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miércoles, febrero 21, 2024
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Cumbia pa’ celebrar

La noche del tercer domingo de septiembre, el Paseo de los Héroes, la calle Décima y los alrededores al Monumento Independencia se transformaron en escenario para celebrar el Día de la Independencia de México, donde unos 25 mil fronterizos de diversos puntos de Tijuana se encontraron frente a la réplica de la iglesia en la que Miguel Hidalgo y Costilla adoptaron los ideales independentistas. Dolores Hidalgo, Guanajuato, tomó vida en el corazón de Tijuana, lugar en el que los fuegos artificiales iluminaron el cielo con múltiples destellos de colores y la quema del tradicional castillo con el que se conmemoró el 203 Aniversario del hecho histórico originado a las afueras de la parroquia guanajuatense. El folclor, la música y cultura mexicana abrigaron la velada del pasado 15 de septiembre, honrando la tradición a través de un programa que incluyó bailables, números y cánticos mexicanos, intervenciones de la banda de guerra del Ejército Mexicano, y el conocido Grito de Independencia encabezado por el alcalde Carlos Bustamante Anchondo, quien fue abanderado antes de pronunciar el discurso patrio ejecutado a las 10:00 pm. Con la explanada de la iglesia atiborrada de “Adelitas” de la Revolución Mexicana, luciendo trencitas con moños tricolores, vestidos blancos y sandalias, además de personajes envueltos con rebozo u ondeando banderas de diversos tamaños, se hizo sonar la campana, como cuando se convocó al pueblo a levantarse en armas: “Viva América y mueran los gachupines”. Sujetos a una verbena tradicional, los tijuanenses fueron segmentados en tres áreas, la del populacho, entre stands de venta de antojitos mexicanos, elotes con crema y queso, papas fritas, churros de azúcar, tejuino, cerveza, banderas, cornetas y una serie de artesanías que cubrieron gran parte de las avenidas contiguas a la Glorieta Independencia; la zona VIP,  para amigos y familiares de los Bustamante y algunos burócratas del XX Ayuntamiento, quienes vestidos de etiqueta, se enfiestaron con botanas, cena mexicana, cerveza de 25 pesos y licor, dentro de una franja elevada del lado izquierdo del templete principal, preparada con mesas, sillas y manteles blancos con rojo y adornos verdes; asimismo, otra área de mesas redondas y sillas para invitados de menor renombre y/o patrocinadores, a quienes se ofrecía atención personalizada de venta de tamales, sopes, tostadas y otros platillos ad hoc a la ocasión. Con el patriotismo entrecomillado, desfilaron los servidores públicos, uno detrás del otro por el acceso frente al Centro Cultural Tijuana (CECUT), entre ellos Jesús Alberto Capella Ibarra, secretario municipal de Seguridad Pública; Obed Silva Sánchez, secretario de Gobierno municipal; y el propio presidente municipal escoltado por sus hijos, nietos y amigos que le acompañaron durante la ceremonia en la que se le olvidó el protocolo de hacer sonar la campana, mismo que le fue recordado por el elementos del Ejército, quienes legitimaron la exclamación de Independencia: “¡Viva Hidalgo! ¡Viva Morelos! ¡Viva Allende! ¡Viva Aldama! ¡Viva Abasolo! ¡Vivan los mexicanos que nos dieron nuestra independencia! Tijuanenses, ¡viva México!” Retratándose con los invitados y amigos de éstos, el munícipe dio pie a la continuación de una celebración mexicana, amenizada con ritmos colombianos que, pese a la falta de concordancia, dispersaron la sabrosura de una atinada y elegante orquesta sudamericana que hizo cobrar vida a las apaciguadas fiestas patrias, provocando los bailes cumbieros, los trazos de los movimientos por los aires entre las parejas y las sonrisas de los miles de enfiestados deambulando entre los jardines del camellón del Paseo de los Héroes, la Plaza Río, Plaza Fiesta y sus alrededores. Entre ríos de cerveza y personajes alcoholizados por doquier, La Sonora Dinamita hizo vibrar a las familias que acudieron a escuchar a la que fuera orquesta de la afamada Margarita “La Diosa de la Cumbia”, iniciando el acto con los acordes de “La Cadenita”, momento en que jolgorio cambió de a poco, llevando los ánimos de los reunidos a otra dimensión, paso a paso, pero a un lugar donde el baile y los coros protagonizaron la velada del domingo y madrugada de un día de asueto. “Mil Horas”, “Qué Bello”, “Que Nadie Sepa mi Sufrir” y “Oye”, fueron algunas de las piezas con las que el combo colombiano liderado por dos mujeres, Marcela Díaz y Nathaly Guerra, mulatas de piernas torneadas y labios gruesos atadas a minifaldas negras y blusas de brillantes dorados, instaron a la celebración a todo momento, pues gran parte del público atestiguaba de pie sin hacer conexión con el sonido de la cumbia, con todo y que los músicos intentaban animar con bailes sensuales a la población femenina. “Vamos, México, ahora sí, a guarachar… ¡Qué viva México!”, apuntó Nathaly Guerra, para complementar: “A nosotros nos da un orgullo enorme estar celebrando con ustedes, porque México y Colombia son grandes hermanos, y lo que más felicidad nos da es verlos felices”, siendo captada por las cámaras del circuito cerrado que fue proyectado sobre dos pantallas LED alzadas a los extremos. Escapándose éxitos por las bocinas, se agregaron a la lista canciones como “Ven a Bailar”, “El Africano”, “Escándalo”, “Golpes que Da la Vida”, “El Bigote”, “Mete y Saca”, “Otro Día Más sin Verte”, “Ni me Hablen de Ella”, entre otros que los herederos de Antonio Fuentes, ahora dirigidos por Eddy Guerra, dibujaron con el sonido de los timbales, bongos, bajo, piano, trompetas y maracas. Así, acomodados al centro de la iglesia de Miguel Hidalgo, con la campana inmóvil colgando, los colombianos impusieron su calor y ritmo a una fiesta que de patriótica solo tuvo el nombre y color, pero que al final se fundió en la glorieta de las “Tijeras”, haciendo que miles rumbearan sobre los ladrillos apilados sobre la avenida.


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Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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