller de Sensibilización. El objetivo es experimentar con diferentes materiales, ejercitando la actividad motriz, sensorial y de pensamiento, lo cual llevará al estudiante a desarrollar una mayor habilidad en la ejecución de sus tareas, estimulando así su proceso creativo. Taller de Diseño. Se utilizará el aprendizaje adquirido a través de la práctica y experiencia en el taller de sensibilización para lograr construir y moldear objetos; elaborar dibujos y experimentar la pintura libre y otras técnicas guiadas, dando pasos a sus primeros diseños. Taller de Producción. Elaborar productos a elección de cada uno de los participantes, eligiendo el tema a trabajar seleccionando la estrategia, la técnica y el material a utilizar, logrando describir, analizar y reflexionar sobre el proceso creativo, mencionando el sentido, el significado y simbolismo que representa su obra final. El 27 de diciembre de 2012, la Cámara de Diputados publicó que el proyecto “Arte para Ciegos” había sido seleccionado y que se habían aprobado recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación de ese año, etiquetando un millón 098 mil 450 pesos. Rodríguez no se olvida de su equipo de profesionales para llevar a cabo el “Taller de Arte para Ciegos”, entre ellos Rebeca Rodríguez en su papel de coordinadora de La Caja Galería; psicóloga Gabriela Martínez, como coordinadora del proyecto e instructora del taller de sensibilización; Raúl  Iduarte, artista plástico, instructor del taller de diseño y producción; Ana Lisa Espinoza, psicóloga, facilitadora del taller de sensibilización; Hamlet Ayala, gestión del proyecto; Paula Flores, Jaqueline Andrade y Elsa Tamayo, facilitadoras de artes plásticas; Imelda Campos, facilitadora del Centro de Capacitación para Invidentes; y Abril Vázquez Rojas en documentación fotográfica y video. La doctora Gabriela Martínez Montes, coordinadora del proyecto “Taller de Arte para Ciegos”, es consciente: “Yo creo que esto es un tema interesante porque va a ser como polémico: ¿Hasta dónde realmente es una pieza de arte? Para los artistas y los psicólogos, todo lo que ellos han hecho es arte; claro que hay esa polémica dentro del arte, yo creo que cada pieza tiene su significado y su simbolismo muy particular”. Arturo Rodríguez concluye: “Ojalá que podamos obtener nuevos recursos, para que continúen ellos con las clases”. El director de La Caja Galería anuncia que los días 18 y 19 de noviembre se exhibirán las obras de los invidentes en ese recinto; asimismo, el 20 del mismo mes se llevará a cabo una subasta de las piezas en Codet Vision Institute, a partir de las 7:00 pm. Por su parte, el invidente Luis Alberto Moreno continuará con su nuevo oficio de escultor: “Después de que se acabe el taller, yo creo que voy a seguir trabajando en casa para que no se me vuelvan a dormir los dedos, porque estuvieron dormidos muchos años”. 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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