Para las 3 de la tarde del martes pasado, el conocido restaurante estaba a reventar. Dentro: de tanto comensal apretujado y, fuera, de los aparatosos guardaespaldas. Primero, los murmullos comenzaron con la presencia de Jorge Hank Rhon. Su aparición –se supo– fue a razón de verse con el próximo alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán Orcí. Hasta ahí los colores y los afectos estuvieron sincronizados. Pero de pronto, en otra mesa se vio a los verdes del Estado: a Eduardo Ledesma, delegado de Conagua, al lado su hermano Arturo “Pildón”, próximo síndico procurador y Noé Rivera compartiendo la mesa con su (hasta hace poco) némesis Eligio Valencia Roque. No fue el único cuadro extraño. En un segundo piso, al panista Gastón Luken brindando con Kurt Honold, encargado de la transición de Astiazarán: ni tan formal la comida, pues en la mesa de Kurt y de Gastón se alabó al dios musulmán con los brazos alzados para hacer reír: “¡Alá… Alá!” y las carcajadas a todos estilos. A unos metros, pero en otra mesa, Ruffo Ibarra entretenido abriendo botellas de vino y sin parpadear frente al televisor. Ya sin la figura de Hank, Astiazarán se reunió en otro salón con los regidores oposición, Omar Sarabia del PRD, Luis García del PAN, Guillermo Zavala, Irma Salgado del PANAL, Héctor Riveros del PEBC, Felipe Ledesma de Movimiento Ciudadano, en fin, la mescolanza a más no poder. Después de 3 horas en el lugar, Astiazarán se limitó a decir que fue una reunión “cordial” para trabajar de la mano con los regidores, pero quienes conocen de colores y combinaciones saben que de mezclar, el verde, el rojo, el azul, naranja y los demás, resulta un café muy obscuro, raro y hasta desagradable.
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