Estaban tres ratas michoacanas en un bar. Una de ellas pide un whisky, se lo manda de un trago, estampa el vaso en la barra, mira a las otras dos roedoras y dice: – Cuando encuentro veneno para ratas, me lo llevo a casa, lo pongo en el microondas, hago palomitas, y me lo como mientras veo a López Dóriga en la tele y me echo unas cervezas. La segunda rata, la mira, pide un vodka, se lo embucha y dice: – Cuando encuentro una trampa para ratas, salto encima del gatillo, agarro el alambre que viene bajando, con los dientes, lo muerdo 20 veces para afilarme la dentadura, lo rompo y me como el queso… ¡Sí señor! Acto seguido, ambas ratas se dan vuelta y miran a la tercera. Ésta pide un vaso de vino tinto de la Casa, toma un sorbito, le da una pitada al cigarrillo, las observa de reojo, toma otro sorbito, deja el vaso y dice: – Perdonen, pero hoy no tengo tiempo de contarles nada… tengo que ir a casa a darle una buena revolcada al gato. Autor: Anónimo de Guerrero.