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jueves, febrero 15, 2024
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Wa, wa, wa, wa

En la jerga taurina hay una conseja que, de manera frecuente, se convierte en una realidad: “corrida de expectación, tarde de desilusión”, se refieren así cuando el cartel de matadores está tan perfectamente construido, que la afición espera varias orejas y varios rabos; bien, normalmente tres buenísimos toreros hacen una mala tarde. Más o menos ése es el sentir de muchos con los recientes trabajos de transición gubernamental en Baja California. No es que Francisco Vega de Lamadrid genere mucha expectativa respecto a la integración de su gabinete o la que será la tónica de su administración, finalmente, ya le conocemos. En Tijuana y como alcalde destacó por tres cosas: el Arco Monumental con telaraña incluida, los bustos de los Fundadores que fueron lanzados del bulevar, los cerquitos amarillos que puso a los árboles del Centro y, por último, pero no por ello de menor importancia, por las kikadas que un día sí y otro también decía, se le ocurrían en voz alta y llevaba a cabo. En esas condiciones no es difícil imaginar un arco en cada municipio, o al igual que uno de sus mentores, el fallecido Héctor Terán, entrando al gobierno comience a recular con sus propuestas y promesas bajo el argumento -así nos lo dijo Terán a Rosario Mosso y a su servidora- “una vez que llegas al gobierno, te das cuenta que es diferente y que hay compromisos que no puedes cumplir”. Francisco Vega no genera mucha expectación, si bien el abstencionismo electoral ganó la elección del 7 de julio, los más de entre quienes votaron, consideraron darle su voto. Ahí ganó y Fernando Castro Trenti, el principal competidor y priista, no impugnó la elección. La teoría simplona de una conspiración para entregar Baja California al PAN, no cabe en el deseo, el trabajo, la dedicación y la aspiración que Castro ha tenido de ser gobernador durante la mayor parte de su vida. En estas condiciones, minimizado por el abstencionismo, abrumado por el triunfo y visiblemente relajado y sin trauma postelectoral, Kiko Vega acudió a una visita con el gobernador José Guadalupe Osuna Millán. El miércoles 31 de julio ambos panistas, gobernador saliente y gobernador entrante, se presentaron a sus respectivos equipos, los cuales se encargarán de la transición de un periodo a otro. Y aquí es donde viene el desalentador sonido de wa, wa, wa, wa. Mientras Osuna Millán encargó la labor de entrega al financiero Víctor Adán López Camacho, quien ha sido jefe del Órgano de Fiscalización, ha administrado ciudades y ha dirigido los destinos financieros de Baja California, Francisco Vega nombró a Salvador Morales. Un panista por herencia que no ha ostentado trabajo privado, pero ha gozado del erario en distintos momentos de los 24 años que los del PAN han gobernado el estado. Lo mismo ha sido diputado local que representante de partido, asesor, director del ISSSTECALI y funcionario municipal, que asistente, o en la campaña de Vega, “experto” en comunicación. Quién sabe, Vega dijo en campaña que quienes le acompañaron en el equipo de proselitismo no necesariamente estarían en el gobierno, pero la inclusión de un panista de tan bajísimo perfil y prestancia en el equipo de transición, sí es mucho wa, wa, wa, wa, sobre todo considerando que los encargados de los equipos de transición ocupan cargos preponderantes. ¿Se acuerda que Miguel Ángel Osorio Chong y Jesús Murillo Karam fueron del equipo de transición de Enrique Peña Nieto? Pues así es la cosa. En el mismo sentido, el doctor Jorge Astiazarán Orcí, quien también declaró que no se dejaría influenciar por Jorge Hank Rhon, con quien laboró como secretario de Desarrollo Social, y que solo él y nadie más tomaría las decisiones, resultó que su equipo de transición lo encabezan dos hankistas. Primero el señor Kurt Honold, que fue alcalde suplente del ex reo de El Hongo, empleado del Hipódromo y empresario de mediana monta; y después, la señora Teresa Castro, dama que encabezó el área financiera del Ayuntamiento liderado precisamente por Jorge Hank. Vuelvo, no es que uno haya cifrado sus esperanzas en Vega o en Astiazarán, finalmente, son políticos y, por lo tanto, no de confiar, pero por lo menos esperábamos que renovaran la administración pública con perfiles frescos, con capacidad y experiencia en el campo específico. Total, ojalá que el equipo de transición no sea, como es normalmente en política, el preámbulo del gabinete, en este caso estatal o el de Tijuana, y que Vega y Astiazarán, que no lograron convencer del todo al electorado, que fueron derrotados por el abstencionismo y cuyos triunfos son producto del menos peor, entiendan que los bajacalifornianos quieren un cambio de personas, de ritmo, de políticos, de sistemas y de decisiones. Aún están a tiempo.  


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